Elvia Rosa Castro

Carlos Estévez aprendió a vivir fuera del tiempo, al menos fuera del tiempo lineal. Si su nombre hubiera aparecido como director artístico en los créditos de la serie alemana Dark no asombraría. Como en el excelente show de TV, la figura del gabinete, cámara de curiosidades, o wunderkammer es, sin dudas en la obra de Estévez un espacio esencial de intersección de memorias, cuya función primordial sería revelarnos que todo intento por viajar en el tiempo responde a un interés muchas veces no explícito pero clave: la fascinación por re-escribir la historia.

Timekeeper, 2020

Tal vez la evidencia más tajante de lo dicho sea su propia obra instalativa La verdadera historia universal, pieza icónica que le valiera el Premio del Salón de Arte Cubano Contemporáneo de 1995 y que pertenece a la colección permanente del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.

Si en Dark Tannhaus quiere dar marcha atrás para evitar un accidente familiar, la obra de Estévez, por su parte, se estructura como ejercicio inagotable de reorganización del saber. Esto es, como práctica artística que cuestiona, ceniza, y diversifica la historia oficial. The Life of Meanings, exposición de naturaleza compilatoria de su obra (instalaciones, pinturas y videos) en la galería Pan American Art Projects de Miami, resumida en una sentencia pudiera leerse como sigue: es una maniobra visual contra las narrativas totales y monolíticas que se opone al poder sin ser un manifiesto tácito. También pudiera decirse a secas que The Life of Meanings resulta una reorganización estética de la pre-existencia.

Tarot cósmico, 2022

Fascinado con la producción simbólica de la Edad Media, Estévez no sólo se ha vuelto un estudioso de ese período histórico sino también un empedernido coleccionista de su cultura material. Entonces, esos objetos y gabinetes fragmentados tipo vitrinas que vemos en su exposición son una extensión de su taller, una versión refinada y limpia de su propio entorno creativo.  Todos ellos poseen unas memorias e historias previas que van alterándose según el orden de relación que Estévez les otorga en una puesta en escena que nunca es definitiva. Luego, cada pieza es un micro-archivo donde afluyen el recuerdo y “la propia memoria, la memoria viva o espontánea” sin ánimos jerarquizantes. Cada objeto es una zona de cruzamientos, un reservorio de capas de afectos, humores, conocimientos, bucles, y argollas de significados de naturaleza infinita que contiene informaciones varias.

Significa esto que cada objeto, que es básicamente un objet trouvé cargado antropológicamente hablando, es un dispositivo de saber que se deja navegar y leer en esta instancia que es The Life of Meanings, donde Estévez otra vez hace gala de su detallismo empedernido y el buen hacer técnicamente hablando .

En la historia del arte contemporáneo los acercamientos a la memoria y el archivo han venido, por lo general, de la mano del conceptualismo de aliento político, coleccionándose en tales casos, documentos (fotos, fechas, textos) fundamentalmente. Serían los ejemplos de Christian Boltanski, On Kawara, y Voluspa Jarpa, por citar sólo tres artistas. Sin embargo, la entrada de Estévez a la producción neo-historicista del arte no está determinada por la violencia política y el olvido sino por su perpetua búsqueda que explicaría el lugar del hombre en el universo, en definitiva, del sujeto en su entorno cultural. 

Su obra es una propuesta otra de re-escrituras de la historia, ya sea en clave retro-vintage (instalaciones) o gótico-futurista (pinturas). No hay constatación en ellas sino anuncios de posibilidades, ensayos de encuentros. Tensión entre libre arbitrio y determinismo. Entre fragmento y totalidad.

Históricamente a los cabinets les son inherentes los calificativos de enigmáticos, apasionantes, fantásticos, maravillosos, siniestros, e incluso teatrales, donde la iluminación barroca juega su rol. La obra de Estévez, aunque porta un aura parecida, constituye un revival distópico lleno de simbolismo depurado, entre arcaico, decorativo, y sofisticado, de esos escenarios donde se fundió y resguardó parte del conocimiento que nos ha llegado hasta hoy día, y del cual somos herederos. En ella la acumulación se dosifica, los dibujos y pinturas por ejemplo, parecen vectoriales. La figura de la mujer se reivindica en primer plano, no ya en forma de muñeca oscura y siniestra, sino al estilo en que la escritora chilena Lucía Guerra la encapsuló: “muñeca brava”, eje, núcleo, protagonista en la historia.

En términos de la jerga artística suele decirse que las exposiciones de Carlos Estévez son ambientes surreales, cuando lo cierto es que las operatorias made in Duchamp y Magritte no son lo suyo. Su obra, y dentro de ella The Life of Meanings, está traduciendo su cosmovisión actual del mundo con la interface filosófica y cultural  en que se ancla un porciento considerable de su producción: ese gran híbrido que está atravesado, como la figura de Paracelso, por la ciencia humanista, la filosofía, la teología, la superstición, y el misticismo expresados en la formas de esoterismo, cábalas, piedra filosofal, y el copón divino. Pero sobre todo las marca esa creencia en un mundo que funciona cual mecanismo de reloj: preciso y perfecto (Notemos que la rueda-círculo es nuclear en su obra, específicamente en sus pinturas de aliento neo-gótico).

Ciudad carrousel, 2022

Carlos Estévez no está solo en esta empresa. Su obra forma parte de una corriente fascinante. Más allá de la presencia estética, existe todo un contexto de sensibilidad cultural en que su obra se inserta. Si examinamos la apoteosis de las Antique Shops en nuestros días vemos que puede ser explicada por el afán del público de encontrar una experiencia antropológica y única fuera de la estandarización y el corporativismo contemporáneo. Esto nos lleva a presumir que tanto la obra de Estévez como esta tendencia responden a cierto tipo de cansancio o malestar respecto al presente.  Más allá del consumo, el máximo atractivo de estas tiendas sería la opción de navegar de manera transversal épocas diferentes en un mismo espacio, aunque el público no sea consciente de ello. Como a Estévez, la curiosidad por la distribución del saber en el medioevo alcanzó a Umberto Eco y a Dan Brown, cuyos populares libros (El nombre de la Rosa y El código Da Vinci respectivamente) y sus éxitos de ventas “masificaron” saberes hasta su momento considerados elitistas. En este mes Guillermo del Toro estrena su serie de horror Cabinet of Curiosities, así que la sincronización de The Life of Meanings no podía ser más puntual.