Carlos Estévez (1969)

La verdadera historia universal, 1995

Col. Museo Nacional de Bellas Artes

En un ejercicio de democracia perversa Carlos Estévez construye un retablo teatral suspendido en el aire y pone a nuestra disposición alrededor de una treintena de líderes mundiales (políticos, espirituales, culturales…) de ideologías dispares para que seamos nosotros quienes los mezclemos y le otorguemos el rol que querramos en el escenario.

Esta obra exquisita, que en principio era un dibujo, fue presentada al Primer Salón de Arte Contemporáneo cubano de 1995 y obtuvo el Gran Premio. La obra llegaba en un momento en que los historiadores se separaban de las verdades históricas abstractas y universales para rendir culto a los escenarios locales. La verdadera historia universal , irónica desde el propio título, resulta igulamente de ese cansancio respecto a la tiranía de la enseñanza de la historia, dejando al libre arbitrio individual que la termine y diga la última palabra. De esa manera también desliza la categoría existencialista de la posiblidad como núcleo de la pieza.

En el retablo se pierden las nociones de espacio y tiempo habituales para rendir culto a la simultaneidad y atemporalidad y en consecuencia atomizar la idea moderna de lo único total e irrepetible. El sujeto cotidiano aquí ocupa el lugar de la Academia y el destino de los líderes está en manos anónimas y cotidianas. Todo es relativo. La verdadera historia no existe y depende del punto de vista, de su representación. Noción clave en la obra. Esta, y las de montaje y desmontaje.

Yo veía un guiño a Los héroes, de Thomas Carlyle, pero Corina Matamoros me tira un cubo de agua fría:

En esta obra se trata de ese mismo hombre cosmogónico discurriendo ahora sobre la historia, enfatizando en la opción individual de interpretación y en la posibilidad de una comprensión metafórica de la misma. Se alude concretamente a los procesos de manipulación de la historia, y se edifica simbólicamente y por oposición, un espacio personal y privado para reconstruirla. Entre las motivaciones más cercanas a la pieza, el artista relata la impresión que le provocara el filme de Akira Kurosawa Rashomon, donde un mismo suceso contado por personajes diferentes puede convertirse en historias también diferentes. Pero además refiere que ha habido motivaciones más cercanas y actuales, como sucesos dramáticos manejados por la prensa que dejan la amarga sensación de lo manipulable que puede llegar a ser la historia. 

Como epílogo quiero agregar que en mi opinión esta obra no existe desde que está exhibida en el museo pues ha perdido su valor: el eje principal de esta magnífica instalación reside en la interacción con el público y bajo el pretexto de no dañarla las autoridades del museo han prohibido todo contacto con ella.