José Hidalgo

Voy a quitar la tranca de esta puerta para dejar salir algunos fantasmas y otras verdades y luego voy a tapiar la entrada. De Matanzas sólo me quedo con mi familia, algunos amigos y sus paisajes naturales.

Empecé tarde en el arte -a los 30. Muchos decían, y este de dónde salió. Todavía lo dicen. No me queda otra que hablar de mí para hablar de La Mancha y su contexto. Aclaro que estoy muy lejos de ser escritor y esto lo hago por necesidad de hacer justicia histórica.

Nací en Holguín pero toda la vida la hice en Matanzas. Por suerte no pasé por ninguna escuela de arte cubana, así que siempre he hecho lo que me he deseado en cuanto a factura, dibujo, forma, color y zonas áureas se refiere. Claro que por eso he tenido que sufrir siempre el estigma del autodidacta, porque en Cuba el que no pasaba por la ENA o el ISA no era artista (ejemplos claros de buenos artistas demuestran lo contrario).

La Mancha empezó como mi estudio. Estaba ubicada en los bajos de una casona colonial en el centro de la ciudad de Matanzas. Antiguamente fue una panadería; después una ferretería familiar hasta que cerró en el 59. Se la renté a la dueña en 1998.

Matanzas y su cultura fueron siempre referentes  de desarrollo intelectual, y sus habitantes se sienten orgullosos de esta historia: eso fue en el siglo XIX. La realidad  de la actualidad es otra, y nada  extraterritorial tiene la culpa. Dicen que la crisis económica, la cercanía con la capital y la maldita circunstancia del dinero por todas partes -o la falta de él-,  son culpables de tanto empobrecimiento cultural. Nada más falso. Estos elementos sólo han puesto a cada uno en su sitio. Apartando  todo lo ilegítimo y pudibundo, el buen artista usa el dinero para hacer mejores obras y los otros lo usan para comprarse el mejor carro, lógica del orden de necesidad espiritual y material respectivamente. Por lo que cuando llegó la oportunidad de buscar fula$, rápidamente el 99% de los llamados artistas desapareció del panorama visual y dejaron la bobería esa del arte de pensamiento, dando rienda suelta a su ser creativo artesanal y empresario (no tengo nada en contra de los que decidieron dedicarse sólo a hacer arte para vender. Nada de nombres; más adelante mencionare objetivamente quiénes para mí se decantaron como muy buenos y consecuentes creadores visuales).

La AHS (Asociación Hermanos Saíz) fue muy importante para mí y para la ciudad durante los años 1999 y 2005. Cuando entré ahí era un desastre y su membresía era muy baja. Cuando me fui había casi mil miembros de toda la provincia entre escritores y artistas de todas las manifestaciones. ¡Algo se pudo hacer por ellos a pesar de las trabas institucionales y la política cultural estalinista que impera!

La Asociación, como todos la llamaban, fue una vía eficaz para dinamitar un poco la rígida estructura cultural provincial, y a pesar de estar dirigida por la “juventud comunista” tenía cierta permisividad que aprovechamos para colar proyectos alternativos.

Para mí fue importante mi paso por ella: conocí a muchos artistas y teóricos del arte nacional e internacional  y me fui alimentando rápidamente de información participando en tertulias, eventos y reuniones de amigos que terminaron por formarme como intelectual. Me curtí como promotor cultural y -para refrescar memorias atoradas conscientemente-, puedo apuntarme con total autosuficiencia, la realización de los Coloquios de Arte realizados allí, organizados por la AHS, y todos los eventos que surgieron a partir de estos,  la fundación de la Editorial Aldabón y la revista catálogo La Aurora.

Puede ser tiempo de decir que muchas de esas publicaciones vieron la luz gracias al patrocinio en divisas que gestioné y que salió también de mi bolsillo. Gracias a mi gestión se fortalecieron los proyectos de Rock, adquirieron visibilidad varios cantautores, grupos de danza y grupos de teatro… Mucho tiempo y noches en vela dediqué para que los proyectos salieran, todo en detrimento de mi obra creativa. En esos años el arte joven y no tan joven tuvo un despertar promocional. En 1999 propuse realizar en Matanzas el Coloquio Nacional de las Artes Plásticas, evento que reunía a lo más selecto de los teóricos y críticos de arte del país, entre ellos, Gerardo Mosquera, Magalí Espinosa, David Mateo, Rufo Caballero, Corina Matamoros, Jorge de Armas, Jorge Luis Montesinos, Elvia Rosa Castro, Héctor Antón, Nelson Herrera Ysla, Beatriz Gago, Yuneikys Villalonga, Suset Sánchez, Frency Fernández, Desiderio Navarro, entre otros. Se trataba de encuentros entre críticos consagrados y teóricos muy jóvenes acabados de graduar, casi que se estaban iniciándose en la carrera de la las letras y la curaduría del arte. Hoy casi todos/as son destacados teóricos y críticos del arte en Cuba y en el Mundo.

