En esta fase de pandemia y a causa de ella muchas personas que conocemos han perdido sus empleos y sus vidas. La mamá de mi mejor amiga falleció el 24 de abril en Barcelona a causa del COVID-19. Ahora es que lo hago público pues el impacto pudo más que mi entusiasmo mediático. Hay algo muy absurdo y cruel en el hecho de morir a manos de un virus si caemos en cuenta de que va contra la naturaleza humana: mientras más te aíslas, más a salvo estás. Mientras más anti-social, mayores probabilidades de que vivas. Carlos Aguilera fue tal vez el único testigo que tuve en ese proceso de anomia momentánea. Sólo yo sé -y tal vez Dios– que la entrevista que ambos cocinamos en torno al libro Umberto Peña. Bocas, dientes, cepillos, restos me costó “sangre, sudor y lágrimas”. Ese valor incrustado en las cosas de las que hablaba Karl Marx y que es invisible. Esa entrevista fue el dispositivo enajenante de mi dolor.
Logro recordar -como si hubiera ocurrido antes de nuestra era- que en la fase temprana del virus en Occidente varios proyectos expositivos se quedaron en puro gesto mediático o simulacro. Un simulacro de nueva estirpe que ha llegado para quedarse y que tal vez haya que estudiar y agregarle contenido, por aquello de que lo lógico es lo histórico rectificado (Hegel, in fact). En este fenómeno desaparecen la atracción de la física, el sex appeal de la artesanía y el aura tradicional.
En La Habana, Marta María Pérez inauguró su expo en el Museo Nacional de Bellas Artes en medio de una incertidumbre extraña pues en Cuba aún las personas no tenían -ni tienen increíblemente- “percepción de riesgo”. Recuerdo el convite a visitar la muestra y sospecho que muchas personas alrededor del mundo amantes de su obra se vieron obligados a suspender sus viajes a Cuba. Adrián Fernández inauguró su expo en el Centro Wifredo Lam a puertas cerradas como mismo Chuli Herrera en la Galería Galiano con su expo Como yo sí puedo. Quién se atreve a pronosticar cuándo volverán a tener una oportunidad parecida. Seguirán teniendo el valor simbólico que aún poseen esos enclaves o deberán reformarse para ser efectivos en esto que llaman “nueva normalidad”? Gerardo Mosquera cree que “una enseñanza del confinamiento ha sido potenciar las posibilidades de la comunicación a distancia y en tiempo real”.
Al artista David Palacios le ha sucedido igual, solo que en Harare, Zimbabwe. Y hemos visto bastante de los artistas mencionados arriba pero no de David. Él es un artista de origen cubano que reside entre Londres y África. Point of View es el título de la exposición personal en la National Gallery de Zimbabwe “inaugurada” en marzo. Como todas, ha corrido igual suerte: museo cerrado. Mi conocimiento de su obra es reciente, cuando lo invité en 2017 a ser parte de un proyecto curatorial que de ingenua envié al Museo de la Diáspora en Miami. En ese momento había escogido Domestic Violence, 2016, una serie que él acoge bajo la categoría o seria Photo-Graphics Report, realizada en Nigeria y que resulta un tributo a Aihumekeokhai Ojeikere.

El proyecto Photo-Graphics Report está basado en la seria Hairstyles del fotógrafo nigeriano JD Aihumekeokhai Ojeikere, que nos muestra un panorama estético de las diferentes maneras en que las mujeres en Nigeria se expresan a través de los diferentes tipos de peinados. En el caso de Palacios esta expresión estética tiene dos connotaciones: 1)- Es el cabello de las mujeres de donde los hombre se agarran para bloquear y desmoralizar a sus víctimas mientras las golpean brutalmente con la otra mano, y 2)- La idea es retomar esta estrategia estética pero esta vez para representar un reporte fotográfico sobre la violencia doméstica en Nigeria, usando diferentes tipos de gráficos y datos basado en reportes locales e internacionales.
La serie Violencia doméstica forma parte de Point of View y resume una de las aristas dominantes del trabajo de Palacios: el trabajo con el documento, la estadísticas, el diseño gráfico y la memoria, una especie de sociología gráfica en la cuerda de Celia&Yunior o de Levi Orta por ejemplo. De ahí el uso del “report”.
En un comunicado de la National Gallery sobre esta muestra se resume:
In the Point of View exhibition, David Palacios reflects on multi-disciplinary forms of art that critically observe historical and contemporary socio-political occurrences. His assemblage artworks are responsive to the impact of disturbance instability of relationships, identity, time, and places as effects of forced migration. He illuminates the level of despair in displacement to illustrate the delicacy of human life and the emotional survival and resilience of refugees around the world.
En Point of View, además del Photo-Graphics, él apela a otro par categorial que es el Graphics-Painting. Usando un procedimiento peculiar, él transforma el dato o el gráfico estadístico, específicamente las barras de porcentajes en su equivalente en pintura, ya sea el resultado figurativo o abstracto. Así la obra se convierte en archivo o documento encriptado que “habla”. Esta metodología de aislar, extraer y convertir en pintura un dato da ya para un tema curatorial en sí si incluimos junto a David no solo a los mencionados arriba sino también a Reynier Leyva Novo con El peso de la historia y otras obras que han “salido” de tal operatoria.
Además de Domestic Violence, en esta exposición David enseña Percentage of households with high food expenditure, 2015. Photo-Graphics Report (Nigeria), Asylum seekers in the United States, 2010. (Ghaphics-Painting), Global Slavery Index, 2014-2020. (Ghaphics-Painting) y On your high horse, 2020 una bella instalación que contiene la siguiente leyenda: “Once upon a time: Emperors, Queens, Kings, Dukes, Prime Ministers, Presidents, Conquerors, Colonisers, Imperialists, Dictators, Founders, Liberators, Politicians, Military Leaders, Generals, Commanders, Statesmen, Magnates, Businessmen, a horse, and 74,791,939 refugees, asylum-seekers, internally displaced persons, returnees, stateless persons and others of concern by country/territory of asylum, end of 2018. (Installation-Ghaphics-Painting)”.
Definitivamente Point of View es una muestra políticamente comprometida con la denuncia de temas que han azotado al continente africano. David Palacios se une al coro de voces artísticas que ahora mismo están “sonando” en ese continente: Amoako Boafo, Cinga Samson, Mary Sibande, Paul Mpagi Sepuya, Conrad Egyir, Conaté et al.
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