Como no has visto la revista [El Caimán Barbudo, No. 390, septiembre-octubre, 2015], paso por tu casa y te dejaré el ejemplar que tengo, ¿está bien? Tu conferencia-intervención del pasado junio [de 2015] y el texto impreso son la misma cosa –y sabes que son muy buenos y útiles– pero en los aludidos detallitos del destino final –artículo–, disculpa, no tienes nada que ver. No te culpes. No. Además, no es cuestión de hallar culpables. Así lo veo. Es muy simple: todos como autores pecamos y, precisamente, el editor es quien debe velar y salvar cualquier posible desliz: nuestro o, aunque curioso, del propio editor, porque ocurre: me consta. Solo así los textos quedan engrandecidos. Esa es otra labor anónima, que nos hunde o nos hace flotar. Solo estando en el agua lo sabremos. Yo, en ella sigo, y con cierta regularidad mis socios editores… me hunden. Quizás, porque por decencia o “vagancia” ya no participo –en los últimos tiempos– del proceso editorial de mis textos.
¿Del contenido? Comparto la mayoría de tus ideas. Te adelanto algo, que sí trazaría de otro modo, pues no es igual escuchar en la librería “Fayad Jamís” que leer en otro ámbito. Guarda relación con el párrafo en el que anuncias: “Información obtenida recientemente (…)” (1); en ese también está contenida la idea de la desaparición de las historietas de Sabino y Salomón y, aunque sea “secundario”, en tal edición del 23 de septiembre de 1963 del Rotograbado de Revolución –más bien debiera emplearse entre comillas y no en cursivas– quedó en suspenso incluso un esencial ensayo de Edmundo Desnoes sobre arte y humor, el cual se supone tendría continuidad en la próxima entrega. Y no ocurrió. Jamás. Y tampoco salieron más dichas historietas. Es la señal de lo que intuyo como un replanteo editorial por causas mayores, algo distantes –quizás– del arte, de la censura o los tabúes de lectores (poco) cultos y muy revolucionarios –Chago y Fornés también lo eran– que escribían al periódico Revolución… ¿con simples disparos verbales? Diría que eso fueron: quejas-disparos menores, aunque hirientes, para y en una época de replanteos decisivos con fines ya precisos en la esfera pública: antimperialismo, Revolución socialista, Comunismo. Una época de ensueños y esperanzas, de disciplinas y entregas desmedidas, de corajes y confrontación, de sumas y restas. De lo gregario puro desde el aquí.
Pero a lo que voy: a Carlos Franqui por esa fecha de 1963 le quedaba poco como director de Revolución; poco después de aquel 23 de septiembre mutaría el sentido editorial de ese suplemento gráfico-visual-informativo-cultural. Inclusive, cambiaría su nombre por el de Suplemento de Revolución: es el que tendría hasta su desaparición en 1964 (si mal no recuerdo en ese año); de sección del periódico pasaría a ser un tabloide lo que, visto desde la óptica de hoy, significa pasar de las comillas a las cursivas en el orden nominal-bibliográfico; tanto Chago y Fornés dibujaron otras cosas luego de 1963 –tal vez de menos interés– y fueron impresas en el ámbito de Revolución; etc. Qué te quiero decir: que hay ciertos factores que debieran ser sumados, quizás, a lo meeeejor, a la tan misteriosa supresión, a la “salida forzada de Sabino y Salomón” de sus páginas. Si ya el Rotograbado [Suplemento] de Revolución está digitalizado, si ya lo tienes –¿eres una privilegiada?– podrías pasearte por sus páginas y apreciar la transición de la historieta en ese, del 61 al 63, en cuanto a madurez editorial y a la propia de Chago y Fornés, quienes a modo de bloque y de conjunto con unas historietas de Nuez y Carlos P. Vidal, dieron de modo inicial una fea o “extraña” apariencia en una porción casi ínfima de las páginas 2 o 4 del Rotograbado… Sucedió casi de modo esquemático, antes de 1963, en este orden y de arriba hacia abajo: Nuez-Chago-Vidal-Fornés. (Más bien los responsables de las ediciones fueron los autores de tal aburrida sucesión compositiva). Por mi parte, veré si pido esos PDFs y, si no los tienes, los podrás disfrutar con más razón.
