Entrevista a Elvia Rosa Castro

HAC: ¿Cuál fue la razón fundamental que motivó el surgimiento de la sección Sr. Corchea?

ERC: Sandra Sosa, editora, curadora y crítica de arte, y yo aspirábamos a que existieran diferentes maneras de ejercer el criterio en el tabloide Noticias de artecubano. Las consabidas reseñas, unas veces críticas, otras no, junto a ráfagas sin fundamento aparente. Si algo me ha molestado siempre es tener que andar fundamentándolo todo, justificando, argumentando. Vanito compuso una canción que tituló Rockacola, la cual tiene que ver mucho con lo que estoy diciendo. En una parte afirma: «no hay que pedir perdones ni permiso a nadie». Pues bien, del espíritu que nos animaba, sin autocensuras ni poses, con espontaneidad, con ansias de llamar al pan pan y al vino vino; para decir «siempre hay un ojo que te ve»… y juzga, surgieron «A la altura de las letras», «Carta astral» y «Sr. Corchea». El Señor Corchea es un antipanóptico envidiable… creo yo.

HAC: ¿Se trata de una invención o de una apropiación?

ERC: Es básicamente una apropiación. Un pastiche. Claude Debussy, el compositor francés, escribió una obra en prosa que tituló Señor Corchea, antidiletante. Lo leí hace muchos años, allá por los años 80, pero se me quedó impregnada su filosofía. Jamás he soportado las poses, ni la «figuradera», ni el afán de ostentar cierta instrucción o saber. Ese era aquel Señor Corchea y en cierta medida, el nuestro. Este nuestro es una voz lega, que opina sin ambages, como todo cubano. Una voz que se mofa de la jerarquía otorgada por el conocimiento y el oficio, como el buen chota. 

HAC: El complejo de fluido que padece el personaje encarna el arquetipo del mitómano contemporáneo que aspira a figurar y opinar sobre todo. ¿Se pretende parodiar esta actitud tan frecuente en ciertos personajes reales que nos rodean?

ERC: No, en absoluto. Al menos no surgió con esa pretensión. No parodia, más bien emplaza esa actitud. La parodia siempre implica un respeto por el referente, incluso desde el mismo momento en que se le toma como tal. Aunque solo sea como coartada lingüística, el referente se respeta. En cambio, el Señor Corchea encarna la vox pópuli. Pero fíjate, no me desagrada que se tome como parodia. Ese sería un encanto más.

HAC: ¿Te parece justa la opinión de que Sr. Corchea es lo mejor de Noticias de Artecubano?

ERC: Todo parece indicar que la gente estaba esperando algo desalmidonado como el Señor Corchea. La sinceridad es algo que se extraña, tenga el empaque que tenga, el blanco que elija. A menudo hasta se va al paratexto de la exposición: brindis, música, público, etc., para desde ahí lanzar una crítica.

A mí me han invitado los propios autores de las exposiciones para que el Señor Corchea escriba algo, aunque sea en contra. ¡Es increíble! Lo mejor de todo es que no soy el Señor Corchea. Lo único que puedo decir es que el Señor Corchea no es un travesti.

Si la sección es lo mejor del tabloide o no, o mejor dicho, si esa es la opinión, evidentemente la gente está cansada de tanta retórica y prefiere una opinión sincera de la cual, a las claras, es cómplice. Esa opinión dice mucho del estado actual de la crítica cubana. Pero ese es otro asunto. Lo ideal es lograr el justo equilibrio entre el chanchullo y el fundamento.

HAC: En más de una ocasión, este falso quintacolumnista ha sido el más severo crítico de exposiciones de poca monta realizadas por creadores consagrados. ¿No crees que el desafío se convierta en una perenne exigencia con respecto al perfil crítico de la publicación que lo acoge?

ERC: ¡Por supuesto! Sin embargo, sobre los editores pesan –o pasan– muchísimos, incontables argumentos, los cuales hemos eludido de la manera más digna posible. ¿Y sabes por qué algo se vuelve contra nosotros? Porque la mar de las veces se trata de textos indefendibles, mal escritos. Y para colmo, sin «bomba». No obstante, sería injusto de mi parte culpar, señalar, mucho menos siendo juez y parte. Todo nos trasciende. Como escribiera un amigo: «Ahora nadie puede ser irreverente, ahora nadie se resiste […] Ahora nadie puede aplaudir, ahora nadie atestigua». Es como si nos dictaran, sé indiferente, la crítica en tiempos críticos es pura tautología. Creo que usé un término poco agresivo, paliducho, pero constatar ese estado de cosas es igual de triste.

HAC: La recepción del Sr. Corchea es muy controvertida. Para algunos, significa únicamente el espacio ideal para que un astracán muestre sus garras. Para otros, implica asentar la sospecha de que gran parte de nuestra conciencia crítica es más lúdica que solemne. ¿Cuál es tu punto de vista en relación con la ganancia ética que pueda contener este «divertimento»?

