Elvia Rosa Castro

A

Mercy, Dean Luis, Sosa, Luis Enrique, Corojo, Magaly de la Cruz, Gusta, Belkita, Hermes, Melvita, Aris, Montesinos, Pescao

Hace años vengo pensando en esto que trataré de presentar. Perdí la cuenta de cuántas de las personas que me rodeaban entre 1991 y el 2000 en Sancti  Spíritus estaban enfermos de SIDA o eran portadores del VIH. Eran muchos, tanto que se hizo algo cotidiano y familiar (miedo, ignorancia, tristeza y angustia incluidos). De alguna manera todos nos vimos enredados en una de aquellas famosas cadenas y por supuesto en el terror que implicaba que una enfermera de la familia tocara a tu puerta. En realidad se trataba de un terror panteísta, andaba por todas partes. El terror era Dios y era la Naturaleza y el sinnúmero de atributos que ella posee. También nuestro acercamiento al tema se fue haciendo más desprejuiciado y humano (recuerden que por aquella época el tópico venía convoyado de humillantes mitos, sobre todo hacia el mundo del hombre homosexual).

La provincia de Sancti Spíritus era la que más enfermos per cápita tenía en toda la isla. Hay un mito urbano (si hay algo urbano en esa región) que habla de la práctica bisexual de un señor farmacéutico en Cabaiguán… Otros hablaban de Angola….Ya viviendo en La Habana, después del 2000, oigo que la Unesco y el PCC emprenderían un estudio a causa del alto nivel de bisexuales que existía en el poblado de Cabaiguán. Cómo deberán ser de altas las cifras para que hicieran sonar las alarmas de ambas instituciones.

Cuando abrí mi cuenta de Facebook en 2008 hasta 2013 aproximadamente me llovían las propuestas de todo tipo y género de personas espirituanas precisamente, personas desconocidas en la “vida real” pero que a las claras llevaban una doble vida. Ahora bien, significa que los espirituanos y en específico los cabaiguanenses son los más singones de la nación? ¿Los más papi, mami riqui? ¿Los más open-minded del país? No señor, ellos, desafortunadamente, son los más aburridos. Son víctimas del despropósito. Sin outlets visibles para salir de sus nadas cotidianas, ellos son el número uno en la cola para sustituir a la madre de Antonia Eiriz en el cuadro de La anunciación, acosada por la obstinación cotidiana. Y la frustración provocada por el hastío trae consigo el experimento, el coqueteo con lo prohibido y las experiencias extremas.

Sancti Spíritus además, está aquejada por lo que llamo “síndrome del Escambray”. Está pagando una deuda histórica –bien diseñada- a la Revolución por haber sido cuna de la secesión. Allí, estructuralmente, nada crece ni prospera, a nivel comunitario me refiero. A escala de proyecto que implique a una comunidad dada. “Hechizo aldeano” dije una vez. Esto no sólo aporta un tip sobre una causa posible del hastío sino que tal situación de “promiscuidad” descrita arriba se proyecta y puede entenderse además, como acto de resistencia.

Sin embargo, esa región no produjo una obra de arte contundente ni al respecto ni provocada por ese respecto. En ninguna manifestación. Porque allí nada crece salvo el grito disidente de la promiscuidad y el experimento extremo en un contexto en apariencia pacato. (Digo extremo también por las circunstancias que casi siempre rodean esos lances de desobediencia: en provincias no encuentras con facilidad dónde ocultarte para ello. “En provincia todo queda cerca” y todo el mundo se conoce). Hay un link interesante con esto, la doble moral y el origen de la nación pero no aplicaría mucho en esta descarga pues el ejercicio de doble vida del que hablo posee un tno que no necesariamente debe ser juzgado desde la perspectiva de algún cisma moral.

II

En La poética de la ensoñación Bachelard trae esta excelente cita que dice tomada de un amigo suyo cuyo nombre no he podido encontrar: “el hastío es la dicha mayor de la provincia. Pienso en ese hastío profundo, irremediable, que por su violencia, libera en nosotros la ensoñación”. Resulta en extremo interesante el par hastío-violencia. Era algo que tenía en mi cabeza de manera intuitiva y hasta empírica en varios casos. Yo, que no me caracterizo por andar buscando autoridades escriturales para validar lo que pienso, siento alivio al verlo escrito así por otro, refrendado por alguien. Sintetizado de la mejor manera posible.