Unos párrafos después enuncias y defiendes un aspecto o una palabra clave –silencio– presente desde el inicio a través del título, el que por cierto –ante la ausencia de un signo por “preciosismos” de diseño en p. 2– podemos asumir ahora de tres maneras: “Chago, entre líneas, silencios y cajones”, “Chago [:] entre líneas (…)”, “Chago entre líneas (…)”: ¿cuál es el tuyo, el original?
Me gusta tu solución con lo de “silencio menos perceptible y notorio pero más largo y enconado”, aunque como fórmula conceptual no la comparto. Sucede, desde mi punto de vista, que con la obra de Chago Armada toda acción también es necesaria y, por ende, aportadora. Eso resultan ser las estrategias inimaginables: exposiciones, artículos, ensayos, charlas-conferencias… Ahora bien, ¿cuál de esas perduraría más?, ¿cuál sería la biblia sobre Chago a disposición de cualquier interesado en cualquier instante? Concretamente, ¿qué libro(s) publicado(s) hay sobre él como artista-hombre y que nos ilustre(n) con exactitud sobre sus series y obras de títulos inteligentes y filosóficos de las cuales, ya se sabe, muy poco recordamos a nivel de imágenes? Lo demás podría ser –es– palabreo.
El Chago-hombre era impecable; el Chago-artista es el que debemos seguir mostrando –también, necesariamente y sobre todo– con ensayos-libros, con ensayos-multimedias, con ensayos inmortales-tangibles. Estrategias que sí perduren, que estén a nuestro alcance en el día a día. Capaces de hacernos memorizar, con sagrada devoción, títulos y obras que bien lo representen como pensador, poeta, artista. Solo entonces el silencio será apenas una cualidad de su arte que, tarde o temprano, será mejor comidilla de coleccionistas, especuladores mercantiles, galeristas. Los posibles silencios del presente en torno al Chago artista son fantasmas, comparados con aquellos lejanos silencios –sí de carne y hueso, sí con nombre y apellidos, no obstante de los recatos y las diplomacias actuantes entonces con aquel capitán rebelde sin barbas– que desde los años 60 incidieron en su otra labor gráfico-visual: un tanto ajena al diseño cotidiano y anónimo que hizo –al parecer, sin obstáculos– hasta 1995. Lejanos silencios que reorientaron la ruta del Chago que siempre valora(re)mos apenas como críticos, porque no tenemos el dinero para coleccionar (sus) originales. Pobres somos. Aunque ciertas paredes privadas están vacías. Al menos, vírgenes sí que no están, bien lo sabes, las del Museo Nacional de Bellas Artes con su arte sesudo-lineal-entintado: y ni hablar de las arcas del propio MNBA ni de las del Museo del Humor. ¿Hay silencio o silencios fantasmales con él?, ¿qué tenemos?, ¿Chago no está a la vista pública en La Habana hace rato?, ¿los Chagos no son/serán prendas mercantiles que ya imponen esencialmente la primacía de los formatos medianos, del papel y la cartulina como soportes esenciales, y casi sin opción, en lugar de las tan veneradas telas por las vías de subastas y coleccionistas? Aunque disperso y desmembrado, casi todo el material sobre él está a mano. Requerimos de tiempo y voluntad. Lo que resta es hacer. Interpretar. Escribir. Y otro gallo va a cantar… Mientras, preferiríamos tenerlo más cerca, pero como críticos, somos tan solo pobres de bolsillo.
Aunque me he extendido, algo más sobre El Humor Otro. Supongo te interese. Y termino.Solo dos cosas:
-El ejemplar que existe en Camagüey (Biblioteca Provincial Julio Antonio Mella) consigna, a nivel bibliotecario en p. [4], que ha sido un donativo de la Biblioteca Nacional y consta, además, la siguiente fecha: 8 de octubre de 1987. (Otra más para tu colección numérica).
-Es cierto, hubo varias promociones del libro. Conozco una curiosa, en la cual Chago redibujó la cubierta del libro –literalmente le hizo una caricatura a esa porción de su volumen– que acompaña, como imagen, a una pequeña nota que comienza así: “Dentro de unas semanas saldrá ‘El humor Otro’ [sic] que hizo (…)”; corresponde a Revolución, La Habana, segunda edición, No. 2425, 25 de noviembre de 1963, sección “De adentro y de afuera”, p. 13 [col. 2]. No sé si la has visto. (Si el “saldrá” no está asociado a circulación, entonces la producción del libro estaba atrasada. El plan no se había cumplido. Octubre, como instante de impresión, era una meta. ¿Se cumplió tarde? Y salió su primer libro. Y no digo único, porque en otros pensó, mas solo El Humor Otro nos lo representa hoy. Y ese sí que no era su plan. Y esto tampoco es una especulación).
