La violencia de género no consiste únicamente en golpear, violar o asesinar. Podemos apreciar a diario otras formas de violencia que sin embargo son eximidas de las clásicas listas: el acoso, las amenazas, el chantaje, los insultos y gritos.
La práctica constipada o explícita de la violencia de género discriminativa dentro de las artes visuales en Cuba se esparce y se glorifica, justificada y apuntalada no solamente por la infraestructura machista social -por el macho criollo así sea funcionario, crítico, curador o artista- sino también por las propias mujeres: tenemos una tendencia a permitir calladas. La sociedad + la familia + los sistemas políticos, históricamente, nos han conducido y predispuesto a asumir pasivamente una actitud suicida ante la creación.
Uno de los casos clásicos fue José Antonio Portuondo versus Antonia Eíriz: …las palabras críticas de José Antonio Portuondo sobre su trabajo en la inauguración de una exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes en los años sesenta. Aquel acto definió una actitud en la Ñica frente a la institución que mantuvo hasta que se marchó de Cuba (1). Antonia se retiró a Juanelo y dejó de pintar.
En el planteamiento selectivo (inicial) de una curaduría colectiva X, tanto las curadoras como los curadores (y no estoy exenta) poseemos una tendencia (subconsciente) a elegir artistas del sexo masculino (¡ah! -ya sé, lo capté rápido con mis antenitas- algunos estarán pensando “es que los machos son/somos mejores”… ¡ja! ni pin…), y posteriormente pensamos, “coño, no hay ninguna mujer en la muestra”. Es ese el momento en que buscamos en nuestro archivo mental y echamos mano del “nombre más sonado en la ultimilla” ¡Qué pena! Nos falta investigación y atrevimiento, nos falta agresividad y capacidad para hurgar en los oscuros cajones del olvido o en los que emergen. No nos percatamos de que podemos encontrar muchas pepitas de oro, creadoras escondidas, apartadas, tímidas, autocensuradas y censuradas, cuyos nombres no aparecen en listas físicas ni en catálogos y sin embargo están realizando su obra de manera constante sin estímulos ni reconocimientos.
Peor aún estamos aquellas que además del aplastamiento genérico contamos con una personalidad irreverente y activa contra las injusticias en todos los aspectos de vida. En esta dirección también recibimos el azote de la discriminación por parte de algunos curadores, “mafiosos del mercado”, y críticos quienes temen meterse en problemas con los funcionarios gubernativos y sus “secuaces” (2). No obstante en este aspecto debo comentar la actitud valiente de otros crítico/as curadores y curadoras (en este caso más mujeres que hombres) por contar con nuestra presencia en eventos colectivos, también por editores de revistas digitales y periodistas independientes por haber realizado reportajes y entrevistas para revistas alternativas e internacionales a pesar de las presiones a las cuales podrían haber sido sometida/os y los temores internos que mancillan e intentan doblegar el pensamiento. No los menciono porque no sé si los voy a ayudar o hundir.
Si nos sumergimos en las relaciones de pareja dentro de las artes visuales podemos apreciar ejemplos de violencia sicológica como: la discriminación, la crítica destructiva, la humillación o la difamación. En su mayoría las creadoras esposas y novias de los artistas poseen una tendencia a minimizar su obra frente al macho Alfa, en algunos casos, la destruyen o la esconden. Sienten vergüenza y temor a esa inevitable competencia. Generalmente los más divulgados o legitimados (en un principio) son ellos, ellas consiguen un reconocimiento total una vez que han terminado
su relación conyugal, ej: Aldo Menéndez-Nélida López, Flavio Garciandía-Marta María Pérez, Nelson Domínguez-Flora Fong entre otros.
En este aspecto asumió la capa y la espada la curadora Solveig Font, quien en el 2018 realizó una muestra en el Espacio Aglutinador, que se tituló, A quien pueda interesar, para la cual seleccionó concienzudamente a cuatro artistas mujeres y tres de ellas parejas de artistas hombres, esta fue una característica muy especial y muy sugerente.
Las muestras de mujeres molestan pero son necesarias pues la vida ha demostrado lo difícil que resulta ser respetada tanto humana, como social o profesionalmente.
Existen también los creadores masculinos que se apropian de las ideas de sus parejas artistas mujeres y luego las etiquetan como suyas, generalmente en estos casos de plagio la mujer permanece en silencio para evitar desagradables incriminaciones y acciones agresivas, es algo doloroso que indudablemente lacera la mente creando inestabilidad en la autoestima.
Los proyectos artísticos duales entre parejas de artistas resultan aún más polémicos, pues las ideas más creativas y originales suelen ser atribuidas, por los espectadores interesados en las artes, a la mente de la parte masculina y como es el cliché, los adornitos a la hembrita. En este punto es necesario llegar al dueto Sandra y Ezequiel o Ezequiel y Sandra en el Espacio Aglutinador.
Para romper los veinte años de silencio ante la violencia sicológica a la cual he sido sometida por Ezequiel de manera intermitente, tomaré este texto como denuncia, desenmascaramiento y prueba de una estructura mental machista y abusiva bien construida.
Durante estos veinte años he sido víctima de mentiras, sabotajes a mi labor como artista, como curadora outsider y organizadora de eventos en el Espacio -que creamos juntos- Aglutinador, pero también de difamaciones por parte del que fue mi pareja hasta el año 1999, Ezequiel Suárez. Algo muy doloroso para mí fue el escuchar declaraciones a mis espaldas de que “él era Aglutinador” lo cual me colocaba como un florero dentro de la galería (que además es mi casa) ante estudiantes del ISA que visitaban su casa que no poseían información suficiente y que serían los futuros artistas.
