Si algo caracteriza a los proyectos liderados por Juan Delgado Calzadilla es que todos culminan con un libro o, mínimo, un cataloguillo publicado. Si algo le obsesiona es la memoria impresa en esos plotters alemanes que inyectan chorros de tinta por segundo y reproducen con un 100% de fidelidad las imágenes. Ya van tres ediciones de Detrás del Muro (2012, 2015, 2019), un mega proyecto de intervención pública que se realiza durante la Bienal de La Habana. Ese hat-trick tiene su libro colateral, que en la mente y voluntad de su líder adquiere un carácter nuclear. Al final, eso es lo que queda.

La última edición de DM, en abril del año pasado, ya tiene su libro y fue presentado el pasado 25 en Casa de América con la presencia de muchísimos amigos y amantes del arte, el equipo entero del proyecto, Juan Calzadilla y Jorge Platas, jefe de Departamento de Cooperación y Promoción Cultural, AECID. Todo ello, en la órbita de la feria ARCOMadrid2020. El catálogo está disponible online.

El escenario del proyecto Detrás del Muro es el espacio público, y por supuesto este modela su estructura desde el aspecto físico-material, social, cultural y económico. DM, en consecuencia, no es un proyecto ensimismado y narcisista y al mismo tiempo, tampoco es populista.

He tenido la suerte de colaborar con este proyecto y estar en su headquarter las dos primeras ediciones. Para esta última sólo le puse título al proyecto, Escenario líquido, e introduje a Juanito al estudio de Enrique Martínez Celaya así como a la artista peruano-newyorkina Grimanesa Amorós. Bueno no, mi sugerencia de título era Detrás del Muro: una factografía líquida, por aquello del impulso utópico y el arte para todos preconizado por los soviéticos vanguardistas que creían en su rol emancipador. También porque el malecón se convierte en un gran collage de experiencias (más que una vitrina de obras se trata de un intercambio de experiencias y afectos que dura pocas horas), y si a eso le unimos las nociones de Benjamin sobre la “recepción en la dispersión” y las “iluminaciones profanas” que toman cuerpo allí pues todo quedaba bastante acoplado. Ello lo uní a la noción de “identidad líquida” que ya conocemos y al absolutismo del mar con esa escala intratable que hace desaparecer hasta a una escultura de 4 metros.  (No recuerdo ahora, la verdad sea dicha, cómo llegué a cambiar factografía por “escenario”).

El arte en el espacio público necesariamente pasa por esas tesis blandas mencionadas arriba y hoy en día sería casi impensable sin las amplias redes de colaboración multisectorial que sutilmente van descomponiendo el aura de la obra de arte. De manera que la autoría se desvanece tras el cuerpo comunitario. En esta dirección se ha ido moviendo aún no vehementemente DM. A refugiarse, y eso creo puede otorgarle más dignidad, en micro-espacios, más softs y menos grandilocuentes.

En comparación con las ediciones anteriores, el libro fue producido a una velocidad meteórica y editado por La Fábrica, con sede en Madrid. Para esta ocasión contó con una introducción de Juanito Calzadilla seguido de un ensayo del reconocido ensayista Iván de la Nuez, “Reconstruir el Malecón para romper el muro”. Evelyn Álvarez escribió el suyo, “La (re)invención de un escenario”. Rigoberto Otaño escribió sus “Relatos de un escenario líquido” y Luis E. Padrón “El poder del arte”. Mera descripción la mía pues aún no he visto ni leído los textos y de pensarlos se me hace la boca agua. La portada, de lujo. Y no, no me acostumbro a llamarlo dedelmu. I’m so sorry guys.

FELICITACIONES A JUANITO, A LUIS ENRIQUE, A PEPE Y A TODOS LOS INVOLUCRADOS EN ESTA EMPRESA