Y ya por hoy con este email-ensayo. Saludos reiterados.

PS (de 2020).
Este textículo es de inicios de 2016. Fue enviado por correo electrónico. Es una parte de mi reacción al leer un artículo con erratas, pifias y descuidos editoriales, el que comenzó a circular en la web primero –www.caimanbarbudo.cu/artes-plasticas/2015/10/entre-lineas-silencios-y-cajones/– y luego, con las mismas insuficiencias, en la edición impresa de la revista El Caimán Barbudo. (Es, en definitiva, un boceto de ensayo. Con ese título lo he sumado en uno de los capítulos de mi libro Cápsula(s), ya casi cerrado).
Muchos meses después, en 2017, La Habana disfrutaría de una novedad editorial con peculiaridades: la carpeta-libro Salomón (Ediciones Asterisco, La Habana, 2017) de Caridad Blanco. Con una edición de lujo para bibliotecas y coleccionistas: y el/su PDF –por suerte– como soporte democrático, popular, masivo. Una tesela más sobre Chago y que nadie se esperaba.
Chago es (de) una dimensión mayor. Muy diversa. Demasiado. Y, además, con una obra gráfico-lineal –entonces casi diaria: de dichas y desdichas– en la prensa periódica: trillos por (re)descubrir. ¿Y cuán diferente conceptualmente de sus sorpresas objetuales?: ellas se nos han ido (des)dibujando mejor y en años más recientes. Entre varias raras que conozco, existe una que todavía (me) despierta más de una interrogante: La cripta de Daly G encondonada en el tiempo, 1964. Madera, cristal y condones, 29 x 35 cm. Col. privada, La Habana.
Nota:
(1) Nota de 2020. Escribe, en concreto, la autora Caridad Blanco: “Información obtenida recientemente permitió corroborar que, solo a partir de 1980, su libro [El Humor Otro, 1963] pudo ser consultado en las salas de lectura. El dato, obtenido gracias a una búsqueda realizada por el Departamento de Arte de dicha institución [Biblioteca Nacional de Cuba José Martí], se suma a otra referencia obtenida el año anterior [sic], cuando al intentar ampliar la documentación sobre lo publicado por Chago en la prensa, supe que entre 2013 y 2014, la Biblioteca Nacional completó la digitalización de Rotograbado de Revolución [,] un suplemento del que carecían y del que todavía hoy se conoce muy poco [sic]. El 21 de diciembre de 1961, en sus páginas vieron la luz Sabino y Salomón, las tiras de Rafael Fornés y Chago, respectivamente, manteniéndose en él hasta ser suprimidas luego del 23 de septiembre de 1963” (p. 3).
Related
Related posts
5 Comments
Leave a ReplyCancel reply
Estamos en Twitter
Top Posts & Pages
- QUÉ UNIRÍA AL CARIBE?
- Blog
- ESTÁ SUCEDIENDO: SUBASTA ONLINE DE ARTE LATINOAMERICANO EN CHRISTIE´S
- EL DIBUJO ES UNA MUJER LLAMADA DIÓGENES*
- EL PODER FEMENINO EN EL ARTE Y LAS CREENCIAS
- EL VIERNES FUI TESTIGO DE UN HECHO HISTÓRICO
- EL ESCAPISTA: UN ARTISTA DE LAS CIRCUNSTANCIAS
- TONY MENÉNDEZ
- ICÓNICA SERIE EXPUESTA EN EL SOUTHEASTERN CENTER FOR CONTEMPORARY ART
- MARTA MARÍA PÉREZ BRAVO: OTRAS ORACIONES EN EL CONVENTO
Recent Posts
To find out more, including how to control cookies, see here: Cookie Policy
Soy la hija de Chago Armada y le envío este comentario en nombre de su viuda Daly Garcia. Hemos leído este artículo y mi madre se siente obligada a aclararle algunos de sus planteamientos.
En el segundo párrafo del artículo, usted plantea – y copio textualmente – “Es la señal de lo que intuyo como un replanteo editorial por causas mayores, algo distantes -quizás-del arte, de la censura o los tabúes de lectores (poco) cultos y muy revolucionarios-Chago y Fornés también lo eran-que escribían al periódico Revolución…”
¿Acaso quiere decir que, creadores de la magnitud de Chago y Fornés carecían de cultura, aunque eran revolucionarios?
