Elvia Rosa Castro

Extraño los libros que tengo en La Habana. Uno en particualr, Formalismo e historicidad: modelos y métodos en el arte del siglo XX, de Benjamin Buchloh. Allí el teórico alemán inserta una nota discordante sobre el origen del collage o lo que muchos llaman fotomontaje o fotocollage. Según él apareció simultáneamente en Rusia (vía constructuvismo y linguística estructural) y Alemania. No obstante, les traigo esta cita de Georg Grosz pues apunta a dos elementos (más allá de la metodología) que acompañan al collage como fenómeno: su naturaleza rebelde y su eficacia en un contexto de censura:

“En 1916, cuando Johnny Heartfield y yo inventamos el fotomontaje en mi apartamento de Berlín, no teníamos idea de las inmensas posibilidades ni de la espinosa pero exitosa carrera que esperaba al nuevo invento. En un trozo de cartón pegamos una mezcolanza de anuncios de cintos para hernias, cancioneros para estudiantes y comida para perros, etiquetas de aguardiente y de botellas de vino y fotografías de periódicos ilustrados, recortadas a nuestro antojo, de manera que dijeran en imágenes lo que la censura habría prohibido si lo hubiéramos dicho con palabras”. Otra dimensión que pudiéramos añadir estaría en su relación intrínseca con la escritura: no total, truncada, esquizo, fragmentada, confiscada, esencialmente alegórica, pero escritura al fin.

A falta de aquel libro exquisito de Buchloh, se puede consultar online, su tercer capítulo, “Allegorical procedures: appropiation and montage in contemporary art”. Aquí afirma que “El procedimiento de montaje es aquel en el que se ejecutan todos los principios alegóricos: apropiación y agotamiento del significado, fragmentación y yuxtaposición dialéctica de fragmentos, y separación de significante y significado. De hecho, la siguiente declaración de los fragmentos de Baudelaire de Benjamin se lee como una descripción exacta de los procedimientos de montaje/collage: “La mente alegórica selecciona arbitrariamente del vasto y desordenado material que su conocimiento tiene para ofrecer. Intenta unir una pieza con otra para descubrir si se pueden combinar. Este significado con esa imagen, o esa imagen con este significado. El resultado nunca es predecible ya que no existe una mediación orgánica entre ambos.”

Voy escribiendo y aparecen nuevas dimensiones y es la relacionada con la vocación ecologista del collage en tanto se apropia de aquello que supuestamente fue considerado residual. No existe la noción de merma en la noción de collage.

DOS

Usted ve que hay una expo titulada Come together y ya ese nombre de entonación inclusiva te da buena espina. Luego ves fotos del making off, reuniones con artistas que son cuando menos interesantes y piensas, esta gente está cooking something up. Luego viene un amigo y te dice que es una expo rara y ahí mismo ya es imposible resistirse, dado que para mí eso es un elogio en estos tiempos. Ser rara es ser diferente y es ser fresca. Es salirse de la norma.

Evelyn Aguilar

Come Together. Exposición colectiva sobre collage es una muestra curada por Yenny Hernández y Ricardo Miguel Hernández en el espacio Infraestudio (Calle 17, No. 7, entre N y O, Vedado, La Habana) y pudo realizarse gracias a la colaboración de la embajada de Noruega en Cuba. La expo cuenta en su catálogo con un meta-texto escrito en clave postcrítica de Orlando Hernández que es una pasada. Él lo tituló, “No me gusta el colach”. La portada del catálogo es una obra de Evelyn Aguilar Sánchez.

En el statement general de la muestra los curadores refieren que “Come Together pretende rescatar la historia ensombrecida del collage en el país, a la vez que sacarlo del punto ciego de la mirada crítica nacional con la pretensión de ser reconsiderado por la historiografía contemporánea, algo esencial cuando analizamos en retrospectiva una práctica que entró al país y comenzó a asumirse desde los años cuarenta del siglo pasado. Esta muestra se ancla en ese principio de la simultaneidad de códigos aparentemente incompatibles que en su mixtura dan como resultado propuestas estéticas críticas, las cuales traen a colación cuestionamientos sobre cómo es posible coexistir desde la heterogeneidad y la fractura”.

En este escenario post-productivo que supone una expo de collage, los curadores dejan claro que “los artistas seleccionados no discursan desde una yuxtaposición estéril del collage. Hay en todas las propuestas una voluntad consciente por la descontextualización y la desjerarquización de los archivos, la desarticulación y el desvío de aquello que, además de materia prima, se ha convertido para ellos en recurso rizomático de su praxis”. De modo que otro recurso ideológico sería la anti-normatividad de este tipo de creación.

Pero más allá de todas estas implicaciones, Come together trae a presencia una práctica que no por estar ahí y tener decenas de cultores, ha sido “remotamente “debidamente” promovida. Existe un infinito potencial que esta muestra puede liderar, sobre todo a partir de ese cauce interactivo que abrieron. Con las nuevas prácticas culturales y artísticas, la creación de collages se expande y enriquece, el principio de mezcla y montaje de un Dj por ejemplo constituye un collage, y ya es muy común leer el término “collage digital” cuando se suponía que aquel era todo lo contrario de este en tanto suponía artesanalidad, gracia, y calidez. Los curadores advirtieron esto y lo convocaron.

TRES

Usted recuerda el segundo párrafo de esta reseña, mira para atrás y da con Dadá para llegar a la conclusión de que no hay casualidad en que varios de los artistas presentes en Come together sean escritores: Omar Pérez, Larry, Pedro Juan Gutiérrez, el propio Orlando.

Vídeo, perfomance, foto-collage, collage digital, e instalación forman parte de Come together en tanto muestra de versatilidad y de las diferentes aristas en que puede ser estudiada esta metodología creativa. En mi caso, extraño ahí a Magdiel Aspillaga con sus notables videos de la primera década de este siglo basados en el collage pero entiendo que las curadurías son ejercicios de edición y decantación.

De todas formas un palo no hace al monte. La nómina de Come together es el mismísimo crème brûlée: Pedro Juan Gutiérrez (Matanzas, 1950)/Orlando Hernández (La Habana, 1953)/Sandra Ceballos (Guantánamo, 1961)/Jorge Pantoja (La Habana, 1963)/Glexis Novoa (Holguín, 1964)/Omar Pérez López (La Habana, 1964)/Luis Gómez (La Habana, 1968)/Ernesto Benítez (La Habana, 1971)/larry (Los Palos, 1976)/José Carlos Imperatori (La Habana, 1976)/Ricardo Miguel Hernández (La Habana, 1984)/Nelson Barrera (Matanzas, 1988)/José Manuel Mesías (La Habana, 1990)/Evelyn Aguilar (Artemisa, 1991)/Fernando Martirena (Santa Clara, 1992)/Anadis González (Matanzas, 1994)/Niurka Moreno (Las Tunas, 1994)/Lázaro Saavedra Nande (La Habana, 1995)/César Saavedra Nande (La Habana, 1999)