Axel Li

“¡qué bien haber salido de la noche!/ pero…

¿por cuánto tiempo?”.

Chago Armada (1).

NANO se ha aferrado a lo minúsculo formal. Se alude en su catálogo al término Pequeño Formato, incluso porque “creemos en la relevancia sostenida” de ese “en la creación contemporánea de la Isla” (2). La mínima inmersión en los orígenes, el curso y las variantes del “empequeñecimiento e ‘inmaterialidad’ del objeto artístico” (3) nos desconecta un tanto de las piezas cubanas elegidas que, con certeza, distan de lo universal artístico a través de los comentados (enlaces) Pequeño Formato-Conceptualismo-Antimercantilismo en diferentes órdenes. ¿Cuán invendibles podrían ser piezas como El puntillazo (2015) de Orestes Hernández o Todo para vender. Banksy en La Habana (2015) de Nestor Siré? (exhibidas en esa muestra colectiva), ¿qué lugar ocupa hoy lo mercantil en los registros formales más diversos de nuestros creadores con o sin escuela, con o sin dinero, con o sin ventas? Lo pequeño formal en el arte cubano con un fuerte sustrato en lo conceptual, ¿es estrategia, accidente, idea, simulacro o algo más?, ¿azar?, ¿falta de recursos (materiales)?, ¿intuición, originalidad, hallazgo? NANO,en este sentido, sería entonces registro menor o aproximado de hechos artísticos, pequeño-conceptuales, tan variados en fechas y en lo referente a contundencia artística. Una exposición de “naturaleza historiográfica”, según queda (in)definida además en su catálogo.

Néstor Siré

Por otra parte, en NANO lo pequeño era apenas en apariencia. Ha sido muchísimo más a nivel de revuelo mental de un espectador, por demás, buscador de una galería que dista del “gran circuito” que decide y exige nuestro arte: polvo en un presente que nos sigue anulando –Ezequiel Suárez ha fijado con certeza otra buena definición epocal. No obstante, era un espacio curioso para graficar lo deseado por la joven Gretel Acosta en funciones de curadora de una expo colectiva que, muy bien, podía pasar como una más entre tantas. A simple vista.

La grandeza de lo minúsculo formal resultaba mayor cuando era verificable, por contraste, en cada pieza un ritmo interno que nos acercaba a una (verdadera) sobredimensión de ideas, conceptos, juicios: con seguridad, reales en cada una de las elegidas; constatables, sí, en un par de ellas desde el prisma de cierto espectador (in)capaz, torpe o virtuoso. Ver es muy fácil. Interpretar, ¿todavía más?

NANO quiso ser el título de una exposición en sintonía con el conceptualismo insular o, para ser justo(s), en el típico de obras particulares de diferentes años de apenas unos pocos creadores (4) y desde la óptica de un ejercicio curatorial que es, en sí, prolongación vital de una Tesis de Diploma –defendida en el 2014– en la especialidad de Historia del Arte. Pero siendo ya aquel un título corto, simétrico, equilibrado, de fácil captura a pesar de las mayúsculas que refuerzan también el bullente contraste mental grande-pequeño, el diseño aplicado a la visualidad que se quiso crear para semejante proyecto expositivo trastocó la nomenclatura hasta hacerla mucho más minúscula, divisible, sólida. Maciza. De bloque. De ahí que NANO debiera ser asumido en su exacta naturaleza gráfica: NA/ NO. Tal cual la vimos en la “fachada” de la galería: una palabra en dos sílabas, superpuestas; el NA encima del NO; el NO como base y raíz del NA… Tal cual la ve(re)mos en el minúsculo catálogo: diseñado con ganas, aunque tal vez, con apuros, que indican que la ¿voluntad? de ser otra “pieza” o pieza-eslabón-esencia en la muestra, debiera quedar casi oculta en la mejor de las gavetas exigentes y cómplices de la casi perfección editorial a la cual cada producto cultural (cubano) debiera estar muy próximo. Tenerla. Aunque, pasado el suceso expositivo, es un logro como documento visual que nos acerca bastante a la noción de lo presentado, pues conviven en el pequeño y hermoso catálogo imágenes y sus consiguientes pies de fotos –antes, casi rótulos, en el escenario de la galería.