En su tercer párrafo plantea que “… tanto Chago y Fornés dibujaron otras cosas luego de 1963-tal vez de menos interés…”
¿Por casualidad, conoce Ud. la totalidad de la obra de Chago después de 1963 hasta su muerte en 1995?
Permítame aclararle que Julito 26, El Hombre Eterno, Salomón son parte de la obra total de Chago, así como son sus instalaciones, su poesía, sus artículos, su diseño gráfico.
Señor Li, usted habla muy a la ligera de una época que no vivió y solamente conoce de haber leído o escuchado versiones muy mediatizadas. Le aclaro que Chago NUNCA redibujó la cubierta del libro El Humor Otro, ni escribió esa nota a la que se refiere. Chago jamás tuvo acceso al libro luego que fuera retenido por las autoridades competentes de ese momento y se enteró de su salida cuando ya estaba en algunas librerías. Por tanto, quién le contó esa versión, está completamente desinformado.
El gran Samuel Feijoó, definió a los “cultos-intelectuales” que se preciaban de ser sabios en materia de arte, como “los curas rojos de nuestra época”.
Usted, que se considera crítico-de arte, debe tener mucho cuidado con lo que escribe y promueve en las redes sociales para evitar cometer errores que quedan escritos y no caer en el palabreo, término utilizado por usted.
Pero además, yo no soy experta en materia de ortografía y redacción, pero usted abusa de signos de puntuación: comillas, guiones, paréntesis y puntos suspensivos. La construcción de sus oraciones y párrafos es confusa y no se define su mensaje: ¿está criticando a Caridad Blanco, a Chago y Fornés o los está elogiando?
Admiro profundamente a Caridad Blanco por su incesante investigación y estudio sobre Chago Armada; sobre la historieta Salomón; que quiere salvar a toda costa, del olvido para las nuevas generaciones de artistas creadores.
Daly Garcia (DalyG)
Estimada Dalia. Gracias por leer y comentar en el blog. Como editora le comento q a raíz de este “texto” q en realidad fue un correo electrónico, fue publicado aquí Chago: artista maldito, de Hamlet Fernández. Se trata de promover su obra entre los q la admiramos y entre los q no la conocen. Aún tengo textos sin editar esperando su turno. Eso es una gran noticia. Copiaré su comentario para enviárselo a Axel y que él responda uno por uno sus puntos. Por ahora le adelanto q no, q él no criticó a Cary; antes bien la considera como “una madre”.
Este tipo de comentarios son los q ayudan a unir el rompecabezas y armar la historia, así que muchísimas gracias!
Gracias Elvia,
También leímos el texto de Hamlet y ese si nos pareció magnífico, real y coherente.
Dalia Armada
Muchísimas gracias. La idea es ir armando el puzzle, no solo en torno a Chago sino respecto a aspectos medio vacíos y poco conocidos de la creación insular. Le hice llegar su comentario a Axel; él vive en Cuba y allí le ha sido imposible subir el comentario. Entonces me he “prestado” de link aquí y le comparto su ¨nota¨:
“Leo con placer el mensaje suyo, Dalia, en nombre de su madre. Es indudable que ustedes conocen todos los detalles relativos a Chago Armada: y más o muchísimo mejor que cualquiera de nosotros. Y aquí el plural “nosotros” es sincero, pues desde los años 90 a la fecha actual, algo de la obra de Chago es más visible para varios que nos importan y sentimos las artes visuales.
De un artista nunca llegamos a conocer toda su obra, aun cuando tuviéramos a mano su posible Catálogo Razonado. O apreciemos numerosas piezas originales, ciertas copias impresas o algún otro referente visual. No obstante, a pesar de los obstáculos que nos ronden, sobre un creador intentamos saber de su arte y, necesariamente, hasta de los aspectos extrartísticos que a veces ayudan a comprender situaciones artísticas específicas y/o generales.
De Chago o Fornés no hay dudas de sus aportes, sus empeños, si nos tomamos el interés de estudiarlos, que sería más que mirar piezas impresas en la prensa cubana –física, de papel, en el contexto de una biblioteca: nada de PDFs– de hace unas cinco décadas. Esto exige además analizar y comparar, intuir y juzgar: a veces ni viviendo en la época se entienden (bien) ciertos asuntos. También las obras gráficas de ellos dos, las impresas –dibujos, ilustraciones, caricaturas personales, caricaturas editoriales…– son extensas. Quizás yo prefiera más a las del primero y no por el aquello de que Rafael Fornés afirmara y reconociera, casi a fines de los años 60, un temprano y favorable juicio de valor sobre el Chago artista. Muy elogioso y largo. Sincero.
