Alejandro Figueredo (1991).  Vive y trabaja en Los Angeles

Disonancia, 2015

TV Materiales: Pantallas de TV, audífonos y cojines para arrodillarse

En este video bi-canal,
las voces de Assata Shakur y Tania Bruguera revelan como los activistas están
implicados en la complejidad de las nuevas situaciones que se desarrollan en
Cuba a partir del anuncio, en diciembre de 2014, de la “normalización” de las
relaciones entre Cuba y EE. UU.

Bruguera es una artista
del performance cuya obra podría resumirse como un cuestionamiento y reto
constante al gobierno cubano. Esto le ha provocado dificultades y límites a la
hora de realizar su labor de activismo dentro de Cuba. Shakur fue líder del
Black Liberation Army y miembro del Black Panther Party. Ella huye de EE.UU. en
1984 para vivir bajo asilo político en Cuba. Shakur abraza la libertad que ella
encuentra en Cuba, una libertad que es ahora amenazada por el nuevo estado de
las relaciones entre los paises. A la inversa, Bruguesa expones los
desequilibrios y carencias de la libertad en Cuba. 

Disonacia incorpora audios que
provienen de dos fuentes: una llamada telefónica que Bruguera hizo a su hermana
en enero de 2015, cuando fue arrestada y proscrita del contexto cultural e
intelectual de la institución del arte cubano por intentar emplazar un
micrófoco abierto en la Plaza de la Revolución de La Habana como parte de un
obra perfomática; y Shakur’s leyendo una carta que ella escribió al Papa en
1998.

En mayo de 2013 el F.B.I
convirtió a Shakur en la primera mujer en su lista de Terroristas más buscados,
causando que “desapareciera de la vista” 
en Cuba desde entoces. Ambas, Bruguera y Shakur han sido aclamadas como
luchadoras por la libertad pero, desde la definición de sus respectivos paises,
ellas son disidentes políticos.

Disonancia invita a la audiencia a
ser partícipe en el díalogo de contenidos que se crea entre estas dos
activistas y, simultáneamente, pretende involucrar al receptor en  desentrañar las contradicciones políticas,
escondidas entre líneas, en ambos pronunciamientos hacia “cierto poder”.

Además, la pieza
funciona implicando al espectador no solo en un nivel conceptual, sino también
a nivel físico: para poder escuchar tiene que estar arrodillado.