Beatriz Gago

¿UNA PELEA CUBANA CONTRA SUS DEMONIOS?

Casi al mismo tiempo que el cine cubano, realizado desde la institución, comenzó a perder vigor como analista crítico de la realidad inmediata, lastrado tanto por la limitación económica como por el enclaustramiento discursivo, es justamente dentro del ámbito de las artes plásticas, que las inquietudes del pensamiento intelectual centradas en el presente, que no había podido asumir el cine, son proyectadas y resueltas con mayor efectividad. Si desde el punto de vista de su propuesta estética, el movimiento del Nuevo Arte Cubano que comenzó a madurar a partir de la segunda mitad de los 80, constituyó una renovación radical del panorama artístico nacional, desde el punto de vista social traspasó las fronteras de la praxis artística misma e historizó con precisión una época.

La batalla como categoría axiomática de nuestra sociedad y la infinita gama de consecuencias que esta concepción origina, no escaparon de esta mirada.

En su obra presentada durante la VIII Bienal de La Habana (Galería Habana, exposición colectiva Los Tres Mongos Sabios, 2003), José Ángel Toirac decoró el hall interior de la galería con una serie de cuadros que mostraban pequeñas briznas de hierba y espigas de apariencia indefensa, amorosamente enmarcadas y dispuestas a lo largo del mismo; recreación de lo bello y lo intrascendente que, inmediatamente, el artista estigmatizó con una frase inamovible, apropiada de un libro científico: Plantas perjudiciales en el cultivo de la caña de azúcar . Lo que en un primer momento asombraba y parecía una ruptura con su sólido discurso neoconceptual anterior, se fundamentaba y respondía por sí mismo con esta afirmación que, en su maniobra, se convirtió, de conocimiento constituido, en sentencia lapidaria.

Mostrando su habilidad para el tratamiento de lo esencial, Toirac alertó del error que supone ignorar la diversidad y confundirla con una amenaza para la seguridad del futuro; del absurdo de guerrear contra espigas que son, en realidad, parte natural del todo posible. Utilizando con maestría los recursos de la instalación, Toirac escamotea un fragmento de la pieza que constituye, a su vez, la clave del asunto: la historia reciente de la caída de la industria azucarera en Cuba.

La obra Censo de Luis Gárciga y Miguel Moya, expuesta en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales ese mismo año, sintetiza la respuesta social a la idea de la vida asumida como una batalla. Mediante una pregunta —familiar a los cubanos— que podría considerarse jocosa: ¿Está usted en la lucha?, hecha telefónicamente a encuestados anónimos, simulando al entrevistador de una emisora de radio, los artistas Luis ó Miguel reunieron una cantidad de proyecciones sobre lo que significa luchar en Cuba. Mientras el factor común a todas las respuestas consistía en entender la lucha como método de supervivencia y progreso, los matices de apreciación ética del fenómeno transitaban de lo enaltecedor hasta lo delictivo, en una perfecta solución de continuidad.

Censo. Luis o Miguel

Adonis Flores, quién participó como soldado en la guerra de Angola, nos brinda a través de sus documentaciones fotográficas un panorama digno de reflexión sobre la adaptación del individuo a la sociedad presente, situándose a sí mismo como protagonista de una lucha “camuflada”, asociada a la vida cotidiana.

Es precisamente el conflicto de la autocensura, el verdadero “cuerpo a cuerpo” de la batalla. Menos evidente a la luz pública provoca, sin embargo, una más profunda escisión dentro de la aparente unidad. No existe lucha más devastadora que la que libra un hombre cuando se niega a sí mismo para mantenerse fiel a la norma estética o al horizonte de expectativas (1) que han concebido otros en su nombre.

Visionario. Adonis Flores

La batalla requiere posponer todo objetivo mediato, toda planificación o proyección de futuro, en aras de concentrar la energía disponible en neutralizar un peligro que amenaza la vida social, virtual o realmente. Lo que Elvia Rosa Castro llamará desde ahora utopía pospuesta (2) y que revisita el concepto de Lezama del imposible.

Asori Soto —usando con precisión los recursos estilísticos del documental realista de corte propagandístico— mostró en su obra Mosquitos: el documental  (Mención V Festival de Jóvenes Realizadores, 2006) una disección de la integración de las categorías enemigo batalla en Cuba como estilos de conformación de lo cotidiano.

Mosquitos…Asori Soto

Una pequeña brigada de fumigadores se constituye en un ejército formado que despliega ante la cámara toda su fuerza combativa e, incluso, como solo puede suceder en un estado de guerra, efectúa un juicio sumarísimo, condena a muerte al enemigo y ejecuta la sentencia. Mosquitos… se apropia de la narrativa documental para socavar la psicología del mensaje propagandístico y obtener del espectador una relectura de la propia realidad vivida.

Dentro de presupuestos estéticos más experimentales, el Soldado desconocido de Magdiel Aspillaga, realizado mediante la incorporación del collage tradicional al video, nos lleva de la mano a través de la vida de un hombre que ha luchado contra todo y contra todos. Intencionalmente lineal y agotadora, la historia sufre un giro dramático completamente inesperado cuando este soldado, sobreviviente de cien batallas, acomete el acto racional de sentarse y reflexionar sobre la razón de su lucha, por lo que el artista lo inmortaliza y lo honra, dándole un lugar en el monumento a los desconocidos héroes del mundo.