En particular, los dibujos de Chago entre 1959 y 1963 –aproximadamente– de la prensa cubana son un conjunto mixto, el cual es más que Salomón o Julito 26. Pero, casi ni se sabe, después del 63 y específicamente para REVOLUCIÓN, Chago no dejó de dibujar “viñetas” e ilustraciones. A eso es a lo que estoy aludiendo en el texto que han leído ustedes, es decir, en la aclaración sobre otras imágenes “tal vez de menos interés”: comparadas con sus historietas, según la óptica de alguien, en caso de que algo así ocurriera. Pudiera tomar partido y opinar y exponer ejemplos: algunos de los que conozco o mal recuerdo, en lo personal, todos esos diría que me gustan. Eso creo. Hay constancia de dibujos suyos en el 63 en secciones como “Ventana”, “De adentro y de afuera”, “3 tiempos”, del periódico REVOLUCIÓN. Y en el 64 hay hasta un Antonio Guiteras por Chago u otro Camilo Cienfuegos, también suyo, de 1963.
Pero en el texto la idea es otra: a pesar de la supresión ajena de la historieta de Salomón como obra impresa en un suplemento, Chago siguió trabajando y dibujando en el rotativo REVOLUCIÓN. Y hasta donde sé y he visto, las caricaturas editoriales poco a poco quedarían en manos de Nuez como tarea. Mucha caricatura editorial hizo Chago en otros instantes anteriores que, dicha sea de paso, esta no define del todo a la línea de un dibujante. A veces, con otros que solo son caricaturistas, no hay alternativa. Pero, por suerte, ese no es el caso con Chago Armada.
Si en el 63, por decisiones injustas, los personajes de ambos dibujantes –Fornés y Armada– dejaron de ser publicados en el suplemento del periódico REVOLUCIÓN, Chago demostró lo que ningún otro dibujante de la prensa –y estoy evitando usar la categoría caricaturista con él– quizás haría, pues esos otros creadores o caricaturistas sin la prensa no pueden ser. No existen. Su obra, con el tiempo, casi que se (in)define solo por ella. Y por cuanto ya sabemos, Chago sin el Salomón –impreso– siguió dibujando. Crearía y guardaría post 1963 horizontes visuales diversos, porque pensaba como artista aunque fuese aparentemente solo un dibujante. Y entonces es el gran lote de originales, agrupados en series o no, que articulan el resto de la poética artística (visual) de Chago. Y, precisamente, ese es/sería el que a muchos –quizás con la excepción de unos cuantos nombres– nos falta por apreciar bien o por primera vez, ya sea en el contexto de una colección, una muestra o una publicación. Con la salida del libro ADIÓS UTOPÍA… (CIFO, 2017) ha habido una revelación visual de piezas varias sobre momentos del arte cubano: y significativas son las de y sobre Chago. Bien lo saben. Ejemplos así son útiles, pues como guías perduran.
Ciertos lectores escribieron más de una vez al periódico REVOLUCIÓN para quejarse de las “sesudas” historietas: a ellos me refiero desde la no elipsis en el texto, sí, en el segundo párrafo. ¿Qué podían significar para Chago o Fornés un comentario en los años 60 no muy positivo sobre sus historietas? Hay posibles respuestas. Estoy de acuerdo: la aclaración que para mí solo era válida con el giro “muy revolucionarios” se interpreta con otro sentido con el antecedente juguetón “lectores (poco) cultos” que, al menos yo, solo vería en la variante positiva e inclusiva, de pensarla para Chago y Fornés. Por otra parte, de haber ocurrido, que no lo sé, ¿qué tipo de historietas habría publicado NOTICIAS DE HOY? Si las caricaturas editoriales de ese otro periódico tenían una rigidez artística y de otra naturaleza, indudablemente toda propuesta de REVOLUCIÓN era más potable y hasta del mejor agrado visual desde el mismo año 59: a nivel artístico, prefiero estudiar el humor gráfico de un periódico como ese. Ya a la altura del 63-64 la prensa en su variable del dibujo humorístico es muy uniforme en cuanto a sus mensajes y estrategias editoriales. Incluso, hay identidades gráficas superiores y menores, cosa que sucede en cualquier época y contexto geográfico. Pero, en el nuestro del ayer, ¿acaso hacían en casa obras de otro tipo y de interés extremo un Posada, un Nuez, un Virgilio Martínez, un Horacio, un Guerrero, un Ardión, un Fresquito, un Fornés, un Frémez…? Quizás, no. No, al menos, como Chago, en quien además hay ya desde entonces unos conjuntos o unas series, unos títulos enjundiosos y sabios, etcétera, etcétera. Y hay osadías, ¿no? Chago llegó a descubrimientos y conclusiones. Lo mismo que unos pocos de aquellos. Es interesante esa idea que me escribe(n), porque es cierta y también es igual de pertinente: “Julito 26, El Hombre Eterno, Salomón son parte de la obra total de Chago, así como [lo] son sus instalaciones, su poesía, sus artículos, su diseño gráfico”. Genial juicio. Me emociona este criterio testimonial.