Este evento marcó un antes y un después en la vida artística visual matancera, las artes en la ciudad pasaron de ser mera belleza estética hiperrealista  conservadora y de buena mano, a planteamientos sociales críticos a través de obras más experimentales: en una semana se inauguraron dieciocho exposiciones, todos los artistas de la ciudad y la provincia querían involucrarse, se realizaron varios performances tanto en el espacio público como en galerías, y a las instituciones no les quedó más remedio que sumarse y al poder, tener que aguantarse las ganas de censurar, aunque algún forcejeo sí que hubo.

El coloquio sirvió para acercar a los artistas locales al debate e intercambio con casi todos los curadores, teóricos y críticos de arte cubanos del momento, nunca se había realizado en Matanzas un evento de esa envergadura, en esos días muchos dejaron  de producir para el turismo y se sumaron al subidón artístico de la ciudad, el coloquio ayudó a la comunidad artística a salir del ostracismo provinciano teniendo un despertar digamos que contemporáneo. Matanzas durante un par de años  fue referente del hacer visual y teórico del arte. Hasta ahí el repunte.

Luego organicé un par de eventos más como la Jornada de Intervenciones Públicas con algunos invitados no matanceros, como el grupo OVNI. Otra vez se revuelve el panal y hacemos cositas atrevidas,  la gente en la calle comentaba, estos están locos. 

Poco después abandoné la Asociación. Asqueado de tanto control político y manipulación cultural me dediqué más a mi obra que se vuelve peligrosamente mucho más política. Para esa época empiezan las envidias y las rivalidades con artistas e instituciones, el pensamiento provinciano aflora otra vez y la censura se hace cada vez más agresiva.

En medio de todo este esfuerzo por hacer visible y promocionar las artes en Matanzas estaba La Mancha, que surgió como galería alternativa donde se expuso el arte más crítico y contestatario de la ciudad: la exposición de Raúl Borodino (en ausencia del artista); se inauguró una expo de uno de los grandes del arte cubano, Ezequiel Suarez, y algunas otras muestras colectivas con algo de miedo por parte de sus participantes, y por supuesto mis obras que no se podían exponer en ningún lugar del país por su carácter directo y alegórico a Fidel Castro y su gobierno. Obras que ni soñando se expondrán en instituciones del estado, en La Mancha los artistas tenían miedo no solo de exponer sino hasta de entrar -¡qué digo de entrar!, miedo hasta de pasar por la acera donde estaba y no exagero. El tabú era tan grande que nadie en la ciudad la mencionaba, sólo unos pocos se atrevían  ir a las inauguraciones o a visitarla, por supuesto a puertas cerradas.

En los momentos más agresivos la seguridad del estado puso un policía en la puerta y amenazaban a la dueña para que me echara de allí. La presión fue tanta que después de varias detenciones y estricta vigilancia de mi casa y estudio tuve que cerrar e irme del país. Tenían miedo de no poder acusarme de nada porque yo no era un opositor político aunque mi obra fuera disidente. También tenían miedo de mi poder de convocatoria a intelectuales, por lo que emprendieron el consabido plan de desprestigio social y artístico. La mayoría de los intelectuales y artistas matanceros que tanto había ayudado se alinearon de una forma u otra al plan del partido comunista en contubernio con las instituciones culturales (incluyendo al Centro de Arte de Matanzas y sus especialistas) y la seguridad del estado. Solo unos pocos no lo hicieron. (No es azar que sean los creadores más destacados y con una obra más interesante. Y estos no me dejarán mentir).

Muchos en Matanzas ni se enteraron que existía La Mancha. Viendo yo la apatía, cobardía y mediocridad matancera, desconecté de la ciudad y me dediqué a la promoción de mi obra y de  la galería por La Habana.

(Debo aclarar que hubo varios escritores y artistas no visuales que sí estuvieron vinculados, unos más que otros, a las actividades de la galería: el crítico de arte y ensayista Alberto Abreu, el poeta Israel Domínguez , los músicos Alfredo Pérez Bravo y Maytte Iglesias , el poeta y crítico literario Derbys Domínguez, el poeta y editor Alfredo Saldívar, el diseñador Johann Trujillo,  la poeta y editora  Laura Ruiz, la ensayista Mabel Cuesta, la poeta Yanira Marimón, el Dúo Lien y Rey, el bailarín y coreógrafo José Ángel Carret, el poeta  Leymen Pérez, el poeta  Norge Céspedes y algunos otros que no recuerdo bien  sus nombres. Ellos eran en ese momento los creadores más destacados en la ciudad.

