Píter Ortega

I

Carnero:

– “Una oveja es un animal rumiante ungulado cuadrúpedo, hembra de la especie Ovis aries. Al macho de esta especie se le denomina carnero…” (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española). 

– “Dícese al individuo que sigue una tendencia o doctrina sin estudiarla ni comprenderla bien, y sólo porque ve que la siguen otros. La usamos, como adjetivo, por carneruno: ´ese hombre es muy carnero`” (Fernando Ortiz. Nuevo catauro de cubanismos).

II

Enero de 1969. Italia, Galería L’Attico. Jannis Kounellis instala doce caballos vivos en el interior del recinto expositivo, probablemente uno de los ataques más violentos de que haya sido objeto la Institución Arte durante su historia. 

Carlos Montes de Oca sabe que con un precedente como ese cualquier intento de emulación se tornaría anodino, insubstancial. Es por ello que opta por el registro fotográfico de la acción antes que por la acción misma, ahora con carneros en lugar de caballos. Solución que dispara el potencial semántico de la propuesta.

III

Contrario a lo que muchos pudieran pensar, el valor de Zen sentido no se halla en su trasfondo social, y mucho menos político. Ello implicaría reducir la muestra a una lectura maniquea y simplista. Su verdadero alcance radica en que es capaz de sintetizar las numerosas disyuntivas y complejidades a las que se ve sometida la percepción del arte contemporáneo a escala global. Zen… es la metáfora de un Arte que ha perdido la conciencia de sus límites, a la vez que el símbolo de las “agónicas convulsiones” de un público que ha extraviado la capacidad de deslindar hasta dónde lo artístico y hasta dónde aquello que lo trasciende. Las disímiles teorías de la muerte del arte encuentran aquí su más lúcida representación plástica.

“El nacimiento del carnero se paga con la muerte del lector”, diría Roland Barthes. 

Crisis en la recepción, ruptura de la noción sustancialista de Obra de Arte, incapacidad de fijar una norma estética dominante (anything goes), subjetivismo extremo en la teoría y la crítica: eso parece decirnos Carlos Montes de Oca. Ya nos había alertado el célebre pensador francés Jean Baudrillard, cuando sentenció: “en la época contemporánea, ni el objeto está seguro de ser verdaderamente una obra de arte, ni el que lo mira está seguro de tomarlo por una obra de arte”. De modo que da igual lo que “observen” esos carneros; en cualquier caso, su percepción es enferma, hipertrofiada. 

Los animales se vislumbran en las fotos como circunscritos a grupúsculos o cenáculos, tal cual sucede habitualmente con los espectadores asiduos a las aperturas de los eventos expositivos. Se trata del criterio individual supeditado a la opinión de la masa, tanto a la hora de juzgar un hecho artístico en cuestión, como en el momento de definir indicadores de artisticidad frente a la vasta producción simbólica que nos rodea. Zen sentido nos recuerda un tópico esencial del pensamiento postmoderno y que preocupa a muchos teóricos en la actualidad: en los últimos 50 años el objeto artístico de Occidente ha expandido sus fronteras en una dimensión tal que ha llegado hasta la indefinición de sí mismo. Su hipertolerancia vino a ser su espada de Damocles. 

IV

Viernes 15 de junio, 4:45 p.m. Llueve intensamente. El rebaño comienza a abandonar el patio colonial de La Casona para dirigirse a la reapertura del Centro…, también en la Plaza Vieja. No son muchos, solo unos pocos que gustan de la farándula bajo la lluvia. Quizá no entiendan la Masa boba, o el cacho de muelle en la azotea; de cualquier modo, exclamarán: “¡Hurra! Reabrió el CDAV…!!!”

*Publicado originalmente en La Jiribilla, en el año 2007. En ese momento Píter acababa su carrera. Crack!