Decir que se trata de imágenes y obras surrealistas puede que sea un lugar común. De hecho, es un lugar común. Sin embargo hay un artista al que deseo llamar a atestiguar porque es un fuera de liga y porque desde el arte (y sus ideas al respecto) trató de explicar el misterio de la ilusión. Cuando vemos The mystery of the ordinary (MoMA, 2014) no tenemos más opción: si queremos hablar sobre el arte, necesariamente tenemos que hablar de René Magritte y su manifiesto de que “todos los objetos de uso cotidiano gritan en voz alta”. O sus palabras dictadas en una conferencia londinense, allá por 1937: “There exists a secret affinity between certain images; this is true equally for objects and for the representing images. Here is a demonstration: We know the bird in the cage; interest is heightened if the bird is replaced by a fish or a shoe; but if these images are surprising, they are unfortunately accidental, arbitrary. It is possible to obtain a new image that will resist examination by what it possesses that is definitive, just. That is the image of an egg in a cage”.

Elvia Rosa Castro

En The Anxious object. Art today and its audience, Harold Rosenberg comienza el capítulo 7 estableciendo un símil entre las ideas a Edgar Allan Poe y Marcel Duchamp sobre el tiempo. El “how long” al que se refieren los tres (puesto que Rosenberg va en esta colada) apunta al tiempo como duración y no como unidad o entidad mensurable. Cuando Carl Marx hablaba del valor de la mercancía y del tiempo como pieza clave para determinarlo (que no calcularlo) también se refería a algo no medible. El tiempo como valor es algo abstracto que ondea sobre todo objeto ordinario y concreto. Es algo que de tan “objetivo” se únicamente da en la subjetividad porque ante todo, es duración: el tiempo real de la conciencia, que no es reversible y sí simultaneo. Que es –y este hallazgo es rotundo- creación. Esta y otras genialidades se la debemos a Henri Bergson.

En todos estos casos estamos asistiendo a una idea del tiempo no como magnitud y por supuesto tampoco como algo verificable. En las obras de Diana Fonseca, aunque el tiempo no exista como dato, existe como sustrato. Una puede sentir su tiranía. Por ello creo que puedo anunciar la primera cualidad de su obra: cada pieza de Diana es la materialización de la ontologización del tiempo. No está de una manera visible pero se presiente y ese tipo de virtualidad lo hace real y tajante.

NACE UNA ESTRELLA (O, SE NACE CON ESTRELLA)

Con un frío de 0 grado, Diana, un grupo de jóvenes y yo nos deslizábamos por una pendiente cubierta de nieve montados en una caja plástica, justo en el jardín abierto del Palacio Real, en Oslo. En esas circunstancias algarabosas y medio infantiles re-conocía a Diana, a comienzos de 2006. Todo esto fue convocado por Sandra Sosa y Andrea Sunder-Plassmann, quienes habían curado la expo de arte joven cubana Latido para la capital Noruega y otras ciudades del país. Pasatiempo (2004), un video de Diana escogido por las curadoras para el show, rápidamente se convirtió en la “joya de la corona”. Primero fue seleccionado para ser la portada del catálogo (decisión súper complicada cuando se trata de una muestra colectiva) y luego, el día de la inauguración fue vendida en un precio exorbitante teniendo en cuenta que se trataba de un video de una estudiante que salía al escenario por vez primera y sobre todo porque en aquel entonces, ni Luis Gómez ni Raúl Cordero vendían sus videos a esos precios. (Realmente ella no vendió la obra, el coleccionista la compró).

Pasatiempo

Pasatiempo, un video en que Diana Fonseca se cose la palma de la mano, siempre en primer plano, dibujando nubes, una casita y un avión, salió con el pie derecho. El voltaje dramático que esta obra alcanza es increíble pues Diana, adicta a reconfigurar lo cotidiano y mínimo usando el tiempo como plataforma para una acción repetitiva o persistente, combina en esta pieza dolor y sueño, inocencia y aspiración.

