Hamlet Fernández

En Cuba llevamos casi seis meses de aislamiento social, los espacios expositivos y las instituciones permanecen cerradas, los eventos cancelados o pospuestos, etc., pero las preguntas que lanzaré se remiten al período inmediatamente anterior a la pandemia: ¿qué es de la existencia de galerías­­, un tanto periféricas pero que siempre han jugado cierto papel en la escena habanera, como la Teodoro Ramos del Cerro, la Servando Cabrera de Playa, la Fayad Jamís de Alamar, la Mariano Rodríguez de la Villa Panamericana o la Carmelo González en la Casa de la Cultura de Plaza en la calle 8 del Vedado? ¿Y qué es de la vida de un centro como Luz y Oficio (Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño), con tanta relevancia en la década del noventa, y que mantuvo un trabajo visible durante los primeros quince años de este siglo? ¿Alguien sabe quién dirige esos espacios, quiénes son sus especialistas, cuáles son sus líneas de trabajo, sus propuestas, etc.? Quizás sea ignorancia mía, pero yo no lo sé.

Ahora voy subiendo un poco la parada: ¿Cuánt@s curador@s e investigador@s con cierto reconocimiento y experiencia quedan en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales (CDAV)? Escuché decir que Gretel Medina se había marchado también, lo cual es lamentable. Y, por lo menos yo, no tengo ni idea de quién es el director del CDAV; quizás, de nuevo, sea ignorancia mía, pero así y todo, poniendo por delante como duda razonable mi ignorancia, pienso que es legítimo preguntar: ¿cuáles son los méritos profesionales, como investigador, crítico o curador en el campo de las artes visuales, de la persona que ha sido designada para dirigir dicha institución. Si alguien los conoce me puede aleccionar, sin piedad, no hay problema.



Continúo ascendiendo: ¿qué puedo preguntar sobre la salud de la Bienal de La Habana que no haya sido ventilado ya? No me encontraba en Cuba en su última edición (la número 13), por lo que no puedo emitir un juicio personal al respecto, pero por lo que me han contado fue tan infinita la posibilidad planteada que no llegaron a pensar ni a concretar nada mínimamente decente. La “peor Bienal de la historia”, “un asco”, me han dicho colegas por ahí; gente con criterio, gente seria que no habla por hablar –advierto. Elvia Rosa Castro hasta concluyó en un texto que fue como si no hubiera habido Bienal. La convocatoria inicial de Dannys Montes de Oca fue torpedeada, censurada al fin y al cabo. Dannys renunció, y Chicho fue nombrado director ejecutivo del evento internacional más importante de las artes visuales en Cuba.

Como colofón, el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam estuvo sin liderazgo directivo una buena temporada, hasta que Nelson Ramírez de Arellano fue llamado a ocupar el cargo. Nelson aceptó. Se le acaba de hacer una gran exposición personal de fotografías y esculturas a Adrián Fernandez. Vamos a ver si el Lam levanta. Si dejan trabajar a Nelson. Si los artistas cubanos, incluso los que aún no tienen carreras demasiado consolidadas, no pierden el entusiasmo de aspirar a exponer en sus salas; y lo digo porque ya está pasando que en el CDAV nadie quiere exponer, ni los acabados de graduar. ¿Para qué? –dicen. Qué puede quedar entonces para espacios meramente promocionales como Luz y Oficios, la Teodoro Ramos o la Servando Cabrea ya mencionados, que no tienen presupuesto ni siquiera para pintar las paredes de las salas ante cada nueva exposición. Ni para montaje, plegables, brindis, nada de nada…

La debacle, al menos visible, no se ha expresado todavía en el Museo Nacional de Bellas Artes. Jorge Fernández tomó el mando y el equipo de curadores –con algunas adquisiciones de profesionales jóvenes, pero formados en Historia del Arte (no caídos de la luna)– se mantiene estable y trabaja con rigor. Eso hace la diferencia, aunque el presupuesto sea discreto y los márgenes de maniobra, sobre todo en el plano político, sean difíciles de negociar o sobrellevar.

