Hamlet Fernández
Casi en el ocaso de su vida, ante la pregunta largamente incontestada sobre los motivos por los que deja de pintar a finales de la década del 60, recluyéndose en su casa, lejos de la dinámica institucional y oficial del arte, la gran intelectual cubana le respondió al pasado, al presente y a la posteridad:
Cuando me hicieron esos comentarios de que mi pintura era “conflictiva” llegué a creerlo. “La tribuna”, por ejemplo, se iba a premiar y no se premió a raíz de las críticas. Un día vi todos los cuadros juntos por primera vez en mucho tiempo. Me dije a mí misma: esta es una pintura que expresa el momento en que vivo. Si un pintor puede expresar el momento en que vive, es genuino. Así que me absolví (1).
Por estas y muchas razones más, Antonia Eiriz, aunque incomprendida por las circunstancias, aún exhala una resonancia que pervive en el gran tiempo, y nos obliga a aguzar los sentidos para recoger el eco ondulante de la garganta que quedó sangrando por la vibración telúrica y desgarrante de un grito honesto y necesario. Con esta inmersión arqueológica en busca de las razones que dejaron inactivo al volcán que hizo cambiar el paisaje de la plástica cubana de ese entonces, homenajeémosle pues, como merecen los grandes espíritus que dignifican la cultura de nuestro país.
*Publicado originalmente en Lastre, Reynaldo (selección y prólogo.): Anatomía de una isla: jóvenes ensayistas cubanos. Ediciones La Luz, Holguín, 2015, pp. 93-113. La versión de este ensayo resulta de la fusión del ensayo homónimo, publicado originalmente en Artecubano, no. 2, 2009, pp. 70-76 (texto con el que el autor obtuvo el Premio Ensayo de Crítica de Arte “Guy Pérez Cisneros” 2010), y el ensayo Apostillas a Antonia Eiriz y las circunstancias…, publicado originalmente en La Gaceta de Cuba, enero-febrero 2013, pp. 32-35.
Notas:
(1) “Antonia Eiriz: Una apreciación”, entrevista realizada a Antonia Eiriz por Giulio V. Blanc, Art Nexus, julio-septiembre de 1994. Es presumible que la obra a la que se refiere Antonia es “Una tribuna para la paz democrática”.
Para consultar las entregas anteriores de este excelente ensayo:
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