Elvia Rosa Castro

Wilfredo Prieto habló de menos y habló de más. Habló de más sin que le preguntaran pues a priori tenía proyectado dejar clara su postura frente al activismo artístico en la isla, y de paso respaldar a los funcionarios del sistema institucional, ya que una se desprende de la otra. O viceversa. No nos asombra si tenemos en cuenta que hay demasiados intereses en juego, tanto inmobiliarios, como de franquicia, como de producción artística.

Wilfredo es un hombre aterrizado –noten que el 97% de sus obras reposan y dependen del piso-, y cada paso que da está avalado por un cálculo incalculable. No hay fuego sagrado ahí; tal vez ni haya convicción pero es lo que toca, lo conveniente en este momento. Por eso no le importa decir disparates, ni hablar de menos ni de más.

Hay artistas que no deberían hablar públicamente, la verdad. “Calladita te ves más bonita”, a veces me dice mi tía Iraida. Aquí siempre me sitúo en un punto en que no logro separar ética y estética. Y me confundo. Esto que anoto es resultado de mi propia confusión. Por un lado la persona, por el otro el artista. Me cuesta separarlos. Luego me resigno pensando que el mundo del arte es “un barrio de putas” (Mosquera), donde todo es permitido. Cloro.

A raíz de la entrevista que le hiciera François Vallée, “No creo en las definiciones”, realicé entonces una entrevista a críticos y curadores de varias generaciones y localías que de alguna manera han estado cerca de la obra de Wilfredo Prieto. Probablemente esa mini-interview sea un intento de ubicarme personalmente en algún sitio de un dilema que hasta ahora sólo parece que lo tengo yo.

Hice dos preguntas:

1-Te sorprenden las declaraciones de Wilfredo Prieto en “No creo en las definiciones”?

2-Crees que sus declaraciones influirán en su carrera artística? Lo invitarías a una de tus curadurías?

Hace casi un año deslicé en un post de este blog la idea –no mía sino de una amigo artista- de que el taller de Wilfredo estaba destinado a sustituir al Romerillo y a un Kcho agotado frente la oficialidad. De paso, como estamos hablando de un artista reconocido, sería la contrapartida ideal al activismo de Tania Bruguera. Tania encarnada en Ai Wei Wei en la entrevista.

De más está decir que no me sorprende aunque sí me irrita y duele. Duele ver a alguien que creías conocer, decir tantas crueldades y hacer el ridículo. No ya respecto al activismo, sino a todo lo que dijo, como demostró Fernando Castro en su brillante deconstrucción.

Pero Wilfre no sólo habló de más sino que olvidó porque quiso.

Omisiones  que forman parte de su biografía artística, creo que claves, y ahora no son más que humo y verso de farándula.

Tal vez sin hablar tanto del poblado de Zaza del Medio, sea José Perdomo quien más haya pintado sus paisajes, devolviéndonos esa tierra de hombres de ojos verdes y azules, casi todos descendientes de “isleños” o “canarios”. José Perdomo es el hermano de Wilfredo Prieto, graduado del ISA bajo tutoría de José Bedia a fines de los ochenta, y cuenta el mito que fue el inventor del término “metatranca”. Sucedió en una clase de Flavio.

Wilfredo tuvo un período pre-Apolítico bien interesante. En 1998 forma parte de la expo Somos lo que hay, curada como parte del Coloquio de la Crítica, Galería Fernández Morera. Ahí es donde Gerardo Mosquera se encuentra con su obra por vez primera.

Su tesis de grado de la escuela trinitaria fue una pintura. Era un díptico homenaje a Mondrian y en cada cuadrícula insertaba anuncios –también pintados- de los puestos de venta de comida conocidos peyorativamente de como “merolicos”.