Ir hasta (el) 20 de Mayo entrañaba, en principio y en lo personal (5) ver qué hab(r)ía en la exhibición sobre Santiago Armada (Chago); qué posibles motivos nos lo ubicaban, como muerto, entre “tantos” creadores vivos; qué posible (nueva) hermandad podía ocurrir al lado de Lázaro Saavedra y Ezequiel Suárez, quienes lo revitalizaron en los años 90 desde el entonces naciente Espacio Aglutinador. No podía imaginar qué función tendría el arte suyo en una muestra que antes de su apertura había sido calificada del siguiente modo: “Obras de pequeño formato con amplios horizontes referenciales. Compatibilidad en la supuesta divergencia generacional, temática y metodológica. ¿Cómo se mide la dimensión de una propuesta artística? Monumentalismo” (6). Llegar hasta allí y (re)apreciar de Chago originales casi autónomos –y calificados erróneamente a modo de tríptico en la edición de 2014 del catálogo de Subasta Habana– de unas tintas que nos evocan a la imaginación, al encierro, la falta o conquista de la libertad, la diversión, la traslación y tantas infinitas cosas más, me dio alegría porque además, siendo esos dibujos tan tempranos –años 60– podrían ser un buen indicador de que lo conceptual aquí, en esta ínsula, tiene insospechados gérmenes tempranos. Humor, línea y concepto fueron tres palabras claves que Chago Armada echó a rodar en los orígenes de los años 80, pero que tenían un basamento muy anterior y que dejó en obras tempranas. Y si Chago no podía faltar en semejante proyecto expositivo, según la voluntad de la curadora, ¿habría sido posible incluso a través de la copia seriada como elemento que a veces es el aliento casi real-suficiente del arte (humorístico) que se pierde desde el concepto del original? No lo sé. Por suerte, Gretel Acosta obró con tesón y logró mostrar dibujos que no despertaron interés entre los coleccionistas que “concurren” a Subasta Habana. De esta manera, el fino y agudo dibujante quedaba representado en NANO por medio de tres bellos y sólidos originales: que es lo que son, hasta tanto no tengamos una necesaria antología visual del más selecto y variado arte de ese también pensador y filósofo, que hizo del dibujo igualmente una herramienta expresiva. No obstante, ¿qué lugar ocupa en él la palabra añadida como correlato de la imagen?, ¿o la imagen como correlato de un (sintético) texto de firme caligrafía?, ¿podemos divorciar los enunciados “Universo-cajón, cajón-universo” y “Finito-cajón, infinito-cajón” de sus respectivas relaciones visuales ahora expuestas? Apelo en este instante a la cita para evitar explayarme, pues Chago Armada apenas ha sido una partícula en una lógica expositiva:

los títulos que pone Chago –que constituyen una especie de rémora literaria de muchísimo interés para entender sus imágenes plásticas o para disfrutarlas aisladamente, como textos autónomos, porque Chago es también un escritor, un poeta, aunque ni él mismo hable de eso– (…) siempre se le ha considerado un humorista (y él parece estar satisfecho con esa clasificación siempre que se especifique que lo que le interesa no es tanto que la gente se ría como que piense) y como el humorismo ha sido visto casi siempre como una actividad creativa menor quizás por eso muchos no lo han considerado como uno de nuestros más originales artistas, con la agravante de que ha hecho toda su obra en papeles y cartulinas y en formatos más o menos pequeños, en esta época de tremendismos escenográficos y sofisticaciones tecnológicas (7).

