Lisandra Lumpuy-Roberto Fernández

Hay personas y grupos que llevan consigo el cartel de peligro creativo, esos que no temen al qué dirán o qué pensarán. A veces así actúa sin querer, Dentro del Juego (1). Yoelvis Chio, miembro permanente de este, gusta de caminar en el filo de la cuchilla, allí, donde casi “no es terreno del arte”.

En el “fracaso estratégico” que fue Poética y Pragmática (2), actuó como el suicida que con entusiasmo acude a darse un tiro. El tipo que echa a perder la promesa de: «¡ya vendrán tiempo mejores!», incluso para él. ¿Pero es de veras un kamikaze sin cabeza?

 Una de sus obras para la olvidada exposición, fue Descenso, un palo de trapear virado al revés, colgado en la pared a una altura prudente, para colmo con la colcha de trapear sucia. Si algo presentó, fuerte y claro, es que Duchamp es un problema sin resolver, «una propuesta indecente» para muchas mentes cien años después.

Seguidor de una línea clara, pero no exenta de incomprensión por estos lares, que, aunque no crie fama se puede acostar a dormir porque la suerte está echada; dime a quién “fusilas” y te diré quién eres. Los que prefieren procedimientos tácticos, selección planificada, como Marcel Duchamp, Piero Manzoni, Gabriel Orozco, Maurizio Cattelan o Wilfredo Prieto, por decir algunos y salvando las distancias, no son mirados con mucho entusiasmo artístico. Son, si acaso, pícaros, facilistas, arrogantes, oportunistas, copiadores, reproductores y productores de “cositas”, que son cualquier cosa menos arte.

 Volviendo a Descenso, aprovecha la tradición iconográfica del Descendimiento, pero no depende necesariamente de ella. La ambigüedad no declara partido, es muchas cosas y ninguna, una traición a medias, una expansión del argumento, diversionismo estético, conceptualismo tropical, la poética de la pobreza. Chio no es artista que crea en vuelos etéreos, es de los que sabe que salimos de algún lugar, que colgamos de la historia, nos guste o no. Su precepto es el del código abierto, desde allí habita, refuncionaliza, desacraliza, descongela, utiliza y manipula, el conocimiento es libre. Actitud que se sigue entendiendo como robo, plagio, copiadera, arreguindadera, mandar para home y disparar al pecho. Elucubraciones heredadas por la aberración de la originalidad, el derecho de autor, el copyright moderno; obviando olímpicamente el proceso natural de mediación e internalización.

Descenso quizás intenta articular “opuestos”, dar un mitin artístico o crear ideas inútiles, como lo contempotradicional, el sacrorrelajo; así salva distancias, para bien o para mal, pero en nombre de ninguno. El arte también es eso, un juego de legos, de vez en cuando armas y desarmas, en ese proceso puede que surja el arte, el que no se arriesga no goza. Su práctica responde al hecho de generar algo sin esperar nada a cambio, en parte, juega con la decepción del espectador, que espera un arte espectacular, high tech, un arte con demasiado arte. Descarta, aparta cosas, limpia la percepción, Chio se arriesga a quedarse con lo que cree vale la pena trabajar, lo que vale la pena recordar, lo que importa, lo que retendremos. Intenta hacer un arte que no sea sensacionalista, que no exprese su significado en diez segundos, un arte que venga de lo Real y se aparte de la cultura de masas. Intenta tener esa actitud sincera de quien sabe que «solo los errores nos pertenecen».

Bajo algunas de estas ideas, Dentro del Juego y sus integrantes empezaron a independizarse psicológicamente de lo sistémico del arte, de los grupos, de lo instituido, de lo establecido, de “lo correcto”, pero conscientes de dónde venían. No es nada dramático, ni valiente, es el proceso natural donde se forma la personalidad, lo que eres.

Notas:

(1) Proyecto colectivo de artes visuales surgido en 2015, en la ciudad de Santa Clara, provincia de Villa Clara.

(2) Exposición que ocurrió en la Arche Galería de la UNEAC de Villa Clara, el 14 de mayo de 2019.