ERC: La primera variante es impensable. La segunda es una de las premisas del surgimiento de la sección y, además, es la demostración de que todos estamos expuestos. El Señor Corchea funciona a guisa de álter ego de todos nosotros. Es como si la escritura se estuviera dando no en la vigilia sino en el sueño, donde todo fluye de manera caótica pero fluye sin censura. Allí no caben palabras como «conveniente», ni «políticamente correcto», o «este no es el momento». Me parece que el Señor Corchea es otra manifestación del imaginario social, otro de sus tantísimos recursos. La mayor ganancia que le atribuyo es el enseñarnos a vivir en y con la desnudez. Desnudos todos somos iguales, no existen jerarquías, ni estatus, ni nombres ni pronombres. Desnudos se confunden todos.

HAC: A veces al Señor se le va la mano y muchos de los factores involucrados se sienten ofendidos. ¿Qué tipo de control editorial se ejerce sobre la sección?

ERC: Ninguno. A veces no hemos publicado un criterio porque implica más al artista que a la obra. O sea, alguna frase basada más en el prejuicio que en el juicio. Han sido dos o tres ocasiones. Por lo demás, no nos interesa que alguien se ofenda. Se han ofendido hasta los más «vanguardistas» y jóvenes. Esto es sintomático, y frente a ese desdén –en última instancia es desdén y temor también– me parece que el desconocido Señor Corchea no puede ser la única opción. La clave está en ser estudiosos, serios,  responsables y honestos. Es lo que nos queda. El Señor Corchea encarna una crítica de guerrilla. Y este camino deja de ser viable cuando se convierte en el único trecho.

HAC: ¿Qué clase de vínculo tiene esta «calamidad del arte cubano» con el Fermín Gabor que desde las páginas de La Habana Elegante arrasa con todo cuanto acontece en el ámbito cultural de la isla. ¿No te parece que es como una necesidad de perpetuar y reivindicar esa ansiedad de choteo tan arraigada en nuestro imaginario?

ERC: ¡Ja, ja! Ese apelativo me gusta. Léelo como un eslogan: El Señor Corchea, la calamidad del arte cubano. Fonéticamente está bien. Mira, lo del choteo te lo expliqué antes, pero de ahí a emparentarlo con Fermín Gabor me parece un desatino. Es más, el antecedente cubano de nuestro Señor Corchea es Lucas, un producto excelente en su momento. Sus operatorias son muy parecidas y generan la misma interrogante: ¿quién es? ¡Pero por Dios!, Fermín Gabor todo lo politiza. Iba a decir que en eso es más aristotélico que nadie, ¡pero qué va!

HAC: ¿Cómo te gustaría que se recordara al Sr. Corchea cuando abandone el mundo de la letra impresa y deje de mortificarnos con sus ínfulas de «oscura cabeza negadora»? ¿Podrías adelantarnos su epitafio?

ERC: Lo intentaré. A ver:

Adelanta una procesión de alfiles

detrás esa rumba que arde

qué meneo, qué talante

qué contención, qué desafuero.

Dicen que hacia Colón va

es el mismito Señor Corchea

¿será que en verdad murió?

¿o se cansó de dar cuero? (1) 

Nota: 

  1. El Señor Corchea fue eliminado del diseño editorial del tabloide a instancias de Rubén del Valle, entonces vicepresidente del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, bajo el pretexto de que «artistas de primera línea» se estaban sintiendo molestos con los comentarios de El Señor Corchea. Posteriormente fue creado el blog http://mrcorchea.com,  que añadió cartelera de arte y reseñas críticas. Luego, el Míster lanzó sus rafagazos en http://havanabooks.com y http://facebook.com/havanabooks. Ahora El Sr. Corchea ha madurado y aspira a ser referencia en términos investigativos y tiene su nidito aquí. Esperamos se quede.

En el origen del blog está Luis Manuel Mazorra, CEO de Cibercubaquien por aquellos años estudiaba en la CUJAE y tenía un blog titulado SurfCuba. Él me animó a crear un blog y lo administró por varios años. Le agradezco infinitamente su empujón y espíritu colaborativo. En otra variante el blog fue administrado por Sergio Carbonell desde México.  Sergio tuvo que cargar y soportar toda mi ignorancia tecnológica. A ambos les enviaba los textos desde La Habana y ellos hacían el resto. Yo, además, actualizaba a mi mailing de cada post. A Sergio igual, mi gratitud eterna. Ahora trabajamos Héctor S. Martínez y yo desde el comienzo de esta nueva versión y espero esta dupla dure.En su versión impresa, El Sr. Corchea, tenía tres hacedores: Héctor Antón Castillo, Sandra Sosa y Elvia Rosa Castro. Ellos compilaban las opiniones informales que escuchaban durante las inauguraciones de las exposiciones y, sin intervenirlas, eran publicadas en la sección. Se trataba, básicamente de oraciones de dos o tres líneas que resumían, por su ingenio, el espíritu de la muestra. En esa época también creamos las secciones “A la altura de las letras”, a base de frases cortas pero elaboradas, y “Carta astral”, donde calificábamos las exposiciones con estrellitas del 1 al 5.