Voy a tratar un tema que por lo general las personas del sexo masculino rechazan porque sienten que incumbe solamente a las mujeres, pero no es así. No voy a caer en resentimientos ni pataletas mutiladoras de género.
Es un tema comprometido con las valoraciones dentro de las artes visuales, la proyección profesional, sus resultados y las
consecuencias para los artistas varones y hembras. Tribunales y veredictos en los concursos o como les llamo: campeonatos de arte.
PREMIO NACIONAL DE ARTES VISUALES
No estoy asumiendo una postura feminista (como se usa en estos tiempos), aunque si lo fuera lo arrogaría con todo mi derecho de expresarme desde una toma de conciencia, ante tratamientos injustos y discriminatorios hacia el sexo femenino dentro de las Artes Visuales en Cuba. Siempre he pensado y expresado en varias entrevistas, textos a catálogos y artículos, que el Arte no tiene género, edad, ni fronteras porque es el único idioma semiótico que une las emociones y sentimientos de todas las etnias, civilizaciones y guetos sociales de manera global en todos los tiempos.



Sin embargo no dejo de pensar en las “casualidades” y causalidades que me han llevado a ciertas reflexiones.
(Y apunto que no es para nada de una postura defensiva a título personal, pues todo el que me conoce sabe que soy -excesivamenteuna inquisidora de las injusticias que se han cometido y se cometen contra artistas, por varias causas en general, incluso exponiendo mi integridad física y vetando mi desarrollo profesional como artista).
El punto a tratar:
De veintisiete premios entregados, han sido galardonadas dos mujeres y uno de ellos, el de Rita Longa, compartido con un artista del sexo masculino, Agustín Cárdenas (creador cubano que residió casi todo el tiempo de su existencia fuera del país y que decidió regresar a Cuba al final de su vida).


Hagamos un poco de historia:
Esta distinción o galardón se fundó en 1994 con el objetivo “de premiar trayectorias artísticas por un largo período que constituya un aporte valioso al desarrollo y la historia de las artes visuales en Cuba y su proyección tanto nacional como internacional”. Esta idea se percibe muy justa en teoría si realmente no contaminaran estos conceptos y sus veredictos con incongruencias como convencionalismos conservadores y discriminaciones de género y de artistas autodidactas (tan sólo Ruperto Jay Matamoros (1) ha conseguido la distinción).
Definitivamente existe una tendencia a nivel del subconsciente (al menos eso espero) en las selecciones y tribunales dentro de las artes visuales en general, de pensar automáticamente en obras y trayectorias de artistas hombres, y me incluyo con mi labor como curadora; sí, es verdad que todos (incluyendo las curadoras o comisarias de artes visuales) en nuestra primera ojeada, obviamos o subestimamos a las creadoras, lamentablemente confinadas bajo un patrón patriarcal impuesto mediante los canales de la familia y la sociedad desde los más antiguos órdenes o estructuras de las diversas civilizaciones: es un tumor mimético y reiterativo incrustado en los cerebros de millones de generaciones.


Habría que hacer un experimento con ensayos clínicos de antídotos o vacunas, para hurgar en la pulpa del cerebro, aplicar y extirpar este engendro lacerante que también se encuentra en las propias mujeres. Muchas se someten hoy día, se subestiman y obligan a sus féminas descendientes a mantener su posición de víctima dócil y sumisa practicada por sus tatara-tatarabuelas.
Por otro lado, no estoy en contra de las exhibiciones solamente compuestas por mujeres artistas, ni soy quién para juzgarlas, pero pienso que ese intento de poner una “curita” al fenómeno excluyente, aunque no lo parezca lejos de ser una “protesta”, es otra postura discriminatoria, es una puesta en forma -sin esa pretensión- de nuestra supuesta “inferioridad” y “poca capacidad” de hacer pulso profesional en igualdad de condiciones con los creadores sobre un terreno inclusivo de colectividad. La solución no es apartarnos-excluirnos nosotras mismas y formar filas redentoras para hacernos notar.
No somos unas mascotas que además podemos “juguetear” a hacer arte y todo. Sería más efectivo realizar exhibiciones, en el caso de que se quisiera hacer justicia ante la falta de equidad de género, basadas en esta temática e invitar a creadores de todos los sexos incluyendo los trans, X-trans, los bi y los tri-plus. Son tiempos de unir y hay muchos hombres que apoyan esta idea de la equidad.


Lo mismo pienso sobre las posturas feministas/obsesivas, las feminazis, que terminan en violencia y odio hacia el sexo masculino, bajo los efectos adictivos de frustraciones patológicas ante la condición Alfa masculina, llegando a discriminar al barón al punto de cometer el mismo error que se critica.
(Ojo, un maltratador de mujeres no ejerce la violencia por ser hombre sino por ser un hijo de puta, al igual que existen las despiadadas maltratadoras, por lo general abusadoras de infantes y ancianos; es algo que tiene que ver con el retorcimiento de la condición humana: ambos maltratan al más débil físicamente y sicológicamente, sea mujer u hombre, niño o niña, ancianos y animales domésticos).
Vuelvo al Premio. De qué se trata la ausencia casi total de las creadoras dentro de esta feria de galardones? No voy a cuestionar valoraciones conceptuales y formales desde el punto de vista artístico, pues esos criterios son muy fáciles de contaminar con factores emotivos, gustos personales y otros de carácter extra-artísticos. Soy de la opinión de que, en esta “evaluación”, los resultados siempre serán cuestionables e injustos pero al unísono también serán justos.