El arte matancero y su “matanceridad” dejan mucho que desear. El poder político logró desarticular todo tipo de pensamiento crítico, apagó cualquier foco de iluminación creativa y banalizó por completo la producción artística, es por eso que aúpan a la asociación de artesanos, la cual ocupa un lugar de mayor relevancia que la UNEAC y la AHS juntas, los pocos creadores que quedan se ven sometidos al criterio de un poder económico que les da algo de supervivencia a través del turismo, y así pueden ser de los primeros en la cola del pollo. (No estoy al tanto de si existen en Matanzas en la actualidad escritores y artistas con una obra independiente, pero hasta donde la dejé aquello era un desastre, la mediocridad campeaba y pululaba a sus anchas, artistas oportunistas y culturosos cobardes se repartían las miserias).

Quiero mencionar a los artistas matanceros que considero más importantes en esos años (finales de los 90 y principios del 2000) y que a pesar de todo mantuvieron una obra coherente y honesta, con un alcance nacional e internacional. Sólo mencionaré a los que hicieron su obra de esos años en la provincia de Matanzas. No ahondaré mucho en sus currículos, para eso están los historiadores y críticos.

Rolando Estévez uno de las artistas que más se destaca en esos momentos en el ámbito provincial. A pesar de haberlo apoyado como artista, usó todo a su alcance para ponerme en contra de artistas e instituciones (incluyendo a sus especialistas claro). Y algo logró, que hasta la actualidad es tabú mencionar mi nombre en los círculos intelectuales matanceros. Eso por una lado, por otro, dejó de hablarle a los que me estimaban. Este tipo de comportamiento, sobre todo “en provincia”, es más visible. El que es centro no soporta la paridad o como se dice popularmente, no soporta que le hagan sombra. De todas maneras, no por eso dejó de ser un buen creador.

No por haber estado tan cercana a mi vida sino porque a Dios lo que es de Dios…, no me queda más remedio que poner en primer lugar a Mayra Alpízar. Artista más integra, culta y humilde no he conocido. Siempre fue subestimada por las élites del arte contemporáneo, porque su arte tiene como soporte los textiles y entonces la etiquetaban como artesana y sí que es una super artesana del textil, pero con un discurso tan contemporáneo como cualquier arte de las nuevas tecnologías, pero por desgracia se desarrolló en Matanzas. Se pueden remitir a muchos textos escritos sobre ella. Vive en España.

Abigail González, fotógrafo, está en la historia de la fotografía cubana, sus series eróticas, casi siempre censuradas en Matanzas han recorrido medio mundo. Vive en Estados Unidos.

Carlos José García, artista digital básicamente, surge a principios de los 2000 y su obra adquiere rápidamente un reconocimiento nacional. Vive en Estados Unidos.

Alexis Torres, pintor que se destaca en el grupo Puentes, es fuertemente censurado por pintar temas políticos, continúa su carrera independiente fuera de Cuba. Vive en Estados Unidos.

Carlos Miguel Oliva, pintor que a través de autorretratos expresionistas plantea los problemas de raza. Vive en Matanzas.

Osmany Betancourt” El Lolo”, ceramista escultor, mantiene un estilo único de expresionismo figurativo. Vive en Matanzas.

 Carlos Marcoleta, escultor, sus obras abstractas en vidrio son de una factura exquisita, siempre se mantuvo alejado del mundillo artístico matancero, expone en Europa. Vive en Cárdenas.

Orestes Barrios Marañón, pintor, mantuvo una obra crítica a través de sus fábulas surrealistas. Vive en Estados Unidos.

Roberto Braulio Gonzales, pintor expresionista, su obra posee una línea muy personal y original de dibujo y pintura, la cual ha mantenido a pesar de las tendencias comerciales. Vive en Matanzas.

Rubén Fuentes, pintor conceptual. Vive en Francia.

Alexander Lobaina, pintor, casi toda su obra está cargada de símbolos políticos. Vive en Matanzas.

También había otros artistas que mantuvieron su línea creativa: Violeta Naranjo, William Hernández, Javier Dueñas, Eulises Nieblas, Yoel Peláez, Nadal Antelmo, Sheyla Castellanos y Sergio Ruffin. Pueden haber más, pero no los recuerdo.

Matanzas, la ciudad de Milanés y Carilda, no ha tenido  herederos. Da mucha pena ver cómo junto a sus portales se derrumba su cultura. Tendrían que correr muy fuerte sus ríos Yurumí y San Juan para limpiar estos años de mediocridad intelectual y mezquindad política.