Sobre EL HUMOR OTRO (1963): sus comentarios ahora mismo son muy oportunos. Importantes. Solo no queda claro cuándo –¿años 60?, ¿años 80?– se enteró Chago de que el libro “ya estaba en algunas librerías”. El periódico REVOLUCIÓN (25 de noviembre de 1963) publica una información promocional sobre el volumen: una breve y anónima nota informativa –no digo ni escribo que sea de la autoría de Chago Armada– y encima de la cual apreciamos una imagen de la cubierta: es un redibujo o nuevo dibujo “inspirado” en el de la cubierta impresa, pero un dibujo realizado para esa ocasión periodística. Sí escribo y (re)afirmo que, para la aludida edición del 25 de noviembre, “literalmente le hizo una caricatura a esa porción de su volumen”. Basta con un ejercicio de comparación, a pesar de las similitudes de ambas imágenes.
En cuanto a escuchar –sobre arte y humor gráfico– por esta vía sabría en algún momento que algunos de los ejemplares del libro circularon poco después de su impresión. Es el testimonio que también asumo como cierto, tanto como el que más pesa: EL HUMOR OTRO quedó guardado, “retenido por las autoridades competentes de ese momento”. (Pienso en voz alta: ¿dónde?, ¿en qué local?, ¿dónde tenía Ediciones R sus “almacenes”? Del por qué no “puedo” opinar). Pero, en mi caso, es algo que sí leí primero cuando saliera el texto de Tonel sobre Chago –ARTECUBANO, No. 1, 1998–, en el cual un “casi” anula el posible “todo” que ni está escrito. Por consiguiente, creo igual, ¿o mejor?, en el criterio publicado en esa revista: una vez impreso el libro, la edición de los ejemplares “fue casi en su totalidad retenida” (p. 16). Y me quedó fijado de modo inconsciente. Claro, es apenas el fragmento de un criterio mayor y enjuiciador de Tonel. Tal vez la censura con el volumen o como se le desee llamar –“aquella sentencia sin palabras”, escribe Caridad Blanco en 2015– seguirá atrayendo. Aunque se trate de algo muy específico, que no deja de ser importante en materia cultural, todo indica que tendrá nuevos análisis: y la investigación que quizás no existe todavía. Pero no la haré yo. No. Caridad Blanco, como estudiosa de Chago, nos indica inclusive: “poco se sabe sobre lo ocurrido”.
Lo no vivido atrae. La época pretérita nos toca a las puertas. Y de arte (cubano) apenas sabemos en cuanto a visualidad y más.
Siempre he pensado que un José Seoane Gallo, siguiendo el modelo de su monográfico sobre Abela, dejó huérfanas zonas cruciales de nuestro arte.
Con guías así hay monaguillos que nunca llegarán ni a cura”.
Leo con placer el mensaje suyo, Dalia, en nombre de su madre. Es indudable que ustedes conocen todos los detalles relativos a Chago Armada: y más o muchísimo mejor que cualquiera de nosotros. Y aquí el plural “nosotros” es sincero, pues desde los años 90 a la fecha actual, algo de la obra de Chago es más visible para varios que nos importan y sentimos las artes visuales.
De un artista nunca llegamos a conocer toda su obra, aun cuando tuviéramos a mano su posible Catálogo Razonado. O apreciemos numerosas piezas originales, ciertas copias impresas o algún otro referente visual. No obstante, a pesar de los obstáculos que nos ronden, sobre un creador intentamos saber de su arte y, necesariamente, hasta de los aspectos extrartísticos que a veces ayudan a comprender situaciones artísticas específicas y/o generales.