La acción performática de coserse la mano, algo que muchos de nosotros hicimos en nuestra infancia, ha sido corrompida una vez filmada y llevada al mundo del arte. Metiéndole cabeza al asunto podemos concluir –también- que los infantes poseen cierta tendencia al sadomasoquismo (no me lo nieguen, esto es atractivo), pero más que esta deducción psicoanalítica prefiero esa que tiene que ver con la historiografía del arte cubano o más exactamente con el desplazamiento de las nociones de eticidad dentro de él y que es, en mi opinión, una de las claves para entender lo que ha sucedido comenzando el presente milenio. Pasatiempo se inscribe en la mismísima lógica de Cielo concreto (Yornel Martínez) y Mi familia quiere un cambio (Luis Gárciga). Las tres –muy diferentes-anuncian un cambio de paradigma: de lo sólido a lo efímero: de lo colectivo a la biográfico: de lo emancipatorio a lo instrumental. Del sueño, cuya realización depende únicamente de nosotros, del dolor personal. Pasatiempo es el adiós de la megalomanía moderna y es la caída de la inocencia  advirtiéndonos que solo grabando en nuestra piel algo puede hacerse realidad, subvirtiendo, de paso, la relación entre ego y soma.

PROMISCUIDADES Y METAFISICA DE LA ILUSION

Diana y yo teníamos el mismo editor de video. Era Michel, un espirituano buena gente, sensible y lindo que vive en El Vedado. A través de él (además de ella claro), me mantenía al tanto de su obra. Así vi Los amantes, una suerte de bello epigrama visual o nano-video que sigue la lógica del juego y la inventiva infantil. Vi también Caminando bajo el sol (2007) (1), pieza con la que invitamos a Diana a participar en Arboleda. El cuerpo es cuerpos (2). Aquí, como en Desierto, aparece una Diana deudora de Francis Alÿs (3), engrandeciendo un gesto mínimo y pueril, maximalizando una acción simple. En ambas ella asume el papel de Gulliver –gigante sobre la Ciudad de La Habana y en el desierto- y altera nuestra percepción de la realidad al invertir la escala de relación.

Caminando bajo el sol

En casa de Michel vi también el proceso de realización de In my mind (4), una obra que a nivel de tema o preocupación recurrente, se enlaza con Jardín (otro de sus videos) (5) y con su tesis de grado de San Alejandro, re-abriendo así otro de los tópicos básicos en su obra: el de la percepción, la ilusión y el simulacro. Campear ahí es complicado ya que se trata de un área de difícil acceso por el nivel de abstracción que exige y porque remarca algo que se encuentra en la base de todo discurso artístico: el tema de la representación. Cuando el arte se interroga a sí mismo en términos de su naturaleza ilusoria o representación está pensando en su mismísima sustancia y no todos son capaces de jugar con “eso”.

Decir que se trata de imágenes y obras surrealistas puede que sea un lugar común. De hecho, es un lugar común. Sin embargo hay un artista al que deseo llamar a atestiguar porque es un fuera de liga y porque desde el arte (y sus ideas al respecto) trató de explicar el misterio de la ilusión. Cuando vemos The mystery of the ordinary (MoMA, 2014) no tenemos más opción: si queremos hablar sobre el arte, necesariamente tenemos que hablar de René Magritte y su manifiesto de que “todos los objetos de uso cotidiano gritan en voz alta”. O sus palabras dictadas en una conferencia londinense, allá por 1937: “There exists a secret affinity between certain images; this is true equally for objects and for the representing images. Here is a demonstration: We know the bird in the cage; interest is heightened if the bird is replaced by a fish or a shoe; but if these images are surprising, they are unfortunately accidental, arbitrary. It is possible to obtain a new image that will resist examination by what it possesses that is definitive, just. That is the image of an egg in a cage”.

Esto parece algo que Diana Fonseca tiene bien claro. Casi toda su obra pasa por el otorgamiento de aura a un objeto ordinario o familiar. Y casi toda su obra pasa por una ontologización de la promiscuidad objetual. (Puente, Fe, Mundo con confetis, Belleza inútil… ). Si un objeto se deja acoplar por otro es porque ambos están alterados; siempre son virtuales, una construcción o ilusión. Es lo que he llamado desde hace mucho ya, el engaño del objeto. Cuando esto sucede cada uno tolera y por lo general pierde su valor de uso “original”.