Visto así de rápido, a vuelo de águila, el panorama del sistema promocional (aun no hablo de lo comercial) de las artes visuales gerenciado “metodológicamente” por el Consejo Nacional de las Artes Plástica (CNAP), por lo menos en La Habana, se encuentra en la mayor crisis de su historia. Lo que yo he vivido de esa historia es mínimo, entré al ruedo del campo artístico en 2003, cuando comencé la universidad; pero he confrontado esta opinión con varios amigos-maestros que sí lo han visto y vivido todo, y comparten esta conclusión: ¡la mayor crisis de su historia, el peor momento! Sin presupuesto, casi sin recursos para dinamizar la escena expositiva y editorial; pero también sin liderazgo directivo, sin gota de liderazgo, sin una estrategia integral y coherente a la vista, armónica a los tiempos que corren; pero sí con mayor censura (lo sabe todo el mundo, los artistas hablan, todo se sabe…), con mayor control, autoritarismo y centralización de las decisiones. Y, con maniobras muy raras, como es el caso del trato preferencial que mantiene el CNAP con Galería Continua y El Apartamento. A este último las autoridades le dan el trato de galería comercial con todas las de la ley, sin que exista aún ley para ese tipo de negocio en Cuba.



No es que tenga nada en contra de El Apartamento, pero no puedo dejar de preguntarme: ¿por qué ese proyecto sí, y otros no? Debe ser un “experimento”, de esos que se suelen hacer, como los de Mayabeque, Artemisa y las cooperativas no agropecuarias. También mucha gente lleva tiempo preguntándose, ¿por qué a una galería comercial internacional se le da el espacio para operar aquí, y a las iniciativas de los profesionales cubanos altamente competentes, No? Otro caso del que nadie habla es el de Factoría Habana, dirigida desde su fundación por Concha Fontenla, que es española. Supuestamente es un espacio meramente promocional, pero todos saben que allí se vende; y para mayor beneficio la mano de obra es gratis, jóvenes historiadores del arte que hacen su adiestramiento allí, con magros salarios pagados por el Gobierno. Negocio redondo. No pongo en duda ni por un segundo la competencia de la Fontenla, ¿pero había necesidad de traer de España a alguien para dirigir una galería en Cuba? ¿Tenía más conocimientos esta académica y curadora española sobre arte cubano contemporáneo que Onedis Calvo al momento de fundarse Factoría Habana? Son cosas que huelen muy raro, un hedor que margina a los profesionales cubanos.

Antes de que se me entienda mal, el problema no es Continua ni El Apartamento ni Factoría Habana, esas tres galerías solo han venido a enriquecer aún más la escena expositiva habanera. El problema está en que no sea pareja la cosa, en que las oportunidades, la luz verde, las garantías legales y el buen trato institucional no sean para todos, en igualdad de condiciones, tanto para nacionales como para extranjeros. He escuchado que hasta les respetan sus nóminas de artistas. Niurma Pérez, que tuvo algún éxito en la Servando (de Génesis) y fue inmediatamente fichada por Continua, también se llevó algunos de sus artistas para El Águila de Oro. Si el CNAP, el Fondo de Bienes Culturales y Génesis están dispuestos a ceder los mejores artistas, pues debe ser porque están calculando dedicarse a jugar a las casitas. El actual ministro de cultura hasta visitó una exposición en Continua, y eso está muy bien. Pero la gente se extrañó. Esperemos que también asista a una irreverente muestra en Espacio Aglutinador o en algún otro proyecto de los llamados independientes, para que pueda hacerse una idea propia de lo que esos espacios gestionan y exhiben, porque eso es también cultura cubana, arte cubano.

La apuesta socialista por el mercado de arte

Ahora miremos el panorama de las galerías comerciales estatales, en lo fundamental gerenciadas por la empresa Génisis y por Collage Habana (del Fondo de Bienes Culturales). Hasta el momento ninguna de esas dos empresas llamadas a monopolizar la comercialización del arte cubano ha logrado ser exitosa en la compleja y competitiva dinámica del mercado de arte internacional. Si alguien no demuestra lo contrario, con cifras en la mano que demuestren plusvalía, jugosos lucros, un aporte significativo a la economía del país, etc., pues ya es hora de reconocer que no lo han sabido hacer bien. La gran excepción fue la Galería Habana de Luis Miret. Pero todo el mundo sabe que eso se debía a la cartera de clientes que Miret logró cultivar durante décadas de trabajo sistemático, porque el mercado de arte pasa por la confianza personal que los coleccionistas depositan en los galeristas; son relaciones de tú a tú, cuasi de amistad. Era sabido que si Miret se iba de Galería Habana se llevaba su cartera de clientes con él, y hasta ahí iba a llegar la rentabilidad comercial de Galería Habana. En una ocasión entrevisté a Miret para las páginas de la revista ArtonCuba, y me comentó con gran sinceridad que si finalmente se aprobaban las galerías privadas, y no cambiaba la forma de pago en las estatales, pues él se iría a fundar su proyecto personal. ¡Lógico! Todavía las galerías privadas no acaban de ser autorizadas, aunque existan, Miret murió, y de la rentabilidad actual de Galería Habana… ¿quién sabe?