De Chago o Fornés no hay dudas de sus aportes, sus empeños, si nos tomamos el interés de estudiarlos, que sería más que mirar piezas impresas en la prensa cubana –física, de papel, en el contexto de una biblioteca: nada de PDFs– de hace unas cinco décadas. Esto exige además analizar y comparar, intuir y juzgar: a veces ni viviendo en la época se entienden (bien) ciertos asuntos. También las obras gráficas de ellos dos, las impresas –dibujos, ilustraciones, caricaturas personales, caricaturas editoriales…– son extensas. Quizás yo prefiera más a las del primero y no por el aquello de que Rafael Fornés afirmara y reconociera, casi a fines de los años 60, un temprano y favorable juicio de valor sobre el Chago artista. Muy elogioso y largo. Sincero.
En particular, los dibujos de Chago entre 1959 y 1963 –aproximadamente– de la prensa cubana son un conjunto mixto, el cual es más que Salomón o Julito 26. Pero, casi ni se sabe, después del 63 y específicamente para REVOLUCIÓN, Chago no dejó de dibujar “viñetas” e ilustraciones. A eso es a lo que estoy aludiendo en el texto que han leído ustedes, es decir, en la aclaración sobre otras imágenes “tal vez de menos interés”: comparadas con sus historietas, según la óptica de alguien, en caso de que algo así ocurriera. Pudiera tomar partido y opinar y exponer ejemplos: algunos de los que conozco o mal recuerdo, en lo personal, todos esos diría que me gustan. Eso creo. Hay constancia de dibujos suyos en el 63 en secciones como “Ventana”, “De adentro y de afuera”, “3 tiempos”, del periódico REVOLUCIÓN. Y en el 64 hay hasta un Antonio Guiteras por Chago u otro Camilo Cienfuegos, también suyo, de 1963.
Pero en el texto la idea es otra: a pesar de la supresión ajena de la historieta de Salomón como obra impresa en un suplemento, Chago siguió trabajando y dibujando en el rotativo REVOLUCIÓN. Y hasta donde sé y he visto, las caricaturas editoriales poco a poco quedarían en manos de Nuez como tarea. Mucha caricatura editorial hizo Chago en otros instantes anteriores que, dicha sea de paso, esta no define del todo a la línea de un dibujante. A veces, con otros que solo son caricaturistas, no hay alternativa. Pero, por suerte, ese no es el caso con Chago Armada.
Si en el 63, por decisiones injustas, los personajes de ambos dibujantes –Fornés y Armada– dejaron de ser publicados en el suplemento del periódico REVOLUCIÓN, Chago demostró lo que ningún otro dibujante de la prensa –y estoy evitando usar la categoría caricaturista con él– quizás haría, pues esos otros creadores o caricaturistas sin la prensa no pueden ser. No existen. Su obra, con el tiempo, casi que se (in)define solo por ella. Y por cuanto ya sabemos, Chago sin el Salomón –impreso– siguió dibujando. Crearía y guardaría post 1963 horizontes visuales diversos, porque pensaba como artista aunque fuese aparentemente solo un dibujante. Y entonces es el gran lote de originales, agrupados en series o no, que articulan el resto de la poética artística (visual) de Chago. Y, precisamente, ese es/sería el que a muchos –quizás con la excepción de unos cuantos nombres– nos falta por apreciar bien o por primera vez, ya sea en el contexto de una colección, una muestra o una publicación. Con la salida del libro ADIÓS UTOPÍA… (CIFO, 2017) ha habido una revelación visual de piezas varias sobre momentos del arte cubano: y significativas son las de y sobre Chago. Bien lo saben. Ejemplos así son útiles, pues como guías perduran.