Soldado desconocido. Magdiel Aspillaga

Sin embargo, entre las obras que han tocado el tema, es Enemigo provisional de Ernesto Oroza, (IV Salón de Arte Contemporáneo, Fototeca de Cuba) la que ha logrado sintetizar todo el patetismo de la alternativa de pensar y jugar la guerra. Barajando con soltura la síntesis de recursos discursivos del documental y, a partir de este, la estratificación del icono hasta llegar a la visualidad de lo puramente abstracto, Oroza muestra una serie de objetos adquiridos en un campo de tiro de la Sociedad Patriótico Militar (SEPMI), que convierte en una sucesión fílmica de trofeos-evidencias, fetiches-demonios, placer-holocausto. Imágenes que se mueven en todos los planos, desde lo estrictamente estético hasta lo ideológico. Así, la muñeca frágil, hecha para crear sentimientos de ternura y maternidad, es ahora ante nosotros sujeto masacrado y la imagen del gris de sus heridas arremete contra el espectador. Pieza de difícil catalogación, donde nada se ha dejado al azar y donde no es casual, por tanto, que sea una pistola, diseñada como instrumento de juego, la última de las víctimas de tal simulacro de poder y de fuerza; ni es tampoco ingenuamente usada la música del compositor cubano Descemer Bueno para aportar énfasis dramático a la obra. Cuando se trabaja sobre ciertos límites, la poesía solo puede constituirse en un asidero, un factor que nos trae de vuelta al plano humano y nos impide perecer ante el absurdo.

Enemigo provisional. Ernesto Oroza

Visto como un movimiento desde las artes visuales que, aunque nunca constituido ni convencionalmente organizado, marcó durante los ochenta un antes y un después para el pensamiento intelectual, el Nuevo Arte Cubano fue progresivamente dispersado por los embates destructivos de la indiferencia institucional, de la censura y posteriormente del exilio y el olvido. A partir del momento mismo en que existió, fue mitificado y desmitificado en sucesivas oleadas, se tomó como bandera o se le negó, según viniera al caso. Visto como proceso de posicionamiento ético desde lo cultural, sin embargo, es indudable que el mismo tiene aún sobrevivientes y herederos en la isla.

Aunque las premisas que definieron al mismo: la renovación experimental y la responsabilidad ante el análisis de la memoria histórica, no pueden obviarse como esencias, su continuidad pudiera no estar enmarcada en el campo estricto de la obra plástica, sino que debe ser conceptualizada desde la contaminación, desde la hibridez formal, consecuencia revitalizadora del progresivo impacto del factor tecnológico, que permite la recuperación del movimiento dentro un campo mucho más abarcador.

Si bien muchos creadores de reconocido prestigio han legado en los últimos años sus más importantes resultados desde el videoarte (Lázaro Saavedra, José Ángel Toirac, Luis Gómez, Ernesto Leal, Alexandre Arrechea), un hecho aún más importante a destacar de su obra reciente es justamente el solapamiento de los límites entre sus soportes tradicionales: la instalación, el performance y el video arte, con las estrategias discursivas y la operatoria de un cine experimental en explosiva renovación, la utilización del factor tecnológico para violentar el vínculo tradicional con el espacio de la galería (3), o por el contrario, el uso de los espacios consagrados y los centros de poder cultural como tribunas de actitud, antes que muestrarios de legitimación y venta de la obra personal (4).

White corner. Alexandre Arrechea

Hemos dado por sentado, quizá con cierto apresuramiento, que la obra que resume la tragedia del exilio estará necesariamente signada por una embarcación o que el filme que narrará nuestra propia epopeya será uno surcado por disparos.

El problema de las dos orillas se convirtió para nosotros, desde hace mucho, en la contradicción entre la certeza de una orilla común que se resume en nuestra nacionalidad y el conflicto espiritual de negación de todas aquellas infinitas orillas que se forman cuando se asume la individualidad del pensamiento.

*El presente ensayo obtuvo una mención en el Concurso 45 Años con El Caimán Barbudo, en la Categoría “Explorando La Joven Creación”. Publicado en 2012 en http://www.caimanbarbudo.cu/articulos/2012/03/seguimos-en-la-lucha/

Notas:

(1) En su artículo Fabelo en el Decenio Gris , Upsalón (No 4, 2006) el crítico Piter Ortega asume el análisis del período 1972-1983 en la obra del artista Roberto Fabelo condicionándola a la norma estética y el horizonte de expectativas que imperaban en el arte y la crítica cubanos de los años 70, en cuya etapa Ortega sitúa algunos errores y desaciertos en la política cultural de la Revolución que tuvieron una considerable repercusión en el ámbito de la praxis artística y el pensamiento , (errores hoy), por suerte, felizmente superados.

(2) Elvia Rosa Castro. En: Aterrizaje. Después de la crítica de la razón cínica. La frase exacta es “utopía postergada”. (Nota de la ed.)

(3) Como ocurre en el caso de la serie de Lázaro Saavedra: Galería I-MEIL, hecha para consumir desde el correo electrónico.

(4) Véanse así Auge o Decadencia del Arte Cubano , de Flavio Garciandía, en el Museo Nacional de Bellas Artes, o la presentación de la exposición de pintura Art Goth, en la Casona, sede principal del proyecto institucional Génesis, por los artistas Douglas Arguelles, Luis Gómez, Ernesto Leal, y Antonio Margolles).