Los datos de las deserciones hablan por sí solos. En los últimos dos años, más menos, se ha podido observar un éxodo progresivo de especialistas de las galerías comerciales de Collage Habana y de Génesis. Como mínimo seis curadoras abandonaron los espacios del Fondo, incluida Olga Lidia Triana (Olguita), fundadora de Artis 718, que se pasó para la Galería Servando de Génesis. Hoy, de dos especialistas por espacio que tenía la empresa, la nómina se redujo prácticamente a la mitad, quedando un curador por galería. En el caso de Génesis han sido cuatro especialistas las que han abandonado la institución más o menos en el mismo período. Estamos hablando de jóvenes profesionales graduadas de Historia del Arte, que en su mayoría han sido mis estudiantes en la Facultad de Artes y Letras. Cuando como mínimo diez historiadoras del arte, incluso varias de ellas al comienzo de sus carreras profesionales, se dan el lujo de renunciar a sus trabajos en galerías comerciales (supuestamente codiciadas), por algo será, ¿no es verdad?



Entonces, de qué manera estas galerías comerciales del gobierno van a tener éxito en su gestión de mercado, si ni siquiera logran estabilizar un staff de profesionales. Y este es el primer escalón, lo básico de lo básico: tener galeristas que logren sistematizar un trabajo con una nómina de artistas, con un perfil definido, con exposiciones coherentes para con el perfil que debe distinguir a esa galería de las demás, con una cartera, aunque sea mínima, de clientes que confíen PERSONALMENTE en ese galerista, etc. Todo eso antes de pretender tener algún éxito en ferias internacionales. No obstante, todas esas galerías van a ferias, sin tener la más mínima idea de si van a vender, es más bien una apuesta a lo incierto, en espera de un golpe de suerte providencial, un milagro. Si al final no se vende, algo inventarán los burócratas a cargo de las empresas para encubrir la ineficiencia, la novatada constante, la improvisación crónica, el disparo de nieve al mercado internacional. Varios artistas amigos me han contado lo siguiente. Como el Gobierno por lo general carece de liquidez en divisas internacionales, entonces los artistas interesados en ir a tal o mas cual feria, que cuentan con cuentas bancarias fuera de Cuba, asumen todos los gastos de gestión en moneda dura, y después la empresa le reembolsa la suma aquí en CUC. Esto es un gran negocio para el burócrata a cargo, porque a estas alturas ya ha sido reconocido oficialmente que el CUC es un papel que dejó de tener respaldo en USD hace mucho tiempo, por lo que no vale nada, solo sirve para comprar pollo dentro de Cuba. Y ya ni eso. Es un muerto viviente, con entierro ya programado.

Si al final las galerías no venden nada, o muy poco, pues el Fondo o Génesis solo habrán gastado CUC, es decir, nada; y si venden, pues algo de divisa aportan a la cuenta central del Estado. El mayor riesgo lo ponen los artistas, porque son al final los más interesados; si no hacen eso, pues no van a ferias, sus carreras no se desarrollan, no circulan, no venden. En aquella entrevista, Miret concluyó diciéndome: “los artistas cubanos todavía están esperando por sus galeristas”. Esa sentencia se sigue cumpliendo hoy por dos causas fundamentales: los ineficientes mecanismos institucionales-empresariales estatales, y la falta de reconocimiento legal de las galerías comerciales privadas. En el caso de los proyectos de galerías autogestionadas, lo han tenido todo en contra, con la evidente excepción de El Apartamento. Este es el mejor ejemplo de que cuando se decide (por las razones que sean) darle luz verde a una iniciativa privada, pues se puede llegar a tener éxito; pero cuando la institución oficial y la policía política bloquean, asedian, ponen obstáculos, estrangulan todas las opciones, así es muy difícil salir adelante y exhibir el éxito.

(Continuará)