La calificación dentro del arte es algo muy subjetivo y abstracto e imposible de conceptualizar objetivamente con imparcialidad, honestidad y justicia, pues no se trata de ciencias exactas. Ni el profesional más frío y racional que exista en el planeta podrá realizar una tesis o un parlamento docto que sea sensato y consecuente con la obra de arte. Podrá incluir todo un vocabulario muy sofisticado purgado y extraído de los libros de semántica, diccionarios filosóficos, fundamentos sobre la estética, alquimia, tendencias políticas, metafísica, biología, ciber-world, etc, pero en el fondo, y sin que él lo asuma concientemente, el leitmotiv está oculto dentro de los cajones del subconsciente, en las ranuras taraditas emocionales del cerebro. Todo lo demás no es más que un autoengaño, conjetura y una controversia verbal aprendida y diseñada por lxs profes de academias y universidades, que exigen a sus alumnos de arte que “justifiquen conceptualmente sus creaciones y se conviertan en seudo-teóricos”. Lo simpático es que en muchos casos estos crean sus obras y posteriormente le inventan un muñeco (como ellos mismos le llaman a “justificar” su trabajo) a golpe de panfletos para agradar a los maestros, tutores, oponentes y tribunales. Tiempo después repetirán la misma historia parásita hasta la saciedad, en charlas, entrevistas, talleres y conferencias durante eventos en Universidades, Museos, Galerías y Centros Culturales del mundo.



Así que será mejor apuntar para los creadores y creadoras de vasto historial y una proyección visible tanto nacional como internacional. Claro que siempre quedarán marginadxs grandes artistas de vasta labor creativa que no pudieron materializar su “proyección nacional e internacional” por haber sido saboteadxs y/o vetadxs (por diversas causas) por curadores (independientes y estatales), críticos de arte, funcionarios y artistas mutiladores (que suelen ser estos últimos muy dañinos), algunos solapados y traidores y otros aliados a dirigentes estatales de la cultura. (Ahí se los dejo de Estudio Individual).
Qué tiene que hacer una artista cubana para que se le respete y se reconozca su labor como creadora en equidad con los creadores y deje de ser el animalito doméstico que hace “adornitos bonitos” en su casa?
Artistas nacidas en Cuba con una fuerza expresiva muy personal y exquisita, larga trayectoria tanto nacional como internacional, aportes y reconocimientos.

Algunas de las que voy a mencionar residen fuera de Cuba (al igual que el premio nacional de 1995, Agustín Cárdenas) (2) pero no por eso dejan de ser creadoras cubanas, ni tampoco han dejado de exponer su obra dentro de Cuba constantemente en Bienales de La Habana, Museo Nacional, Centro Wifredo Lam, Teatro Nacional y otras galerías y centros culturales del país. Algunas de ellas son aún jóvenes/maduras o tembitas, sin embargo poseen un nivel profesional dentro de la categoría de excelencias y además una prominente proyección dentro y fuera de Cuba:
Rocío García, Hilda Vidal, Sandra Ramos, Tania Bruguera, Zaida del Río, Flora Fong, Nélida López, Olimpia Ortiz, Consuelo Castañeda, Isabel Gimeno, Alicia Leal, Julia Valdés, Glenda León, Nereida García, Ileana Sánchez Hung, Mayra Alpízar, Ileana Mulet, María Magdalena Campos, Jacqueline Brito, Ileana Hung, Aimee García, Sandra Dooley, Jacqueline Maggi, Diana Balboa, Alicia de la Campa, Iris Leyva, fotógrafas como Marta María Pérez, Mayra Martínez, Cirenaica Moreira, Gilda Pérez, Isabel Sierra y la ceramista Julia González entre otras. Siento mucho no poder mencionarlas a todas pero sé que existen muchas más.
Si se pretende que sea un premio justo y equitativo, abierto y desprejuiciado, se deben dejar fuera las discriminaciones de género, de autodidactas, de artistas de la diáspora, decantaciones por ideologías, filosofías, política y religiones.
El tema de la ausencia casi total de los artistas autodidactas queda para la segunda sección. Toma!!!
En este libro que ha continuación comparto, se analiza este tema de la marginación de la artista mujer en el contexto artístco cubano. Específicamente se ensaya la obra de Rocío García, Tania Bruguera y Olimpya Ortiz. El libro, más aplio, contiene ensayos sobre racismo en Cuba.
Notas:
(1) Jay Matamoros: Premio Nacional de Artes Plásticas, año 2000. Integraron el jurado ese año: Sandra Ramos, Carlos Garaicoa, Elvia Rosa Castro, Eduardo Ponjuán, Manuel López Oliva, Roberto Salas, …Con los años supe que había todo un mito alrededor de nuestra decisión que consistía en la creencia, por parte de las autoridades culturales, de que otorgábamos el premio a Jay para no otorgarlo a Korda y así le “estábamos pasando una cuenta política”. Tal era el prejuicio hacia los artistas populares o naif que tuvieron que buscar un argumento extraartístico para entender nuestra posición. (Nota de la Editora)
(2) La autora insiste en el tema de los artistas residentes fuera de la isla porque el Premio Nacional de Artes Plásticas, en una de sus cláusulas, excluye a aquellos que viven en otro país.
Si deseas apoyar a la autora de este texto, puedes visitar este link en #backroomart y llevarte un printable

Imagen de portada: Hector Martínez. La tiza forever. Disponible en nuestra tienda online #backroomart

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