Y más allá de los contratiempos obvios para hacer y lograr una muestra en nuestra ínsula, esquivando marasmos innúmeros, quisiera regodearme en la presencia-participación de Desiderio Navarro en NANO como un caso similar de necesidad extrema. Un creador y su texto o el texto de un intelectual y crítico que ¿no aparecía? en las mejores de nuestras bibliotecas, porque era deseo exponerlo en su variante impresa de La Gaceta de Cuba. Tal gesto escritural de 1989 de Desiderio es correlato a otra expo colectiva en y de La Habana de los años 80. Es abstracción conceptual entre el blanco-vacío de un texto (in)visible que se rellena y completa en la continuidad de unas notas (aclaratorias) que, como recurso, a veces algunos no leen en otros textos. Las reniegan. Y son, a no dudarlo, opción de templanza de ideas, de juego “caligráfico”, de paralelismo de un aparente segundo plano de acuerdo con una lógica o posición del antes y el después. A lo cual habría que añadir algo más, ¿leemos el género ensayo bajo los mismos principios de otros (novela, narrativa)?, ¿ensayos en sus variantes de revistas y libros acaso no los asumimos a veces en la dirección más “caótica” que dista de la norma de la lectura inicio-fin? Un ensayo como “La retroabstracción geométrica: un arte sin problemas: es sólo lo que ves” (1989) en el contexto de una exposición (conceptual) como NANO, adosado en un cómodo retablo a la pared, nos daría pie al sentido inclusive de las líneas finales del texto del catálogo de ella: “la exposición es el texto”. Este otro texto, por tanto, efímero, variable, incompleto, rasgado… ¿Qué han sido pues las inoportunas brisillas que atentaban contra la propuesta objetual de Yornel Martínez, sostén de la multiplicidad de la postal El secreto (2012), prevista para el exterior de la galería?, ¿y la inesperada falta de electricidad que anularon por “segundos” 5 segundos (2010) de Leonardo Luis Roque y Obra de apoyo (temporal) al sistema de ventilación de la galería Teodoro Ramos Blanco (2015) de Ernesto Leal? Accidentes que turbaban el posible texto espacial, siguiendo la premisa de que “la exposición es el texto”. Y aun más: la desmotivación, la hora o las circunstancias de la lectura… pueden anular toda (buena) interpretación cocreativa, porque leer es más que un placer. Y a ratos, un ejercicio veloz en el que saltamos líneas a la espera del instante ideal. Nunca. Casi nunca existe. Hay párrafos que atrapan. Frases que envuelven. Citas que seducen. Títulos enjundiosos… Erratas y pifias que gritan.

Creo que algo muy bien logrado en NANO ha sido, ya lo dije, la visualidad obtenida a nivel de tipografía, color(es), rótulos. La factura e imagen de una muestra pequeña, pero grande en apariencia de encabezado –título– con fuerza tipográfica, tal vez, por lo atípica y la sensación de actualidad. Prefiero y opto mejor por todo el pensamiento de Jorge Pablo Lima aplicado y logrado en todo ese conjunto para todos, a diferencia del que quiso e hizo para su Objeto manifiesto (2015). Es una opción… de lectura. Tampoco me motiva tanto Picadillo de palma real (2014) de Ranfis Suárez porque otro colega suyo, Fabián Muñoz, algo así ha logrado antes en el territorio del diseño gráfico –en el cual, siempre lo he dicho, Ranfis es un diamante en potencia– en cierta porción del libro humorístico Havanauto de Fe. (124 dibujos de Nuez sobre el periodo especial) [sic].

Adonis Ferro

Medir la dimensión de las ideas sugeridas o, en otra dirección, contrastar las dimensiones de la grandeza de una imagen, un enunciado sonoro o un enunciado escrito en tan poco espacio, emerge muy bien y nos pone a pensar, al analizarse de Glenda León, 4 milímetros cúbicos de música (2010); de Orestes Hernández, El puntillazo (2015); de Adonis Ferro, Nunca moriré (2015); de Alina Águila, Teatro de la jirafa (2015); al escuchar de Henry Eric Hernández, Por una lírica del esperpento (la explosión), 2014-2015: cada una con su universo particular de significados y metáforas, de intenciones y moralejas. ¿De poesía?, ¿de cataclismo?

Henry Eric

Por chistes podrían pasar las piezas de Yornel Martínez y Orestes Hernández: el primero, encaramado en una sobredimensionada deidad asiática, que podría tomarse como trucaje fotográfico; el segundo, al elegir una voluminosa rueda de camión, que asombra, pero que insiste en el pinchazo (minúsculo) que puede atrofiar todo un conjunto mayor. Resulta fatal la aparente insignificancia de un mínimo punto de interacción y los posibles destinos de tal contacto. Pero no, chistes, no. No lo son tanto en el ámbito de una exhibición de otro tipo. (Aunque un chiste, tan “menor” en las equivalencias culturales, puede hacer tambalear a cualquiera de los grandes sistemas. Es la mejor arma de los humoristas que se activa con proyectiles triviales: tinta, papel, ideas. ¡Y la lectura del público!).

Lázaro Saavedra nos truca lo obvio de nuestro mundo que, evidentemente, “cabe en una hoja de papel”, según señala y esboza-demuestra con tinta y por medio de la letra (manuscrita) y un dibujillo sobre un papel manipulado. ¿Qué cosa no lo es en las manos (y las mentes) de nuestros cerebrales artistas? ¿Acaso en la simplicidad del (gran) enunciado-obra de Ezequiel Suárez –El arte cubano son muchas mafias, 2014– no tenemos un excedido universo brújula, digno de figurar en la continuidad del mejor de nuestros registros de voces y cubanismos… culturales? ¿Qué formulan aun más ese par de pegatinas translúcidas e icónicas de la carga que se agota de unas baterías y más cuando la de una de ellas agotada ya está? (Low Battery, 2015, de Eduardo Ponjuán). Algo se “me ocurre” en la línea de la parodia: la interpretación es la interpretación, y sin interpretación, no hay interpretación.