También a mis espaldas se adjudicó completamente de mis ideas y propuestas dentro de dicho proyecto, eliminó incluso por completo de la historia de dicha galería al otro integrante del equipo en los primeros dos años: Orlando Hernández.
Lo más penoso fue que saboteó las relaciones de amistad con mis colegas artistas (que en su mayoría conoció a través de mí) ,a los cuales les inventó historias para desprestigiarme y de esta manera, muy suspicazmente, ir deteriorando la asistencia de personas a dicho espacio y mi imagen públicamente. Tal es el caso de este último ataque -el cual incentivó Magela en una entrevista para Hypermedia– en donde se refirió a mi persona como “la peor mafiosa y mercenaria de las artes en Cuba”. Entrevista que considero insidiosa, separatista y de una vulgaridad nefasta, repleta de resentimientos y frustraciones, con evidentes y sucias intenciones de echar a pelear burdamente a los artistas en un momento difícil en el cual deberíamos de unirnos y apoyarnos. Increíblemente, en mi caso fue positiva, porque me ofreció la posibilidad de hacer catarsis y “lamer las heridas de la guerrera”.
Por otro lado Ezequiel está convencido de que tiene el absoluto derecho de decretar (casi como una ley) quién es buen artista y quién es un mediocre, en esta última caemos por temporadas el 99,9 % de los artistas cubanos; y en la primera Yornel y él mismo (aunque se auto-denomine mediocre para que uno le responda, nooo tú eres genial).
A raíz de nuestra separación, en el año 1999, Ezequiel se montó un personaje como víctima de la situación y de la “mala Sandra” con el objetivo de infringir o provocar lástima, obteniendo así beneficios y apoyo por parte de los demás artistas -sobre todo de los más solventes económicamente- y curadores. La auto-credibilidad desmedida de este personaje “lastimero”+ alguna cuota genética, le provocó ciertos problemas de salud, problemas-escudo que utilizó y utiliza para poder agredir y difamar sin ser reprobado.
Es penoso tener que denunciar estas acciones, de las cuales existen testigos, no obstante no tengo derecho a seguir flagelando mi psiquis con el silencio y dejar que siga hostigando mi camino, buscando y manipulando admiradores a golpe de frasecitas extravagantes (idea extraída de la obra del artista Ben Vautier), mentiras y posturas calculadas.
Durante todo este tiempo yo no solamente intentaba obviar cada ataque, sino que además lo visaba para tratar de que fuéramos amigos, seleccionaba sus obras para un grupo de las exhibiciones colectivas que organicé. No vendía su obra porque nunca he estado dentro de la “mafia mercantil” cubana, así que mis ventas han sido esporádicas, muchas veces he tenido que dar masajes y vender ropa para poder criar a mi hijo, o pedir un teléfono prestado -como ahora- para poder trabajar. También he tenido que vender obras de la colección de Aglutinador para poder pagar los catálogos, los recursos de montaje, reparaciones del local (se hace cada tres años por peligro de derrumbe) y la producción de las exhibiciones del Espacio Aglutinador en los proyectos que no han sido patrocinados.
A lo largo de estos 20 años logré encontrar las fuerzas para seguir a pesar de estas violentas envestidas de Ezequiel (y algunos seguidores que él manipuló), de las presiones por parte de funcionarios de cultura y agentes del MININT, y de la marginación de los que ejercen el poder (estatal e independiente) en la promoción y venta de las artes en Cuba. No obstante, he podido demostrar con mi labor como artista y curadora, mi rigor ante la creación, el altruismo y el pensamiento.
Muchas personas me apoyaron y algunas de las amistades que fueron separadas de mí por esta persona pudieron percibir la realidad de los hechos y me devolvieron su afecto.
Esta es una de mis historias de violencia de género en el plano sicológico.
Mi temperamento, la familia, mi religión, mis muertos, la fe, los buenos y leales amigos, siempre estuvieron y están presentes.
1 de septiembre del 2020.
Notas:
(1) Maite Díaz González.
(2) Juana Bacallao .
PS. Ejemplos de obras de Ezequiel cuya idea original se emparenta explícitamente, como pueden apreciar, con mi trabajo de finales de los 80s e inicio de los 90s.
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Solidaridad y visibilidad. Tod@s somos victimarios y víctimas de violencias, pero LAS MUJERES lo tienen y lo tenemos tan asumido que es humillante… HAY QUE APOYARSE, HABLAR: SORORIDAD. Todo el que se sienta USADO es porque lo ha sido de un modo u otro. Las mujeres sufrimos la violencia social y psicológica en todo lo que vivimos, y a veces hasta la perpetuamos y naturalizamos. Y en la CREACIÓN es ABSOLUTA. Debemos APOYARNOS. TRIUNFAR AUPANDO, NO HUNDIENDO. Abrazo.
De acuerdo. En este caso fue una denuncia legítima provocada por una acusación bien fuerte q podía ir a tribunales incluso. Como veo esta publicación es q puede marcar un precedente de estudios sobre el tema y además le dice a todos q aquí hay un espacio de denuncia.
[…] contra El Apartamento, Garaicoa y Sandra Ceballos. A estos dos artistas les tilda de mafiosos. Sandra respondió de inmediato, primero en Facebook y después en El Señor Corchea. Por su parte, el texto de Jorge Peré es una legitimación apologética de El Apartamento, y […]
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