Ciertos lectores escribieron más de una vez al periódico REVOLUCIÓN para quejarse de las “sesudas” historietas: a ellos me refiero desde la no elipsis en el texto, sí, en el segundo párrafo. ¿Qué podían significar para Chago o Fornés un comentario en los años 60 no muy positivo sobre sus historietas? Hay posibles respuestas. Estoy de acuerdo: la aclaración que para mí solo era válida con el giro “muy revolucionarios” se interpreta con otro sentido con el antecedente juguetón “lectores (poco) cultos” que, al menos yo, solo vería en la variante positiva e inclusiva, de pensarla para Chago y Fornés. Por otra parte, de haber ocurrido, que no lo sé, ¿qué tipo de historietas habría publicado NOTICIAS DE HOY? Si las caricaturas editoriales de ese otro periódico tenían una rigidez artística y de otra naturaleza, indudablemente toda propuesta de REVOLUCIÓN era más potable y hasta del mejor agrado visual desde el mismo año 59: a nivel artístico, prefiero estudiar el humor gráfico de un periódico como ese. Ya a la altura del 63-64 la prensa en su variable del dibujo humorístico es muy uniforme en cuanto a sus mensajes y estrategias editoriales. Incluso, hay identidades gráficas superiores y menores, cosa que sucede en cualquier época y contexto geográfico. Pero, en el nuestro del ayer, ¿acaso hacían en casa obras de otro tipo y de interés extremo un Posada, un Nuez, un Virgilio Martínez, un Horacio, un Guerrero, un Ardión, un Fresquito, un Fornés, un Frémez…? Quizás, no. No, al menos, como Chago, en quien además hay ya desde entonces unos conjuntos o unas series, unos títulos enjundiosos y sabios, etcétera, etcétera. Y hay osadías, ¿no? Chago llegó a descubrimientos y conclusiones. Lo mismo que unos pocos de aquellos. Es interesante esa idea que me escribe(n), porque es cierta y también es igual de pertinente: “Julito 26, El Hombre Eterno, Salomón son parte de la obra total de Chago, así como [lo] son sus instalaciones, su poesía, sus artículos, su diseño gráfico”. Genial juicio. Me emociona este criterio testimonial.
Sobre EL HUMOR OTRO (1963): sus comentarios ahora mismo son muy oportunos. Importantes. Solo no queda claro cuándo –¿años 60?, ¿años 80?– se enteró Chago de que el libro “ya estaba en algunas librerías”. El periódico REVOLUCIÓN (25 de noviembre de 1963) publica una información promocional sobre el volumen: una breve y anónima nota informativa –no digo ni escribo que sea de la autoría de Chago Armada– y encima de la cual apreciamos una imagen de la cubierta: es un redibujo o nuevo dibujo “inspirado” en el de la cubierta impresa, pero un dibujo realizado para esa ocasión periodística. Sí escribo y (re)afirmo que, para la aludida edición del 25 de noviembre, “literalmente le hizo una caricatura a esa porción de su volumen”. Basta con un ejercicio de comparación, a pesar de las similitudes de ambas imágenes.
En cuanto a escuchar –sobre arte y humor gráfico– por esta vía sabría en algún momento que algunos de los ejemplares del libro circularon poco después de su impresión. Es el testimonio que también asumo como cierto, tanto como el que más pesa: EL HUMOR OTRO quedó guardado, “retenido por las autoridades competentes de ese momento”. (Pienso en voz alta: ¿dónde?, ¿en qué local?, ¿dónde tenía Ediciones R sus “almacenes”? Del por qué no “puedo” opinar). Pero, en mi caso, es algo que sí leí primero cuando saliera el texto de Tonel sobre Chago –ARTECUBANO, No. 1, 1998–, en el cual un “casi” anula el posible “todo” que ni está escrito. Por consiguiente, creo igual, ¿o mejor?, en el criterio publicado en esa revista: una vez impreso el libro, la edición de los ejemplares “fue casi en su totalidad retenida” (p. 16). Y me quedó fijado de modo inconsciente. Claro, es apenas el fragmento de un criterio mayor y enjuiciador de Tonel. Tal vez la censura con el volumen o como se le desee llamar –“aquella sentencia sin palabras”, escribe Caridad Blanco en 2015– seguirá atrayendo. Aunque se trate de algo muy específico, que no deja de ser importante en materia cultural, todo indica que tendrá nuevos análisis: y la investigación que quizás no existe todavía. Pero no la haré yo. No. Caridad Blanco, como estudiosa de Chago, nos indica inclusive: “poco se sabe sobre lo ocurrido”.
Lo no vivido atrae. La época pretérita nos toca a las puertas. Y de arte (cubano) apenas sabemos en cuanto a visualidad y más.
Siempre he pensado que un José Seoane Gallo, siguiendo el modelo de su monográfico sobre Abela, dejó huérfanas zonas cruciales de nuestro arte.
Con guías así hay monaguillos que nunca llegarán ni a cura.