En 1999, junto a Jimmy Bonachea, realiza una expo para la galería local espirituana titulada Conceptualismo aditivo. Escribí las palabras al catálogo: Lo sensorial entra por la mente. Tal muestra estaba regida por una máxima, también incluida en el catálogo, que puede explicar la futura trayectoria, más de Wilfre que de Jimmy: “Si un tonto se dedica a su tontería, pronto será sabio” (Blake). Había un tercer autor en esta expo, y era Francis Alӱs. Conceptualismo aditivo era una expo homenaje al artista belga desde la pintura. Recuerdo que cité a Poe: “El cerebro se esfuerza por establecer una conexión –una secuencia de causa y efecto-, y al no poder hacerlo, sufre una especie de parálisis temporal”. Resumía así: “Se convierten en usuarios del juego, despejando toda lógica posible, toda represión racional, para terminar hermanados con cierto bastardillo naif: asociaciones libres, fantasía, pintoresquismo, yuxtaposición de realidades, rupturas de significantes, y tautologías” (Elvia Rosa Castro. Erizando las crines. P.137). Sigo: “Dos lúcidos creadores se unen y esto les vuelve tontos tontísimos, y pintan las imágenes más feas y cheas –esta es la palabra exacta- que ojos  humanos han visto”.

Paseo

Pero Wilfre ni mencionó a Jimmy ni a Francis Alӱs ni la expo. Kho tampoco mencionó a Elso. Siempre queremos olvidar a quien más nos parecemos. Pues bien, acto seguido Jimmy y Wilfre otra vez exhiben Pie de obra (Septiembre del 2000, Centro Cultural Cinematográfico del ICAIC que rectoreaba en materia de artes plásticas la Fundación Ludwig de Cuba). Pintura nuevamente. Ahora la expo se movía en torno a otro eje: el mundo físico que condiciona lo artístico: escala, textura, color, forma. Los llamé “estructuralistas de las artes” por ello. Volvían a sorprender con su “primitivismo” ilustrado y minimal. El catálogo, si mal no recuerdo anclado en un texto-entrevista, corrió a cargo de Elvis Fuentes. (Les debo las imágenes, no tengo).

En el año 2001 Betty Gago y Magaly Espinosa llevaron El elefante de las 46 mil hormigas, El cuadro naranja y El hombre de las texturas (todas eran pinturas de la expo Pie de obra) a una feria de arte en Hamburgo. Yo estaba allí. Betty vendió El elefante…a un amigo de ella, Jesús Villasante, quien luego ha comprado varias obras de Wilfre, incluyendo Grasa, jabón y plátano. Él fue además, su primer mecenas. Acostumbro decir que Jesús está especializado en comprar obras difíciles. En su momento compró Mitos de la gruta, una serie de “pinturas” de agua sobre lino de Elizabet Cerviño expuestas  en Hogar provisional, 2009. También ha comprado la documentación de varios de sus performances. Colecciona también obras de Ezequiel.

Hay varias claves aquí: en algún momento de su carrera, Wilfredo gustaba de las colaboraciones, no sólo con Bonachea, también con Jorge López Pardo y Michel Rives. También expuso pintura “neta” paralelo a su Discurso (1999) o a Paseo (2000), o las acciones de DUPP.

Suelto una hipótesis para los estudiosos: Wilfredo forma parte de un grupo de excelentes artistas pero a diferencia de él estos jóvenes encajaban en el canon tradicional de la pintura y la escultura; virtuosos con la mano, como se dice: Jorgito López Pardo, Inti Hernández, los Capote…Está claro que no lo necesitaba, pero no aplicaba en esa liga, y se decantó por el gesto abstraído, como Kcho en su momento por el arte povera, cuando su generación le apostaba a la seguridad objetual y al masaje visual.

Si retomamos el aforismo de Blake “Si un tonto se dedica a su tontería, pronto será sabio” (Blake), vemos que lo que parecía una juvenil búsqueda de extravagancia resultó ser el eje ideo-estético de la carrera de Wilfredo, que no es la tontería en sí sino la incesante búsqueda del absurdo, poniendo a interactuar -adicionar- realidades excluyentes. Des-socializando el objeto, limpiándolo de hojarasca histórica e intelectual. Casi, casi, un estado de no-representación.

*Esto es una especie de intro a un dossier sobre Wilfredo Prieto compuesto por estas memorias, entrevista y textos.