Elvia Rosa Castro

Yo me había preparado para explicar con detalles la serie de fotos de Berna Reale de la Ginástica da pele en Nara Roesler que de hecho recomendé aquí en el blog pero al llegar temprano el día 5 de diciembre veo que ya no estaba. Pregunto y me dicen que no, que no la habían vendido pero que decidieron intercambiar por otra serie de otra artista y llevarse Ginástica da pele a la trastienda. En inglés hay una expresión para eso, que me gusta: ellos estaban “testing the waters” y es muy probable que las fotos de Berna Reale excedieran los estándares de lo permisivo dentro de la denuncia al racismo. Alguienes la vieron chocante, demasiado fuertes para una feria, pienso.

Berna Reale. Ginástica da pele

El mundo sin pliegues asimila más la banana de Cattelán. No obstante, si husmearon bien y visitaron todos los booths no podían deshacerse fácilmente de la presencia negra por todas partes. Esta fue, a vuelo de pájaro, la tendencia más marcada: la denuncia del racismo y en consecuencia la representación y la salutación del cuerpo negro. Y ojalá que siga.

En la plataforma que muestra a jóvenes “emergentes” (sigamos el juego de ArtBasel pues  de emergentes únicamente tiene el cartelito) estaba el californiano Paul Mpagi Sepuya (1982) con su palimpséstica serie fotográfica Darkroom Mirror (2017) en la cual convergen dos temáticas, la raza por supuesto, y la comunidad queer en composiciones absolutamente atractivas y hedonistas. Aquí también el artista se propone develar los “secretos” del plató, tanto las herramientas como el flirteo camaraderil, colaborativo y empático de los implicados.

Paul Mpagi Sepuya. Darkroom Mirror

De raza negra y comunidad queer van las bellísimas fotos de la sudafricana, también activista, Zanele Muholi (1972), presentada esta vez con wallpaper de llamativas dimensiones (Buhlalu I, The Decks, Cape Town).  El tono de la piel ennegrecida a propósito acentúa el sitio protagónico que le ha sido secuestrado a las personas de raza negra en Sudáfrica y específicamente a la comunidad LGTB. Ella misma declara que su objetivo es “reescribir una historia negra y transexual de Sudáfrica para que el mundo conozca nuestra resistencia y el apogeo de los crímenes de odio en SA y más allá”. La Galería Stevenson, el año pasado le dedicó un Kabinett a Zanele Muholi y siempre que pude la recomendé como mi highlight.

Amoako Boafo pinta a Lorraine O’ Grady (nótese que los artistas africanos o afroamericanos tienen por costumbre celebrarse, homenajearse entre ellos mismos, una práctica que permanceció en manos de mainstrean blanco por siglos y que ahora es retomada como estrategia de resistencia y denuncia) con la vigorosa paleta que lo caracteriza y los fondos blancos que hacen resaltar la figura retratada. Es muy probable que el retrato de O’Grady, montada en una recámara al más conocido estilo de Azaceta, pertenezca a la serie Diáspora negra, una celebración de la identidad y la negritud.

Amoako Boafo. Lorraine O’ Grady

En Robert Projects, frente a este pintor ganés que reside en Viena, había una instalación de la veterana pero siempre fresca Betye Saar (1926). Gliding into Midnight consiste en un bote lleno de carbón (elemento que no es sólo es negro sino que fue medular en la economía de siglos anteriores) y manos negras que surgen de él. Debajo del bote colgado, y sobre el piso un grabado de un barco negrero refuerza la intención de la autora, quien recicla la experiencia de la trata negrera para hablar de la migración contemporánea.

Betye Saar. Gliding into Midnight

A dos escasos metros Otis Quaicoe (1988), ganés residente en Portland, también celebra la identidad negra y el fashion del cual les hablé en Hay momentos en que no se puede ser polite, el cual no es únicamente un recurso decorativo sino elemento identitario per se. Otis Quaicoe (aquí con el retrato pictórico Red Scarf) ha sofisticado su paleta y sus personajes exhiben el donaire del orgullo, la potencia de su background culturay político. En enero  próximo estará exhibiendo Black Like Me en Robert Projects. Kehinde Wiley estaba ahí también con sus típicos retratos de fondos surreales-florales pero hablaré de él más adelante.

Otis Quaicoe . Red Scarf

Rhona Hoffman, ¡claro que Rhona Hoffman!, la galería de Chicago que no pestañea al mostrar las descarnadas e hiperreales fotos de la artista afroamericana Deana Lawson (1979). Su obra le debe en buena medida a su propio ojo antropológico, familiar y extraño, que trata de preservar una memoria ligada directamente al modo de vida de la comunidad de origen afro. Ella, según explica, “trata de establecer un standard de valores diferentes y decir que las vidas negras cotidianas, las experiencias cotidianas, son hermosas, poderosas e inteligentes”.

Deana Lawson. Cascade

Allí también, en Rhona Hoffman, estaba un collage de Gray Area Series: Heading Out, de Derrick Adams (1970) y su Self Portrait on Float, otro collage sobre papel. Artista nacido en US, es conocido por secuestrar la figura del blanco de su zona de confort para que esta sea ocupada por el negro en pleno estado de ocio, “sitio” del cual ha sido excluido y segregado históricamente (el 70% de la población afroamericana no sabe nadar, afirma el artista). Además, estas pinturas revisan con ojo crítico la historia del arte, sobre todo los famosos desayunos y paseos campestres, donde únicamente el blanco ha sido representado.

Derrick Adams. Self Portrait on Float

El Gauguin sudafricano, Cinga Samson (1986), estaba en NOVA con blank project, de Cape Town. Moda, superstición, aspiraciones y espiritualidad son los condimentos de sus pinturas-collages, cuya minuciosidad no les resta energía y poder.

Cinga Samson. Izilo Zomlambo 4

Sería ideal que esto ocurriera con mayor frecuencia y que no fuera siquiera un tópico a resaltar. Cuando gran parte de Occidente, deudora de la activa cultura afro, deje de verla como “otredad”, otro gallo cantaría.

(Continuará)