Pero a lo que voy. Había siempre un coctail en mi cabeza, esos datos espirituanos y un documental que me abrió los ojos apenas pude ver en casa de sus realizadores Gustavo Pérez y Oneyda González. Se trata de Vidas retiradas o tacones lejanos, una pieza que desmonta el mito de la vida campestre como algo roussoneano y bucólico, trayendo a presencia la violencia y el estado de alerta en que viven esos campesinos de la frontera norte entre Camagüey y Las Tunas. Es un camino que también desanda La casa lobo, el filme de Cristóbal León y Joaquín Cociña, quienes revelan toda una historia macabra oculta tras la apariencia paradisíaca de una colonia “alemana” en la foresta chilena. En mi adicción a las series me puse a ver Bordertown, realizada en Finlandia, país que no deja de ser provinciano en nuestro imaginario a pesar de su innegable desarrollo. La violencia en la serie es tan literal –muy bien hecha debo decir- que el estereotipo de apacible pueblo pequeño de un país nórdico se desmorona.

III

El fenómeno de los serial killers no es metropolitano ni capitalino. Es una anomalía que se da, básicamente en la periferia, de preferencia rural.

IV

Editando #elsrcorchea, todo lo que había estado entre intuición y certeza ha cobrado una realidad mineral, evidente para mí. Salvo Sucedió en La Habana, de Henry Eric, si repasamos un poco la producción simbólica bajo el rótulo de arte producido por cubanos no es difícil darse cuenta que las obras más violentas y transgresoras han sido producidas desde otras provincias, fuera de La Habana. Basta con mencionar a Elvis Céllez para comprobar lo que trato de decir. Ese horror meridianus definido como falta de sentido y de pérdida de la realidad que acompaña al espeso e irremediable tedio de vivir fuera del centro y que en Sancti Spíritus se da como una variante somática y viva pero sobre todo escatológica, en el arte, al menos en el espacio de las artes visuales, se ha hecho puntual no en las Minas de Matahambre solamente sino también en Matanzas. Abigail González y la serie fotográfica Naked Eye del tempranísimo 1992, Robin Martínez y sus fotografías y vídeos sobre la estética trans y queer cuando en Cuba ni se hablaba de eso y mucho menos fuera de La Habana, así como varias pinturas de Duni D´Nasco, nacido échense esto, en Cabaiguán y residente en el momento de esas obras que recuerdo, en Matanzas. Un ciclo perfecto.

Todas ellas nacen de un estado de desesperanza y desespero, de violencia literal e intangible, de una especie de “boring home” machacoso y frustrante. Describen un estado de impotencia frente a la ausencia de horizontes. El nullpunkt y el grito al revés.

V

Hay dos sonidos invariables en un pueblo que delatan cierto aliento de vida: el de la olla de presión y el del tren que pasa. Ambos idénticos. Estridentes. Peligrosos. Violentos en sí. Prestos a estallar. Una bomba de tiempo. La espesura de la locura en movimiento y ebullición. Tal sería una probable alegoría de la mente del ser humano sensible que vive en provincia, en una especie de sacrificio suelto a la buena de Dios.

Esta sensibilidad no sólo genera las obras más transgresoras y rotundas en términos violentos sino además otras de signo contrario, como fue el caso del epicureísmo manzanillero.

VI

El aburrimiento genera una suerte de performance dionisíaco que no necesariamente se reduce al sexo orgiástico o a cierta impudicia de raíz diogenista, posee también una profunda conexión con el exceso, en el sentido que le otorgan Georges Bataille y Norman Brown: el exceso como locura y base de toda creación.

Pienso que el aburrimiento profundo y todo lo que arrastra a nivel de violencia existencial, naturalizada ella en el propio tedio, provoca los gestos más transgresores, tanto en el mundo simbólico del arte como a escala vital. Sigan esto que no doy más.