Osmany Suárez Rivero
Amigxs:
Y pensar que esta fue nuestra segunda incursión en el Concurso OTI.
En 1992, mientras Augusto terminaba de hacer el crucigrama de la revista Bohemia y faltándole dos sudokus para cumplir la jornada, fue avisado que defendería a Cuba con el tema “Solo para mí” en la prestigiosa gala. Canción semihorchatada con un poco de canela de los viejos concursos Guzmán, media lata de leche condensada de las noches de descarga del Gato Tuerto, otro poco de azúcar prieta del programa “Todo el mundo canta” y un jarro de agua de la cisterna del ICRT, pero al fin y al cabo lista para que Augusto se encargara de convertirla en la primera fusión de arte interpretativo y lenguaje para sordos e hipoacúsicos.
La idea era impactar y causar furor después de tantos años fuera del certamen. De manera que Augusto, quien pasaba un curso en la ANSOC previendo su futuro artístico luego de la desaparición del campo socialista, dijo: Yo ya tengo nivel I en un programa de señas que estoy recibiendo, así que podría fusionar voz y gestos. Eso seguro nos coloca entre los primeros lugares.
Quedó en décimo lugar. Pero bueno, frente a la pantalla estaban todos sus compañeros de aula esperando su presentación para practicar y desarrollar habilidades.
Gente, que nadie en los ensayos le dijo dale suave con la mueca, bájale a la expresividad del cuello, no abras y cierres los ojos tan rápido que te puedes marear, cuida las abertura bucal que se te ven los empastes… No sé, algo. Al fin y al cabo, no hacía falta que lo vieran desde una estación orbital.
Terrible eso de confundir en la canción cubana expresividad con mueca. Y saben qué, al lado de Augusto Enrique, Alfredito Rodríguez es el preescolar de la mueca.
A quienes les interese el estudio, hay una evolución en la carga genética de la mueca en la canción cubana…
Además, por problemas económicos, hubo que prescindir de asesor de vestuario, y Augusto devino maniquí postmoderno: chaqueta, pantalón y chaleco con menos gracia que los ocupados por el checo Karel Gott en Varadero 70´, una cadenita de fantasía apretada al cuello (amuleto de la suerte) que Amaury había usado en su concierto de 1987 y el moño (no trenza, tupé, flequillo, cresta o rasta) estilo Annia Linares cantando “Heridas”.
Cuentan que, al salir del teatro en Valencia, lo seguían grupos de perros.
Miren p´acá:
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