Elvia Rosa Castro

El otro día leí una excelente reseña de Liatna Rodríguez sobre una expo colectiva en la sede habanera de la galería Continua. La expo en cuestión se titula Por siempre una y otra vez y su núcleo curatorial son las obsesiones. En su texto Liatna pone en entredicho la empatía de las obras y autores escogidos con el tema que esgrimen sus curadores. Según ella, la balanza se inclina a la repetición y al estilo más que a la obsesión. No vi la muestra, y a pesar de la excelente galería de imágenes que está mostrando Rialta , y de que conozco la carrera de todos los que allí están exponiendo, no hablaré de la exhibición sino de lo que el texto de Liatna me provocó mentalmente hablando.

Hace varios años decía yo que los textos de Emilio Ichikawa me provocaban en el mejor sentido. Que casi siempre, toda vez que leía algo de él, se me ocurría algo a mí. Como un mono ve, mono hace a nivel intelectivo pero alejado de la mímesis que supone la frase, ¡fatara más! Bueno, pues la reseña de Liatna me ha llevado a pensar en el arte hecho por cubanos, especialmente aquellos que al pasar de los años una pueda decir que han estado marcados por alguna que otra obsesión (fuera de toda empresa terapeuta mi ánimo, que no sy Jung ni Freud).

Aquí va mi frenética lista escrita a vuelo de pájaro señores. Colaboraciones son bienvenidas:

Carlos Garaicoa está obsesionado con la arquitectura y la ruina en calidad de texto legible

Yornel Martínez está obsesionado con las posibilidades expansivas del texto y sus posibilidades desestabilizadoras

Ernesto Leal está obsesionado con la escritura en tanto conducto de poder

Ernesto Oroza está obsesionado con la estética de la necesidad y la desobediencia tecnológica

Ángel Ricardo Ríos está obsesionado, en su fase pictórica, con la bacanal como elemento emancipador

Belkis Ayón estaba obsesionada con el enigma de la sociedad Abakuá para hablar de la censura de género

Aimée García está obsesionada con el autorretrato como vía de autoconocimiento

José Bedia está obsesionado con abrir el cerrojo binario de Occidente

Ezequiel Suárez está obsesionado con la naturaleza axiológica del arte en un contexto determinado

Rocío García está obsesionada con las relaciones de poder y la crítica al falocentrismo

Consuelo Castañeda estuvo obsesionada con la recepción del arte en las culturas periféricas

Flavio Garciandía está obsesionado con las posibilidades enunciativas dentro del propio territorio pictórico

Elizabet Cerviño está obsesionada con una noción de vacío y el agua

Manuel Mendive está obsesionado con el legado poético-espiritualde las religiones afrocubanas, especialmente la Yoruba.

Stainless estuvo obsesionado con el kitsch y la gozadera como vehículos de choteo político

José A. Toirac está obsesionado con la figura de Fidel Castro

Michel Pérez El Pollo está obsesinado con el hallazgo

Luis Enrique El Chinito está obsesionado con la naturaleza cinematográfica de la realidad

Luis Gómez está obsesionado con los mecanismos reguladores de el mundo del arte

Félix González Torres estaba obsesionado con la relación entre lo público y lo privado

Ana Mendieta estaba obsesionada con el cuerpo como reservorio de identidad

Glenda León está obsesionada con lo minúsculo en tanto ablandamiento del ego

Muchos están obsesionados con la idea de batear a la altura de las letras

jorge&larry están obsesionados con el acaparamiento cultural y la asociación de referentes

Mariano Rodríguez estaba obsesionado con el gallo y la reafirmación falocéntrica que esta ave de corral supone.

Baxter está obsesionado con los hacinamientos en el entorno urbano

Frank Martínez está obsesionado con el cruce de significados que aportan los remakes de las fotografías históricas

Carlos Montes de Oca está obsesionado con las obsesiones