María Carla Olivera

Aquel escudo nacional realizado por Osvaldo Yero se rememora en las versiones de la bandera que diseña Álvaro José Brunet Our Victoria’s Secret y ADIDAS, ambas del 2011. Ellas lo evocan en el humor acidísimo y el sobre engalanamiento del emblema, salvando las distancias. Yero, más barroco, amparado en la solidez material y el efecto táctil de la yesería; Brunet, más económico en sus recursos, imbuido del espíritu mínimal-conceptual que Frency reconoce como tendencia en el arte de este siglo, encuentra en la bidimensionalidad de la fotografía el espacio propicio para el despliegue de su poética. El primero discursa desde y sobre una estética de Isla adentro, vernácula, artesanal y coqueta, o prostituta; el segundo, expresa las contradicciones de este (su) tiempo, con un imaginario cruzado y esquizofrénico cuya base de datos se encuentra en la arena internacional y llueve, como una nube, sobre todas los espacios nacionales, más high tech. Ambos, versando sobre las crisis y mudanzas de los valores y, entre ellos, de los valores nacionales.

En Our Victoria’s Secret y ADIDAS Álvaro recurre a la cita de elementos arquetípicos de la sociedad de consumo –en este caso conocidas compañías transnacionales–, recurso explotado en el arte cubano desde su diálogo con las tendencias postmodernas para versar sobre la penetración cultural. En estas piezas, y en la serie El peso de la vida en general, el artista opera desde la lógica de la desautomatización o extrañamiento, teoría introducida por el crítico y escritor Víktor Shklovski. El teórico del formalismo ruso preconiza la labor del arte –debido a su naturaleza exploradora de las cualidades esenciales de objetos y fenómenos– como encargado de la desautomatización de la percepción impuesta por la cotidianidad. Desde este punto de vista la obra es el agente desfamiliarizador que, valiéndose de indistintos recursos, devuelve al espectador la experiencia de la relación auténtica con el objeto, como si pudiera apreciarlo por vez primera.

La desautomatización no es un recurso privativo de Álvaro. Esta se extiende como un velo sobre el arte todo, pero se hace particularmente visible en las obras del artista espirituano por su sencilla y certera metodología: la recreación de situaciones y relaciones imprevistas. Esto produce un impacto directo en el espectador, sin medias tintas, sin atenuantes, sin espacio para la enajenación.

Refiriéndose a la impronta visual de sus imágenes elucida Elvia Rosa Castro: “El resultado son engañosos híbridos que pierden su valor de uso tradicional y se vuelven inoperantes y hasta absurdos en esa lógica del ser útil (1)”.

La burla de la utilidad de los símbolos patrios como tipificación de las naciones y, en última instancia, contenedores de valores históricos con los que estas se identifican, en efecto, llega al paroxismo en las obras de Álvaro José. Our Victoria’s Secret y ADIDAS nos presentan nuestro patrimonio cosificado a tono con las políticas de mercado, convertido en bien comercializable o, por el contrario, sugieren un patrimonio construido sobre la propaganda y la publicidad.

El secreto de nuestra victoria parece apuntar a la segunda lectura. Esta es una obra eminentemente cínica y profundamente descarnada. Ella induce a la reflexión de cuánto ha habido de floritura y lisonja en nuestra figuración nacional, moviendo así a la reflexión ética profunda. El cinismo se desprende de la referencia a la victoria en una obra que evidentemente refiere el descalabro de los valores nacionales. La victoria como escarnio, en sentido retórico –como aquella del famoso cartel que convocaba a convertir el revés en victoria tras el fracaso de la Zafra de 1970.

ADIDAS va por la misma cuerda, la conversión del símbolo en producto e imagen propagandística, la tergiversación de su apariencia formal para incidir sobre su vaguedad y automatización y las del discurso que la acompañan. La apropiación del nombre de la compañía multinacional alemana magnifica la crisis y exacerba la crueldad y el escarnio al identificarla con un país pobre y subdesarrollado como es el nuestro, histórico representante de un modelo de sociedad alternativo al sistema capitalista.

Notas:

(1) Elvia Rosa Castro: “La crisis se publicita. Una narración sin adjetivos”, en Los colores del ánimo. Detrás del Muro Ediciones, Valencia, 2015, p. 79.