Silent Specific es ese tipo de proyecto que hubieras querido idear tú. ¿Por qué no se me ocurrió a mí?, te preguntas.
En él me fascina la idea de no pedir permiso, básicamente. La libertad que supone intervenir La Habana y otras zonas del país desde la virtualidad, desde una idea materializada en imagen. Qué otra cosa sino es el arte?
Me vienen a la mente proyectos del grupo Espacios, de Jorge Wellesley, de Carlos Montes de Oca, o de Adonis Flores que no llegaron a realizarse por censuras, suspicacias y regulaciones absurdas. Otros, por cuestiones económicas; y siento el alivio de saber que todo arranque utópico o postutópico encuentre un cauce, probablemente el único viable.
Silent Specific nos deja la certeza de que todo es posible. Basta con reorientar la mirada.
Les comparto aquí el texto curatorial de sus autores, donde explican la génesis, los colaboradores más cercanos, y la relación de este proyecto con las nuevas formas de creación, distribución y consumo del arte.
Sigan su cuenta en Instagram, ahí aparecerán las obras.

Escuchando al silencio hablando con miradas
Dayneris Brito Castillero/René Francisco Rodríguez
Cuando hace ya algunos meses conversábamos sobre qué hacer para sobreponernos al tedio del confinamiento, pensamos en la posibilidad de producir algo bello desde las ganancias de Internet, bajo el saldo de mantenernos activos en momentos tan inciertos. Si de algo fuimos conscientes desde el inicio, es que debía ser un proyecto pensado desde y para las redes sociales, uno que se construiría entre las distancias de La Habana y Alicante, con WhatsApp como sitio común de encuentros, intercambios y largas reflexiones. Primero, abrazamos la posibilidad de una muestra personal que se hubiera sumado complacientemente a las tantas muestras de artistas y online show rooms que vimos pasar este tiempo. Pero nos dominó la incitación al reto mayor: reunir a más de cincuenta artistas viviendo dentro y fuera de Cuba.

Más allá de lo que consideramos luego un beneficio personal, nos cautivó la idea de hacer una exposición online acerca de cómo relacionar dentro de la ciudad de La Habana -y quizás a través de toda la isla- un abanico de obras emplazadas en espacios que no hubiesen tenido una vinculación estética antes. En un afán más colectivo que personal, nos preguntamos qué podría surgir de este juego entre las comunicaciones desde todas las divergencias geográficas y rincones de refugio, con el uso de un teléfono y de las redes sociales hasta lograr un cuerpo mental y espiritual equidistante con la urbe.
Así surgió la idea inicial de Silent Specific; una parodia o rejuego al tan manoseado “site specif”, o sus equivalentes “intervención in situ” o “arte de la calle”. Un acertijo entre las posibilidades de la tecnología y lo imaginario en la era cubana del ciberespacio, el 3D, el teléfono móvil y la creciente proyección de los artistas cubanos y sus reductos en red.

Lanzamos la convocatoria masiva hacia la gran mayoría de nuestros contactos, amigos y viejos colegas que no necesariamente concebían la intervención pública como método de trabajo. El llamado suponía lidiar con la dramaturgia de la ciudad, sus accidentes y subterfugios históricos a partir de intervenciones virtuales que expresaran toda clase de aspiraciones, desacuerdos, utopías, amen a los propósitos creativos de cada autor. Los retamos a ocupar La Habana sin moverse de su asiento, imaginando una cruzada que tomara por sorpresa la geografía interna -cercana o alejada-, remarcada por sus conflictos y quiméricas formas de sobrevivencia, intrincadas en una mítica arquitectura rota y olvidada hasta el cansancio.
Le pedimos a cada artista seleccionar un espacio potencial de creación sobre el cual debían proyectar su obra a través de una imagen o video. Fue entonces cuando comenzamos a tejer todo un cuerpo de tres creadores de efectos visuales que modelarían con el artista y nosotros cada idea concebida, una diseñadora gráfica, un fotógrafo y un diseñador de página web para generar lo que sería la conclusión del proyecto; la plataforma visual que albergara todas las obras de Silent con sus autores y textos respectivos.
Como las partes de un todo, cada miembro del equipo fue haciendo posible que los artistas llevasen su imaginación hasta las dimensiones de nuestros caprichos, sorprendiéndonos con resultados casi siempre inesperados. Durante tres meses de intenso trabajo y desde la pantalla de los móviles acortamos las distancias con interminables días de discusión continua, entre la falta de recursos, las colas para comprar pan y los apagones que alargaron el trabajo de los diseñadores principalmente.
Tras concebir lo que fuese la estructura principal del proyecto, motivados por las nuevas vías de exhibición que Internet nos abría, consideramos que debíamos tirar el cable a tierra que permitiera que Silent… se anclara en la ciudad al menos de una manera sutil. Decidimos apropiarnos del QR como el rastro fortuito, una marca física y palpable de todas esas utopías recogidas en un solo proyecto, de forma tal que a cada obra se le dispuso un código que aludiera a su emplazamiento real en la ciudad. Por momentos, imaginamos al espectador como un paseante armado con el móvil (y suficientes megas de ETECSA), deambulando por La Habana y topándose con el signo de barras que le revelaría la imagen superpuesta a la pared.

Al día de hoy Silent… ha traído grandes entusiasmos, y uno bien próspero ha sido contar con los consejos y textos de Orlando Hernández. Su aporte ha permitido aproximarnos hacia obras y autores que trabajan en zonas marcadas por el debate de géneros y tendencias, de forma que su visión abrió nuestro punto de vista hacia sustratos que como curadores de la muestra no contemplamos de antemano. A él nuestros más cálidos agradecimientos. Otros escritores y amigos irán honrándonos plasmando sobre la web, contrapunteos a obras y autores que observen durante el proceso. Pero de igual forma los agradecimientos se extienden a cada amigo o colega que contribuyó de una forma u otro con el nacimiento de Silent:.. Carlos T. Cairo, Yami Socarrás, Gilbert Brownstone, Jorge Pérez, Luciano Méndez, Dagoberto Rodríguez, Manuel Hernández, Gabriela Azcuy, et al…
Aunque muy pronto quizás para tomarle el pulso a los resultados, estamos enteramente agradecidos de la posibilidad que nos han regalado tantos artistas que confiaron desde el inicio, y sobre todo demostraron con qué fuerza arrecia el arte cuando sus protagonistas, desprendidos de un árbol sin copa, vuelan a enraizarse en la complicidad de lo unívoco.
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