Simulación y simulacro

Esos engranajes sintácticos, que pertenecieron al copyright del surrealismo, están siempre pautando una nueva edición visual y diseñando una nueva epistemología (6). En este empeño lógicamente, es difícil escapar a la literalidad y la tautología como tope de la representación.

“El simulacro nunca es aquello que oculta la verdad – es la verdad lo que oculta que no hay verdad alguna. El simulacro es cierto”, tal es el rezo del Eclesiastés tomado por Jean Baudrillard como exergo de su libro Simulación y simulacro, el volumen que Diana usó para su video-instalación de idéntico nombre. Sospecho que ella no subscribe cien por ciento la tesis del teórico francés pero su acercamiento al tema de la ilusión y el título del libro coronan su intención. Esta pieza, exhibida por vez primera en la Galería Villa Manuela (7), constituye el statement ideo-estético de Diana sobre la representación y la relación entre lo real y lo aparencial. Además, deja ver otro elemento visible en sus piezas: el uso de los libros como emisores visuales de significados.

Tomemos por caso El Capital, otra de las obras expuestas en dicha muestra y que puede considerarse, también, la declaración total de lo que al comienzo escribía sobre el tiempo. Los tres tomos, en los que Carl Marx no buscaba otro objetivo que no fuera demostrar la naturaleza virtual del valor en tanto tiempo invertido (y por tanto de la mercancía), son intervenidos meticulosamente por Diana, quien extrajo todas las letras O de cada oración y las acumuló en una pequeña urna. Nuevamente el juego de apariencias: la letra O fuera del contexto escritural se convierte visualmente en 0 (cero), un número que anula todo el valor del tiempo y del paradigmático libro. Esta nueva realidad del 0, por una asociación ilustrada, convierte a la urna en “el grado cero de la escritura” o en la “acumulación (CERO) originaria del capital”. (El tiempo tratado en su binario de sujeto-objeto).

El Capital

Se trata de una obra en la que además, Diana delata otra de sus obsesiones. Me refiero a la manualidad o artesanalidad de sus producciones, exigentes de una persistencia y paciencia que apuntalan, o mejor, permiten elaborar toda su metafísica del tiempo (8).Y es en esta manufactura donde, lejos de la perfección inútil, podemos ver otro elemento que atraviesa toda su obra: su carácter performático y por extensión autobiográfico.

Degradación

A esa cuerda pertenece Degradación, su atípica serie de pinturas (digo atípica porque creo que es, tal vez, la única pieza de naturaleza “pictórica” en su carrera). Como el mexicano Pablo Rasgado (Serie Arquitectura desdoblada) y la colombiana Leyla Cárdenas, en esta serie Diana hurta fragmentos físicos de pintura raída en construcciones ruinosas, apropiándose, a su vez, de la memoria de cada lugar. La obra resulta entonces un collage de tiempo y espacios diferentes donde la composición abstracta puede ser el único resultado. Construir mundos transversales a partir de los existentes, “identificar objetos ‘predestinados’’. Jugar con lo inaudito y devolver la cualidad presencial al proceso de creación. Si en las obras de Diana existe otra intención, ya quedará para otro ensayo.

Notas:

(1) Este video, junto a los brevísimos Ausencia (2015) y Desierto (2015) obtuvo el Premio de arte latinoamericano EFG – ArtNexus en el 2015 gracias a la presentación de Sandra Contreras y Malena Cintas en la feria de arte Ch.ACO, Santiago de Chile.

(2) Co-curada para el Festival de las Artes en León, Guanajuato, 2008, junto a Sandra Contreras e Idalma Fontirroche. Se trató de una expo de fotografía y vídeo done el cuerpo era la plataforma central.

(3) Recordar Cuando la fe mueve montañas.

(4) La escalera exterior de su casa en el municipio 10 de Octubre es sustituida por una escalera eléctrica.

(5) En Jardín interactúan losas de piso republicanas formando nuevos diseños a través de un efecto de caleidoscopio.

(6) Me atrevería a afirmar que el sustrato de la mecánica Dj es surrealista.

(7) Exposición La razón de lo irreal, junto a Glenda León.

(8) No en balde una de sus piezas se titula Terapia en campo de girasoles. La punta sacada de diferentes lápices de colores son pegadas y enlazadas por líneas que bien pueden ser la cúspide de una pirámide.