Lo de NANO ha sido (muy) grande. Creo que esa sería una buena y rápida definición para quienes, por prejuicio, descartaron ir hasta (el) 20 de Mayo. Porque, por lo general, ¿qué exhiben, qué proponen nuestras modestas y alejadas galerías en ciertos días de un año cualquiera en los habituales horarios?

NANO ha sido otro almacén de la imagen. Idea en sí, inmedible. En verdad. (En un grano de maíz, ¿qué es lo que cabe?).

*Publicado originalmente en Noticias de Artecubano, La Habana, No. 8, 2015, pp. 12-13. Re-surge tras la polémica de Figura de retórica y cronología del estigma.

Posdata del autor:

Han pasado cinco años… Nuestros paisajes-jardines siguen tupidos o enyerbados.

Ha habido cambios y mutaciones. ¿Demasiados? Hemos (de)crecidos.

Trato ahora de evitar el remaquillaje, pero los angelillos de la Edición me instan a obrar. Y cedo mínimamente. La memoria es la memoria).

Notas:

(1) De su poema “¡Qué bien!”, fechado el 8 de enero de 1995 y dedicado a Sandra Ceballos y Ezequiel Suárez, como parte del conjunto o la (auto)selección que se titula “Las rémoras de Egolo”, en el catálogo de la exposición Chago. Nace el topo. Las rémoras de Egolo. Espacio Aglutinador, La Habana, abril, 1995, [s/p].

(2) Gretel Acosta: “Resumen por cuestiones de espacio”, en el catálogo de la muestra NANO. Galería Teodoro Ramos Blanco, La Habana, 26 de mayo-22 de junio de 2015, [s/p]. (Exhibición colateral en la 12 Bienal de La Habana).

(3) Ibídem

(4) Opto por esta variante, en lugar de la de “artistas”, ante la presencia en NANO de un intelectual como Desiderio Navarro en calidad de expositor… por voluntad curatorial. Por demás, las disculpas anticipadas a los artistas ahora obviados por mí, incluso nominalmente. Es muy simple: todo texto es voluble, (in)suficiente.

(5) Casi todo pasa por una motivación.  El joven periodista Michel Hernández, por ejemplo, tomó como eje de la muestra NANO la estrategia Todo para vender. Banksy en La Habana (2015) de Nestor Siré y con un consiguiente derivado: “Huellas de Banksy en La Habana”, Granma, La Habana, edición única, año 51, No. 148, 22 de junio de 2015, p. 6. Y a propósito de Todo para vender… y estando en el ámbito de lo conceptual, ¿por qué excluir a los quizás verdaderos artífices del desmontaje de ese “grafiti” considerado como un probable original de un anónimo mito planetario?, ¿ejecutantes (restauradores) no debieran estar parejos ante la apropiación del apropiador conceptual (otro… artista)? Ahhhh, el objeto artístico es de quien lo piensa, lo defiende, lo atesora, lo resguarda, lo investiga, lo cocina y lo (procura) vende(r). Sin embargo, a veces, sin los restauradores, sin sus ejercicios cocreativos, la venta (que urge) o es nula o el (maltratado) objeto artístico perece(rá) en el tiempo histórico. Piénsese, ¿cuán puros son hoy los Lam, los Amelias, los Portocarreros, los Marianos que (no) vemos?, ¿cuán alejadas están sus telas y cartulinas de las manos de ciertos restauradores “anónimos”? Ellos, sí, hacen la maravilla. Pero, ya se sabe, el show es de otros. Aun así, Siré-Banksy está(n) en un nuevo peldaño: ¿toda la gloria del mundo no cabe en un grano de maíz? Bien por Nestor Siré que repiensa sus horizontes artísticos paso a paso.

(6) Variables básicas respecto a esta muestra colectiva –listado de participantes, galería, día y horario de apertura, etc.–, en Noticias de Artecubano, La Habana, Edición especial/ Muestra colaterales en la ciudad y estudios abiertos, 12 Bienal de La Habana, 2015, p. 8.

(7) Orlando Hernández: “Chago: la portañuela abierta de la libertad”, en el catálogo de la exposición Chago. Eyaculaciones con antecedentes penales. Espacio Aglutinador, La Habana, enero, 1995, [s/p].