Osmany Suárez Rivero
Amigxs:
Durante estas jornadas de arqueología audiovisual he encontrado una entrevista de los años ochenta, hecha por Verónica Castro a Amaury Pérez en México que, mínimamente me ha dejado con la boca lista para que alguna golondrina estacional anide. En un momento del intercambio, el tlatoani de Fontanar le dice a la actriz mexicana: «Yo creo que uno de los defectos más grandes que la gente me ha achacado es que soy exageradamente natural y exageradamente espontáneo. Y que eso es malo porque el artista debe guardar cierto estilo…» Pobre Aretha Franklin, When you make me feel like a natural Amaury. A-mau-ry.
Alcé la mirada al altísimo y pensé, a lo mejor instado por una tradición como la mexicana donde los dualismos zoomorfos desde la época precolombina definen a la mitología azteca, quiere jugar a ser una entidad dual, como Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, o motivado por los directivos de Televisa se ha marcado un personaje propenso al sufrimiento -individuo poco emotivo, inhibido, cohibido- con la paradoja de su vida artística: ser alguien apasionado y reprimido al mismo tiempo.
Pero lo mejor del diálogo es la caracterización de hombre acongojado que logra cuando dice: «Yo he luchado mucho por tratar de conseguir cierta prestancia, pero no puedo…» Toma ya Raquel Revuelta y todo Teatro Estudio; numerazo histriónico que se ha anotado el príncipe de la trova. Si alguien afectado de diabetes o cardiopatía isquémica nunca se ha preguntado frente a la Covadonga o el Calixto García: «¿Por qué yo? Pero ¿por qué yo?» (como queriendo decir: «No es justo»); pues Amaury sí lo hace sobre su angustia de no parecer artificial frente a todos. Eso al parecer lo trastorna. Pues tratando de responderle como telespectador a Verónica Castro, porque tampoco soy Calviño, ni la Virgen de Lourdes, he tomado prestado un fragmento de Armance de Stendhal, cuando el médico tranquiliza a la madre ansiosa diciéndole que, en definitiva, Octave (Amaury) no padece enfermedad alguna sino sólo «esa característica melancolía crítica e insatisfecha propia de los jóvenes de su generación y posición»
Ahora bien, pueblo de Cuba: ¡Qué injustos hemos sido con Amaury! ¡Qué poco hemos calado en su registro coloquial, en su prometeica naturalidad ensamblando bicicletas con los socios del barrio, su tráfico de acetona para las manicures de Boyeros, sus madrugadas de desvelo tostando chícharo para las coladitas grupales en el CDR “Amistad Pyongyang- Fontanar”…. Gente, vamos a estar aquí y no en Black Mirror, porque ya basta de injusticias con el hijo de Consuelito. A partir de ahora, para que quede claro, el personaje de Amaury debe morir en nuestro imaginario. Su ciudadanía televisiva debe ser anulada por las autoridades de la cultura nacional. Todas aquellas historias del tipo excéntrico y desgarrado intentando postularse como el trovador espectacular de los ochenta (a ratos emulando la lírica de Silvio Rodríguez pero con más escote que Mirta Medina) no deben conservarse. Tampoco es definitoria su idea de crear, en el astillero del ICRT, un Arca nombrada “Con dos que se quieran” donde acoplar a algunas de las especies de la cultura cubana que se deben honrar, preservar e inmortalizar. De paso, olvidemos sus malos chistes acerca del parecido de Alex Ubago con los síndromes de Down, sus sarcasmos sobre las obsesiones del cine cubano con la precariedad y el margen social habanero e incluso, su cohecho en la divulgación de algunos juicios y acciones racistas en la historia del Ballet Nacional…
Gente buena, atiendan a esta entrevista donde Amaury nos está abriendo el camino para discernir en qué nos hemos engañado toda la vida y cuáles han sido nuestras fallas de carácter respecto a su persona. Reformen su predisposición y aprecien que las mentiras que amordazaron su prolongada agonía deben ayudarnos a juzgar mejor la algarabía de su alegría, la conmoción de su ternura y la inquietud de sus ideas… Por eso, aquí les dejo también su video de “Acuérdate de abril”, para que inauguren el mes comprendiendo ese tránsito o transformación de su especie, que en la cultura cubana sería lo más parecido a la humillación sufrida por los dinosaurios en la cadena evolutiva. Unos seres que luego de dominar la tierra con su imponente tamaño, engreimiento y monstruosidad, degeneraron a la gallina; ave que ni siquiera puede volar y para colmo se ve sometida a estar enjaulada para favorecernos con su carne y sus óvulos (huevos). ¡Oye, de madre ser en los ochenta un brontosaurio hambriento, dispuesto a devorar toda la flora de Cuba, para luego convertirte en gallina picoteadora de gusanos en Fontanar !
Acuérdate de abril (haz click aquí) y entrevista con Verónica Castro (haz click aquí)
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Amaury Pérez nació con un mecanismo apto para ser una persona inteligente, pero su alma es incompleta o defectuosa y su espíritu es pobre. Creo que sí se reiniciará su existencia, tuviera oportunidad de ser mejor persona, pero fuera necesario cambiar todo su entorno.
Yo creo q es la calamidad de la televisión cubana. Más que Serrano incluso porque resulta complicado desmontar su banalidad y bobería frente al gran público. Sí, en su caso no puede decirse que haya sido una falla de fábrica